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sábado, 15 de agosto de 2015

Memoria y deontología

Poco después de las 8 de la mañana del 25 de marzo de 1935, cuatro miembros del Cuerpo de Guardias de Seguridad de la cárcel de Madrid salían a la calle tras hacer el relevo y se dirigían a sus casas. Al llegar al cruce de la calle Altamirano con Marqués de Urquijo les salieron al paso tres pistoleros que abrieron fuego contra ellos. Dejaron dos muertos y un herido grave. El cuarto guardia salió indemne porque al oír los tiros se dejó caer al suelo y se hizo el muerto. Los asesinos huyeron en un coche que los estaba esperando en las proximidades. He descubierto a uno de los asesinos. 

¿Y qué hago ahora yo con este descubrimiento?

¿Tengo derecho a presentarme ante sus hijos -los conozco- y sus nietos y decirles, sabéis qué? ¡Vuestro padre y vuestro abuelo era un pistolero!



7 comentarios:

  1. No te creeían y te cogerían manía, si ellos no lo han querido descubrir... sé algunos casos graves relacionados con guerra y postguerra y abuelos complicados, muchas veces los nietos e hijos no tienen interés alguno en desmitificar a sus antepasados y comprobar que no fueron precisament héroes.

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    Respuestas
    1. Efectivamente es delicado. A mi no sé si me gustaría mucho que un ajeno se entrometiera en mi familia para sacar a la luz verdades que me obligasen a remontar toda mi historia familiar.

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  2. Quizás ya es tarde y posiblemente ellos estén al corriente, y quizás deberíamos olvidar de una vez el pasado, enterrarlo en vez de desenterrarlo, puesto que tampoco hemos aprendido nada de él, mejor olvidarlo.
    Y sepa usted que va en segundo lugar en cuando a publicación compulsiva diaria. no en calidad pero si en cantidad, el menda lerenda, le gana.

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  3. Ante casos como este, Gregorio, los datos son relevantes cuando ayudan al progreso de la investigación o al conocimiento de la realidad y la verdad (cogiendo con pinzas tanto un concepto como el otro). ¿Si el sujeto no hubiera tenido descendencia la historia habría cambiado? Si es que no, su familia es ajena a ella. Si el nombre no es una pista incuestionable, con él termina el caso y la cosa.

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  4. ¿Y la posibilidad de informar, no a la familia del asesino, sino a las de las víctimas? Quizás a ellos sí que les gustaría conocer la identidad del pistolero, y el dilema moral me parece menor.

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  5. Estoy de acuerdo con Enric H. March.
    Las tres hermanas Penella han tenido que cargar toda su vida con el estigma del padre, pero no por ello han dejado de ser consideradas y admiradas como actrices. ¿Hubiera cambiado su carrera de haberlo ignorado? es muy posible, incluso para mal porque tal vez no hubiera habido ni carrera ya que desconozco si el Régimen las ayudó o fue algo del todo innato y con fuerza de voluntad y talento.
    Es una disyuntiva muy delicada pero, sobre el papel, me parece que no desvelar la verdad piadosamente si ésta es un eslabón importante de los hechos, no restituye a quienes más les afecta, descendientes de víctimas y verdugo, ajenos a lo que sucedió pero herederos de su memoria. Además, en algún momento hubo una ocultación previa de la verdad a la familia del pistolero.
    Entiendo las dudas, y lo cierto es que yo no sé muy bien lo que haría porque desvelarlo supone dolor para las dos familias..., sí, también para la de las víctimas.
    No es buen asunto olvidar el pasado, en todo caso sí lo es valorar las consecuencias del por qué, cómo, cuándo y a quiénes desvelarlo.

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  6. Si se lo dice igual le responden, de buena o de mala manera, que ya lo saben.

    Si su descubrimiento no es necesario para su trabajo es evidente que usted no debe decir nada a nadie porque, entre otras cosas, no es un asunto de su incumbencia. Pero si el dato sí es importante y fundamental para usted y su investigación, entonces deberá buscar la manera más educada y cariñosa de comunicarlo a sus amigos, disculpándose al mismo tiempo por ello al haberlo el azar convertido en un entrometido en asuntos ajenos.

    Hay muchos casos parecidos, Belart hace mención de las hermanas Penella y a mí me viene a la memoria el caso del gran y extraordinario dibujante de cómics francés Philippe Druillet que descubrió de mayor que su padre había sido un colaboracionista nazi en la Francia ocupada además de muchas más cosas terribles.

    Ya dicen que el lenguaje es el mejor instrumento para la comunicación entre seres humanos y que el silencio los es para la buena convivencia entre ellos.

    Saludos

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