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jueves, 27 de febrero de 2025

Doy fe

Sitúense a principios de este siglo, cuando el sistema educativo de Finlandia parecía el modelo a seguir en el mundo occidental, cuando era el modelo eficiente y feliz que los europeos presentábamos como alternativa al modelo esforzado de los orientales, cuando parecía posible, en suma, aprender mucho esforzándose poco... en definitiva,  cuando lo perros se ataban con longanizas.

En aquel tiempo los políticos de todo el mundo viajaban a Finlandia y como allí era a donde había que ir un grupo de parlamentarios de una comunidad española, fue. Con los gastos pagados, obviamente.

Su manera de vestir, ya se sabe, campechana, alegre e informal, dejaba un poco que desear, así como su manera de comportarse en los actos oficiales. Por ejemplo cuando en un colegio los recibieron con un par de alumnas cantando a capela, algunos parlamentarios no pararon de hablar entre sí de manera muy poco discreta.

Pero lo llamativo vino cuando en este mismo colegio los invitaron a comer y los parlamentarios españoles, que no sabían inglés, se sentaron todos apretaditos en dos mesas, con la cabeza hundida en su plato, mientras el director del centro intentaba explicar lo que hacían.

Doy fe.

2 comentarios:

  1. El comportamiento en público de nuestros representantes públicos deja mucho que desear.
    En una comida tuve el infortunio de tener en la mesa de al lado un grupito que coreaba las gracietas de la política de turno ("ministrina", según se les llama en Asturias) narrando su viaje oficial a Trento y cómo les habían recibido las autoridades; muy detallada fue su descripción del Obispo.
    En fin: unos paletos de tomo y lomo.
    Gracias

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  2. Este relato refleja con ironía y cierto desencanto la manera en que algunos políticos han abordado la educación, más como un destino turístico que como una oportunidad de aprendizaje. La anécdota pone en evidencia no solo la falta de preparación y seriedad de la delegación española, sino también una actitud que contrasta con el modelo educativo finlandés, basado en la disciplina, la equidad y el respeto. La imagen de los parlamentarios, aislados por su desconocimiento del inglés y desinteresados en la experiencia, resulta casi simbólica de una mentalidad que, en lugar de buscar soluciones y adaptaciones reales, se limita a la apariencia y la complacencia. Una crítica sutil pero contundente sobre cómo algunos enfoques superficiales pueden hacer fracasar incluso las mejores intenciones.

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Nosotros, los mediocres.

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