Por Navarra y también en algunos pueblos limítrofes de Aragón, hay un personaje imaginario, conocido como Mesache que viene a ser nuestro particular Nasrudin Afandi, es decir alguien a quien se le pueden colgar cualquier sambenito, que él los lleva todos con la menos aristocrática de las hidalguías. Lo mismo ironiza sobre lo más sagrado como sacraliza lo más mundano. No hay autoridad civil, militar o religiosa que se le resista ni principio físico o metafísico que no se salte con sorna. Sobre la simpleza de Mesache la gente vertía sus ocurrencias, que de esta manera burlaban la censura.
Así de Mesache contaban que oyendo un día un sermón sobre el más allá, no pudo reprimir su nerviosismo y saltó con estas palabras: "¡La Inmortalidad del alma, la inmortalidad del alma...! ¿De qué me sirve la inmortalidad de mi alma, si el que muere soy yo?"
La historia era contada en las tabernas entre risotadas, en los tiempos del nacional-catolicismo. Es de vital importancia advertir que Mesache tenía sus propias opiniones sobre el infierno: "Si hay que ir -decía- se va, pero que no acojonen."
De "Esperando a Godot, (no es literal)":
ResponderEliminarVladimir: ¡Dios mío, ayúdame!
Estragón: No, a él no, ¡a mí!, ¡a mí!
Sentencia aplicable a la gripe que llega:
ResponderEliminar'si hay que pasarla se pasa, pero que no...'
Luri,
ResponderEliminarhay novedades
http://www.nytimes.com/2009/09/08/opinion/08brooks.html?_r=2&ref=opinion
Querido Claudio: Me acabo de suscribir.
ResponderEliminar¿Alguien se acuerda de qué demonios hacía yo antes de conocer a Claudio?
Luis: Al hilo de lo que dices, recuerdo aquella oración del gran pecador Agustín de Hipona: "Dios mío, hazme puro y casto, pero no aún".
ResponderEliminarJúia: Sin duda. ¡Bien visto!
ResponderEliminarexcelente razonamiento el te vuestro Mesache. Se parece un poco a Justiniano, una creación que tiene vida en el blog de mi amigo Toro.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues salvese quien pueda!
ResponderEliminarEn el pueblo de mi madre tienen a Abundio.
ResponderEliminarpero él era mucho más terreneal, y hay expresiones como: Ser más tonto que abundio, que vendió el coche para comprar gasolina.
y etc.