I
Ando inmerso en el minucioso comentario de Heidegger del Sofista de Platón. Casi me he trasladado a vivir a sus páginas. En alguna de ellas me pasa lo que dicen que le pasó a Sócrates cuando leyó el Sobre la naturaleza de Heráclito: que entendió poco, pero lo que entendió le pareció sublimne.
II
Paso por aquí para recordar este soneto del inmortal Quevedo, titulado «Contra los que quieren gobernar el mundo y viven sin gobierno»:
En el mundo naciste, no a enmendarle,
sino a vivirle, Clito, y padecerle;
puedes, siendo prudente, conocerle;
podrás, si fueres bueno, despreciarle.
Tú debes, como huésped, habitarle
y para el otro mundo disponerle;
enemigo de l'alma, has de temerle,
y, patria, de tu cuerpo, tolerarle.
Vives mal presumidas y ambiciosas
horas, inútil número del suelo,
atento a sus quimeras engañosas;
pues, ocupado en un mordaz desvelo,
a ti no quieres enmendarte, y osas
enmendar en el mundo tierra y cielo.
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