Buscar este blog

miércoles, 12 de agosto de 2015

"In uno lugare manchego, pro cujus nomine non volo calentare cascos..."

"In uno lugare manchego, pro cujus nomine non volo calentare cascos..."

Así comienza la traducción del Quijote al latín macarrónico realizada por el indomable cura don Ignacio Calvo. Tal proeza no fue fruto del placer, sino de la imposición disciplinaria de su rector mientras era seminarista en el seminario conciliar central de Toledo. Hubo, pues, tiempos en que a un joven se lo podía castigar a traducir el Quijote al latín. Claro que si este joven es el seminarista Ignacio Calvo, el resultado es la Historia Domini Quijoti Manchegui, una obra de arte de la ironía. 

Para enterarnos de a cuento de qué vino este castigo, voy a cederle la palabra a Juan Luis Francos, que nos lo explica en su libro Personajes de la Alcarria. Ignacio Calvo y Sánchez:

"Estaba nuestro alumno en su mejor época de travesuras y procacidades, cuando hizo una de tal tamaño a la que le correspondió la tremenda penitencia de perder la beca...
... estaba mandado que todos los seminaristas tuvieran a la cabecera de la cama un crucifijo, y el joven de Orche, siempre apretadillo de dineros, llevaba a Cristo en el corazón, pero no tenía dineros para comprar la efigie. Amonestado reiteradamente, acabó por construir con unos pedazos de hojalata un lamentable Cristo. Al pie del cual escribió:

       El que tenga devoción
      verá en esto un crucifijo,
      pero el rector, ¡quiá!, de fijo,
      cree que es el mal ladrón".

Y lo vio el rector.


 De:

2 comentarios:

  1. Sobre "capellà de missa i olla", copio un text del Dr. Antoni Llorens (Solsona):
    "Al Nostre Bisbat de Solsona, en temps de les guerres carlines el seminari restà tancat i no es va ordenar durant trenta anys cap capella i van quedar desateses multitud de parròquies. Llavors el bisbe triava un bon home del poble, li feia aprendre de memòria la missa de la Mare de Déu (en llatí) i l’ordenava de capellà. Encara que la gent, sorneguerament, d’aquests capellans en deia capellans de missa i olla perquè només servien per dir missa i menjar."

    ResponderEliminar
  2. Fermín Cabalelro, "Los españoles pintados por sí mismos" (1843):
    "Aquí tienen Vds. lo que propiamente se llama en Castilla un Clérigo de misa y olla; porque es un presbítero sin carrera, un clérigo en bruto, un capellán que no sabe de la misa la media, un eclesiástico raro, un cura de los de su misa y su doña Luisa, un clérigo echado en casa, un curalienzos, un cantacredos, un saltatumbas, un clerizonte, en fin, por su vestimenta y modales, y un aquitibi, por servir mejor para alquilón de pasos que para preste de procesiones.
    Trasladando esta definición a otras profesiones y materias, para compararlas, resulta que el Clérigo de misa y olla es el maestrante de la milicia cristiana, pues viste el uniforme sin ira la guerra; es el esbirro de la iglesia militante que cobra el sueldo por soplar y oír chismes; es el editor responsable de lo que hacen canónigos y prelados; es el burro de la viña mística, que únicamente sirve para los oficios mas bajos y groseros ; y es el mágico de los bienes temporales, porque espiritualiza con su solo contraste los edificios, las tierras y los olivares."

    ResponderEliminar

Un amor perdurable a fuerza de no serlo

I En las últimas décadas del siglo XIX vivió en Oviedo un hidalgo llamado don Pepito Alegre, considerado unánimemente como «cumplido caballe...