Y las montañas, Don Gregorio, las cumbres que tanto esfuerzo te exigen y una vez has llegado arriba sabes que no has conquistado nada; pese a estar en el pico más alto miras a tu alrededor, a tus pies, y te sabes insignificante. Y paradójicamente, ese vértigo es una sensación gratificante.
Más sencillo: "el mundo es un minúsculo accidente cósmico". Ninguna religión proporciona más serenidad ante la vida y la muerte que esa certeza (si me permiten llamarla así).
Ya lo dijo Pascal, con la caña...
ResponderEliminarEn él estaba pensando al leer la tira, tanto en la caña como en la inmensidad de los espacios estelares, que tanto pavor le producían.
ResponderEliminarAhí estará la tragedia: en creer que sabe.
ResponderEliminar... O en saber que cree.
ResponderEliminarY las montañas, Don Gregorio, las cumbres que tanto esfuerzo te exigen y una vez has llegado arriba sabes que no has conquistado nada; pese a estar en el pico más alto miras a tu alrededor, a tus pies, y te sabes insignificante. Y paradójicamente, ese vértigo es una sensación gratificante.
ResponderEliminarSom una llum que s'apaga...
ResponderEliminar¡Dios! ¡Cómo marcan las canciones de cuando adolescente?
Ahá.
ResponderEliminarO eso parece.
(Últimamente esa frase acaba con todos mis argumentos...).
las motas de polvo no gritan. Y si lo hacen no saben porqué.
ResponderEliminarMás sencillo: "el mundo es un minúsculo accidente cósmico". Ninguna religión proporciona más serenidad ante la vida y la muerte que esa certeza (si me permiten llamarla así).
ResponderEliminarNo recuerdo haberte dado permiso para publicar mis pensamientos.
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