jueves, 4 de abril de 2024

El camino más corto

 I

Me expulsa de lo que estoy haciendo una voz femenina escandalizada: "¡Que ya tiene diecinueve, la niña, que ya sabe lo que se hace!" Me giro automáticamente. Dos mesas más allá dos parejas comentan escandalizadas la conducta de una joven. Y lo hacen con entusiasmo, con voracidad de depredadores morales, con hambre atrasada.

II

Decido seguir con lo mío, pero no puedo dejar de pensar en la satisfacción moral que les produce a muchos su capacidad para el escándalo. ¿Por qué? ¡A qué se debe esto? 

III

Cuando me enfrento a estas cuestiones suelo preguntarme a qué necesidad da respuesta la conducta que me llama la atención.

IV

¿A qué necesidad responde este aspaviento moral? Quizás a la necesidad de sentirse bueno, que es una necesidad tan imperiosa y perentoria que, en cuanto puede, coge el camino más corto para mostrarse en público

V

Al ir a correos me he encontrado con una anciana casi ciega que hoy se ha escapado del asilo para comer pescado en un restaurante. La conozco desde hace mucho tiempo y siempre que nos vemos nos paramos a saludarnos y decirnos cualquier cosa. Hoy la he visto muy envejecida, con dificultades para expresarse y para comprender lo que yo le decía. Pero su determinación estaba clara. ¡Quería comer pescado! Y se ha escapado del asilo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Al héroe no reconocido

Después de habérnoslo dado todo, aún saca, no sé de dónde, lo que le exigimos, martirizándolo para exprimirle hasta la última gota. Y así dí...