Respondo, globalmente, a los comentarios del apunte anterior con esta nueva entrada. Espero no parecer desconsiderado.
Todos creemos tener actitudes liberales y, en general, así es: somos tremendamente liberales (y, especialmente, por estos pagos a liberales no nos gana nadie). Pero esto no significa que poseamos la sensibilidad política indispensable para sustentar teóricamente con firmeza este liberalismo. Nuestro escepticismo respecto al progreso, nuestro voluntario y muy orgulloso distanciamiento respecto a todo lo que suene a convencionalismo burgués, nuestra fascinación por los personajes carismáticos y, especialmente, nuestro continuo bla-blab-blá en favor del compromiso, la autenticidad, la identidad, las raíces... todo esto no son meros adornos de nuestro liberalismo... quizás, al contrario, todo esto nos describa cabalmente, seamos o no conscientes de ello, como hijos de Heidegger. Si así fuera, nuestro liberalismo político iría de la mano de una actitud espiritual (por llamarla de manera benévola) antiliberal, con una fascinante ambigüedad que no considera necesario preocuparse ni poco ni mucho por la contradicción que incorpora.
Plantea usted, si le entiendo, la distancia entre lo que hacemos y lo que decimos.
ResponderEliminarEntre los hechos que conforman nuestra existencia concreta y las palabras con que la contamos.
No és este un tema punzantemente presente ?
Que clase de valor és la congruencia ?
Yo no estoy de acuerdo com Benito XVI però admito que és fiel a si mismo mucho màs que la mayoria de sus críticos, ¿ No és està una de las claves del chaparron constante de críticas que recibe ?
Un liberal de vivencia - no solo de pensamiento -le tendria que costar poco aceptar la fidelidad a un mismo de los demas, verdad ?
No és el extremo de esta actitud, ver a una compañia electrica proponer una nueva consciencia en un anuncio de televisión ?
Estamos en la era de la devaluacion de las palabras ?
Valga como comentario pero tengo la impresión de apenas haber arañado la superficie del tema.
Me atrevo a pedirle que profundize en este tema clave - si comparte este criterio -, proximamente, usted nos puede dar luz, sobre una cuestion difícil por cercana y cotidiana. Mas que sufrirlo, nadamos en ella. Ni podemos despreciarlo ni tampoco iniciar una cruzada por la autenticidad...però és un condicionante de nuestra vida cotidiana.
Gracias por su paciencia...
Es la pura contadicción entre los pensamientos liberales y la cruda realidad que hace ser mas utilitarista
ResponderEliminarEstoy con Peggy.
ResponderEliminarExiste una contradicción entre nuestros deseos liberales y la realidad.
Un abrazo.
También depende de a qué liberalismo te refieras, al liberalismo clásico europeo(austriacos, Popper, etc) o a los que llamen liberales en USA.
ResponderEliminarAllí los veraderos liberales son los "libertarios"
Lo triste de nuestros liberales es que son tan, tan, tan liberales que creen que deben imponer su verdad como sea para que todo el mundo se convierta a su religión.
ResponderEliminarCreo que sólo es realmente liberal aquel que duda de si mismo y que está dispuesto a cuestionar sus verdades permanentemente.
Lo peor es la fascinante y casi alegre despreocupación por la contradicción. En momentos de crisis esa alegria salta por los aires, y vete a saber qué.
ResponderEliminarOiga usted, don Gregorio, mi padre es un señor y Heidegger ni es mi padre ni un señor.
ResponderEliminarMe parece la mar de bien que considere a Heidegger príncipe de los filósofos, ya que soy tan liberal en la concesión de ese título que a mí como si se lo dan a Chicholina por sus mejores polvos.
Ahora bien, un poquito de por favor pues muchos no tenemos padres nazis.
Me temo, con Lola, que lo grave está ahí. Barniz. Laca que el mal tiempo y las tempestades borran con suma facilidad. Dejando ver la madera. De mala calidad.
ResponderEliminarYo no pretendía hablar tanto de la contradicción entre lo proclamado y lo realizado como de lo que se esconde tras nuestras convicciones cuando estas no son sometidas a crítica. O dicho de otra manera: del sustento de nuestras convicciones políticas (de una manera bien esquemática, como es obvio). Donde yo veo la contradicción más peligrosa no es entre nuestros deseos y la realidad, sino entre nuestros mismos deseos, que apuntan, sin que seamos conscientes de ello, hacia direcciones opuestas. Lola y el Señor del Tinglado apuntan hacia el peligro fundamental: cuando ese liberalismo flojo es puesto a prueba, resulta inconsistente y, por lo tanto, incapaz de oponerse a actitudes poco liberales.
ResponderEliminarRS: No es que muchos supuestos liberales deseen imponer sus convicciones, sino que en su liberalismo hay una vocación de doblar la rodilla ante cualquier mesías que se presente con suficientes virtudes para la demagogia.
Tristan: no me parecía necesario especificar que entendía por liberalismo lo que coloquialmente se entiende por tal.
Tumbaíto: No soy quien para meterme con su genealogía, pero remitiéndome a mi experiencia personal sé que nunca está demás pasar un antivirus por nuestras convicciones.
Basta darse una vuelta por ejemplo por La Central, para ver el dominio del pensamiento antiliberal, ya sea en las secciones de política, filosofía, sociología, etc.
ResponderEliminarMe resulta difícil de creer que las mentes pensantes que escogen esos autores, y que ocupan un lugar destacado en medios de comunicación, ámbito educativo,..., se consideren liberales.
Por cierto, Nozik atribuía el carácter no liberal de los intelectuales a que la sociedad no funciona con un sistema meritocrático como el de la educación. Sería algo así como la rebeldía de los listos de la clase al ver que algunos más tontos conseguían mayor éxito social.
Claudio: Exactamente. Con frecuencia he pensado eso mismo ante los libros expuestos en La Central. ¿En qué demonios creemos realmente? ¡NO lo sé!
ResponderEliminarMe tienes que aclarar quiénes son realmente los listos y los tontos de la clase.
El otro día me enfrenté a un intelectual que defendía el idealismo de los jóvenes anti-Bolonia. ¿Por qué no se reconoce el idealismo de los que están a favor de Bolonia?
Muy interesante Claudio eso del triunfo de "los tontos" con inteligencia social frente a los "méritos académicos" ....quizás estos últimos se apartan del básico perfil necesario para ser dominantes en el grupo ....finalidades distintas de cada concepción , merece la pena desarrollarlo.
ResponderEliminarLo de listos y tontos era una expresión de brocha gorda, que intentaba resumir la explicación dada por Nozik al resentimiento de una buena parte de los intelectuales.
ResponderEliminarCuando salió el libro de Luri, me llamó la atención que planteaba la escuela como un intermedio entre la familia, en la que te valoran por quien eres, y la sociedad, en la que valoran por lo que vales. Pero, ¿no es este segundo caso el de la escuela más que el de la sociedad? Parece posible afirmar que la relación entre mérito (capacidad + esfuerzo) y recompensa es mayor en el ámbito académico, con todas las salvedades que sin duda hay. Por ejemplo, uno de los objetivos declarados del New Labour ha sido avanzar hacia la meritocracia en la sociedad.
Los intelectuales serían los 'listos' del ámbito académico, que reaccionan ante una sociedad que no premia adecuadamente determinados méritos. Formarían parte de los 'tontos' aquellos que ya lo sabían antes de acabar sus estudios.
Me viene a la memoria un comentario de Luri donde Lola, en el que hablaba, en relación a las experiencias alrededor de montar un establecimiento, de la 'vida real' opuesta a la 'vida académica'(o algo así, cito de memoria).
Un razonamiento parecido se encuentra en 'La dictadura de la incompetència', de Xavier Roig, cuando analiza el origen profesional de los diputados.
Quizás sí, que lo difícil esté en buscar la coherencia.
ResponderEliminarUn saludo, don Gregorio.
Creo que hay que contar que es corriente apuntarse a lo que se lleva, ir con la corriente, sin mas. Hay gente que es liberal pq...no serlo queda fatal.
ResponderEliminarDespués de la dictadura aparecieron democratas de debajo las piedras...
O que rapido pasaron algunos paises del comunismo al capitalismo...
O que ràpido crecieron las ONG...
És el proceso de identificarse con la idea dominante, no requiere ni reflexion ni compromiso ni esfuerzo ni compresion de lo que se esta diciendo/haciendo. Por eso mismo no hay reflexion sobre las contradicciones, eso solo es posible para los que estan comprometidos con la idea, en este caso ser liberal. Para los demàs no hay contradiccion, su lógica es : " no me voy a quedar fuera, verdad ? " o " si todos lo dicen..."
Usted se preguntaba "en que demonios creemos?" Yo tampoco lo se...usted sabe que pensar por uno mismo puede ser doloroso, tal vez esta sea una clave...
Claudio : si llegaramos a saber quienes son, realmente nuestros políticos, nos asustariamos...
ResponderEliminarYo vivo en una ciudad pequeña, donde muchos nos conocemos. Un dia en la tele local vi a un concejal a quien conozco en una entrevista. Cuando acabo pense : " Este tio és banal y oportuno ( conoce la fraseologia adequada al momento ), va hacer carrera política"
Gracias Claudio (y Gregorio) por la observación sobre los libros mayoritariamente expuestos en La Central (la crème de la crème libretera). Observación sagaz cuya veracidad cualquiera puede corroborar.
ResponderEliminarPor lo demás, sagaz igualmente su apunte, Gregorio.