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miércoles, 31 de agosto de 2022

La mirada del otro

Leo, ya sin sorpresa, que en una discoteca de no sé dónde han prohibido mirar a nadie sin su permiso. Visto cómo está circulando la noticia por los medios, me imagino que se trata de una inteligente campaña publicitaria, porque, ¿cómo sabemos que nos mira otro sin nuestro permiso si no lo estamos mirando sin su permiso?

A una desconocida no se le puede decir que es fea por la misma razón por la que tampoco se le puede decir que es guapa, por no pecar contra la denostada galantería. Como aconsejaba don Luis Morcillo en Unas gotas de humor, a una desconocida lo que hay que decirle, si es que nos vemos en la ineludible necesidad de hablarle, es algo así como "A mí, usted, ni fu ni fa".

O sea, hay que reaccionar ante las desconocidas de la misma manera que reaccionaríamos ante un comedor estilo renacimiento (con la inseguridad de los que han de aparentar que conocen la palabra adecuada para nombrar estas cosas).

martes, 30 de agosto de 2022

Dos cosas

La primera, esta de Sanz Irles: "Primero fuimos la 3ª edad, después, “nuestros mayores”, luego nos quisieron dignificar y fuimos “seniors” y ahora oigo que somos los “silver”. Vamos a ver, atajo de GILIPOLLAS (que no se puede ser más gilipollas), somos viejos, los viejos de toda la vida, ¡bobos de los cojones!"

La segunda. Ayer La Vanguardia nos hizo a los rosamerones un magnífico e inesperado regalo: dedicó dos páginas a una muy sustanciosa entrevista a nuestro autor Álvaro Pombo. "¿Usted cree en Dios", le preguntaron. Y Pombo contestó: "Habría que cambiar la palabra creencia, que es fe, por confianza. Yo tengo confianza".


lunes, 29 de agosto de 2022

Borrachos a caballo

Me preguntan desde Somiedo -tengo que hablarles un día del Monstruo de Somiedo- cuál es la clave de la vida en pareja. 

Buena pregunta, aunque no estoy seguro de que se pueda generalizar una respuesta. Posiblemente los emparejados sean como los no emparejados: no hay dos iguales.

Cuando estaba sometido a las rigideces de la vida laboral y sus horarios, pudiera haber contestado que la vida en pareja nos hace más soportables las tardes de domingo. Pero ahora ya no hay tardes de domingio Con la jubilación, las tardes de domingo se domestican y se convierten en un fragmento más del presente continuo.

Ante preguntas así uno siente la tentación de ponerse tremendo y dedicarle unas cuantas frases redondas a su propio narcisismo. 

Recuerdo aquello que decía Balmes: que el hombre es como un borracho a caballo, que si lo enderezas por aquí se te tuerce por allí. Pues bien, tu pareja es tu caballo.

Dice Aristóteles en la Ética a Nicómaco que el ser humano es "syndiastikós" (1162 a). Podemos traducir este término como "emparejado". Estas son las palabras de Aristóteles: "La relación (philía) entre marido y mujer parece darse por naturaleza. El hombre, por naturaleza, es antes un "syndiastikós" que un "politikós".

domingo, 28 de agosto de 2022

Feminismos

 Esto de Carmen Álvarez Vela

Lectura lenta

Me preguntaba esta semana un periodista por la relevancia de la lectura lenta. La defendí con tres argumentos que son, al mismo tiempo, morales e intelectuales.
 
El primero: la lectura rumiante es uno de los ejercicios imprescindibles para cumplir con el deber moral de ser inteligente. Si automutilarse físicamente es inmoral, no permitir el desarrollo de nuestras capacidades naturales, también lo es. El conocimiento riguroso es moralmente relevante (aunque solo sea porque nos proporciona experiencias de orden), pero, paradójicamente, la conciencia de su relevancia solo se da en quien ya posee conocimientos. La lectura rumiante, nos permite romper el círculo vicioso del narcisismo ignorante.

El segundo: la lectura lenta es un ejercicio muy razonable de humildad. Para leer con atención rumiante conviene no creerse más listo que el autor de cualquiera de los grandes libros de nuestra tradición y, por lo tanto, conviene dejar abierta la posibilidad de que ese autor pueda saber sobre nosotros algunas cosas importantes que el presente nos oculta o ignora. Aceptar como punto de partida que el pasado puede iluminar el presente, nos anima a buscarnos a nosotros mismos, con la mayor atención, en los grandes textos (cuyo tiempo es el presente continuo).

El tercero: La lectura lenta es la mejor vacuna contra el historicismo de baratillo dominante. Hoy es necesario recordar que es un poco ingenuo creer que escribes mejor que Proust por el mero hecho de escribir después de él. Pero eso significa que Proust sigue siendo un maestro de todo aquel que tenga altas expectatvas sobre su escritura. A mi modo de ver, reconocer a otro como maestro no es un gesto de sumisión, sino de grandeza, ya que todo maestro genuino sabe que, al ponernos en contacto con lo grande, está cumpliendo con su deber de incubar deslealtades.

sábado, 27 de agosto de 2022

La hipocresía

Corruptissima republica plurimae leges, decían los romanos. Viendo nuestro mundo, no hay duda de que no andaban equivocados. 

¿Pero es la corrupción de la sociedad la que exige más leyes o es el mismo incremento de las leyes el que provoca la corrupción social? ¿Será el deseo de ser buenos de nuestros legisladores -buenos a la moda, claro- el que nos está empujando hacia la corrupción?

No me voy a meter ahora en este berenjenal. Me limitaré a confesar mi sospecha de que todas estas leyes que están aprobando últimamente nuestros legisladores al amparo de la creciente ideología woke -la última, la famosa del "solo sí es sí"- conducen, inexorablemente, a una sociedad más hipócrita. La hipocresía, como bien vio La Rechefoucauld, no se reduce al arte de la simulación de la virtud carente, sino que es el tributo que el vicio rinde a la virtud cuando lo que se lleva es ser virtuoso y la naturaleza humana, simplemente, no da para tanto. Y esto, sosecho yo, lo sabe muy bien más de uno de los que votan a favor de domesticar la naturaleza humana sustituyendo la prudencia por el miedo a la ley.
 
Alguna vez he dicho, y cada día estoy más convencido de ello, que el nihilismo es el resultado del fracasado intento de sustituir la prudencia por la ciencia. O por la ley, añado ahora.
 

viernes, 26 de agosto de 2022

Rosamerón

Entre los regalos que me ha hecho el azar amigo últimamente, el más improbable y, por lo tanto, el más inesperado, ha sido el de montar una editorial con dos socios más a los cuales el mismo azar amigo ha tenido la generosidad de conducirme. 

- ¿Qué necesidad tienes de meterte en más complicaciones? -me preguntaba mi mujer.

Necesidad, ninguna, pero si el azar amigo llama a tu puerta, lo peor que te puede pasar es que no estés en casa.

Para mi fortuna, mis dos socios son grandes profesionales. Trabajan mucho y muy bien y a mi me dejan el puesto de diletante, que entretiene sin cansar. ¡Y cómo lo estoy disfrutando! 

Nos ha tocado aparecer en unas circunstancias difíciles. El precio del papel se ha disparado y no parece encontrar tope y las ventas se han reducido. Recientemente leía una estadística que aseguraba que en España el 86% de los libros que se publican no llega a los 50 ejemplares de venta. Gracias a Dios no es nuestro caso. A nosotros nos está yendo bien, si bien es cierto que, ya que no podemos prever los ingresos, hemos reducido los gastos corrientes al mínimo.

Tenemos a punto las publicaciones del próximo cuatrimestre y estoy completamente convencido de que no solo nos ayudarán a continuar navegando con vientos portantes, sino que alguno de los libros que tenemos en imprenta dará la campanada. Y, si no, al tiempo.

Fragilidad

La mayor prueba de la fragilidad del hombre es lo fácil que se olvida de su fragilidad.

jueves, 25 de agosto de 2022

Lo posible.

El hombre es, inevitablemente, un ser futurizador, decía Ortega, con razón.

Lo es porque todas las cosas -incluyéndolo a él mismo- están marcadas por la deficiencia de lo que aún no son pero pueden llegar. En la potencia hay siempre la huella de una carencia. En este sentido lo potencial es la manifestación de cierta irrealidad de lo real. O, dicho de otra manera, cuanto más presente tenemos lo potencial, menos consistente se muestra lo real. Lo posible y lo real van en sentido opuesto. Para el hombre lo más real es lo que ya no está, el pasado. No está y, sin embargo, nos arrastra con el peso de la memoria.

Lo posible ontológico tiene siempre algún sentido antropológico. Puede ser deseable y buscado; puede ser imaginado y fabulado; puede ser temido y evitado... Puede ser visto como la obsolescencia del presente y, en este sentido, vivido melancólicamente; como azar o como necesidad, como sorpresa...  etc.

Lo posible puede ser también vivido estratégicamente, como una planificación que puede incorporar o no ciertas renuncias prudenciales. Es el caso, por ejemplo, del trabajo, vivido como una inversión del esfuerzo para conseguir una posibilidad de ocio... Se retuerce lo posible para buscar lo deseable.

La manera más intensa de vivir lo posible es la de la inminencia expectante, que es la que abre para el hombre la posibilidad de la aventura, el juego (y el azar amigo). Aquí se encuentra la posibilidad de vivir la negación como afirmación del deseo y, como diría también Ortega, aquí se encuentran las formas de la vida feliz, cuyo paradigma es la caza.

miércoles, 24 de agosto de 2022

Gente de playa

A partir del 20 de agosto la playa está vacía a las 8 de la mañana. Casi vacía, mejor dicho, porque, vayas a la hora que vayas, siempre hay alguien que ha llegado antes que tú. Pero a la zona que yo acostumbro a ir, no nos encontramos más de tres o cuatro personas a esa hora. A partir de las 8:30 comienzan a llegar, parsimoniosamente, más bañistas.

Hoy me han llamado la atención dos parejas.

La primera ha llegado a la vez que yo. Estaba formada por dos adolescentes de unos 16 años. Ella se bañaba plácidamente y él se movía a su alrededor impulsado por una energía inagotable. Pura vitalidad del macho que estrena su condición. Salía del agua, corría unos metros por la arena y  volvía a zambullirse aparatosamente, estirando los brazos, haciendo giros inverosímles en el aire y riendo de alegría. Una y otra vez, sin parar. Así los he dejado cuando a las 9:15 he vuelto a mi casa.

La segunda ha aparecido más tarde. Unos treinta años. Han extendido sus toallas sobre la arena, han abierto la sombrilla, se han quedado en ropa de baño y él ha lanzado un palo al agua. Ella se ha lanzado a por el palo y ha vuelto junto al chico con el palo en la boca. Han repetido esto varias veces, como si fuera la conducta más natural del mundo y, después, se han estirado sobre las toallas dándose la mano.

martes, 23 de agosto de 2022

El instante

"¡Detente! -le pedía Goethe al instante- ¡Eres tan hermoso!"

Un filósofo musulmás sostenía que el castigo del diablo es no poder detener el instante. Cuando, por ejemplo, le llega el sonido de una bella melodía, quisiera detenerlo, apropiárselo y gozarlo sin descanso. Pero todas las cosas pasan y sólo Dios y el diablo permanecen. Dios vive en el instante porque es lo que siempre es actual; el segundo, está condenado al instante, porque siempre está cayendo en la inactualidad. Pero en ambos casos, el instante es lo eterno en el tiempo.

El hombre moderno ha sido capaz de congelar el instante y guardarlo en sus exomemorias (léase USB, ordenador, teléfono móvil...) para reproducirlo a su antojo cuando quiera. Vive así es una pluralidad de instantes que, si es posible, es porque el instante genuino ha perdido realidad.

domingo, 21 de agosto de 2022

El ser del tiempo

Tiro del apunte anterior.

Aristóteles acertó plenamente al utilizar los conceptos de potencia, acto y deficiencia para explicar la constitución histórica de los seres naturales. El ser es en potencia (tiene potencial) mientras pueda ser lo que aún no es (mientras sea deficiente con respecto a lo que siempre está llegando a ser) y es en acto cuando su potencia cuaja en una forma que podemos señalar como estando (momentáneamente al menos) ahí.

Si el ser lleva en su ser la posibilidad de ser lo que aún no es (en los límites, claro está, definidos por su especie), todo cuanto es está en estado deficiente (el acto es la coyuntura presente de la potencia) y en la captación de esta deficiencia por el sujeto está la posibilidad de lo histórico.

La historia es siempre relato de deficiencias permanentes y actos puntuales.

En este sentido podríamos decir que el universo comienza con una potencia sin acto, una deficiencia pura (dado que el inicio del famoso big-bang no tiene ni forma ni propiamente historia) y acabará como un acto sin potencia (dado que todo cuanto es tendría como destino una sopa cósmica inerte, fría, muda y ajena a toda variación porque no tendría sentido aplicarle el concepto de deficiencia).

Todo esto, perdonen ustedes, tiene que ver con algo que ando intentando escribir sobre el cosmos como unidad imposible de sentido.

El ser y el tiempo

Cada amanecer trae sus colores nuevos al día, que son como un preludio.

Ortega insistía en el carácter futurizador del hombre. Pero esto es como afirmar que somos seres que tienden espontáneamente a encontrar sentido narrativo a la sucesión de cuanto nos rodea. No nos pasan cosas. Nos pasan cosas porque, para que... No vemos cosas. Vemos cosas que son partes de un relato. Así, el amanecer es una introducción. No importa tanto a qué introduce como el hecho de que sea una promesa que confiamos que tenga de forma natural su continuidad.

El primer artículo filosófico que escribí se titulaba "La intuición narrativa" y defendía que todo, cuanto es un objeto de la experiencia, es incorporado a la misma como un momento de una narración cuyo relato está siempre abierto. Añadía que si vemos cosas que son parte de un relato es tanto porque el mero hecho de verlas ya las integra en nuestra biografía, como porque todo cuanto vemos está marcado por la insinuación de lo que aún no es. 

Ser es ser parte de un despliegue temporal.

sábado, 20 de agosto de 2022

67

Cumplo hoy 67 años con -por supuesto- la alegría grande de poder celebrarlos entre los míos, pero con la perplejidad de seguir sintiendo en mi interior, bien fresca y viva, la voz del niño que fui. Se han apagado muchas voces de lo que he sido, que quedan como crónicas y recuerdos, más o menos satisfechos, de distintos pasajes de mi vida. Pero el niño sigue vivo, remoloneando en mi interior, sorprendido de estos años en los que se va adentrando una parte muy sustancial de mí mismo, pero no todo. Algo de mí sigue chapoteando, irreductible, en los charcos de la niñez.

Ya no hago planes para el futuro mediato, pero sigo acumulando proyectos para mañana, eso sí. Mañana, amigos, me gustaría seguir vivo y deseo poder renovar la esperanza de conseguirlo cada día, para poder seguir siendo un futurizador de lo inmediato, dado que mi porvenir a medio plazo ya está escrito.

La esperanza que cree más en mañana que en pasado mañana tiene sus ventajas. Por ejemplo, ya no me preocupa mi C.V. Ya no hago nada para acumular puntos o prestigio o una línea más en mi  currículo. Ahora intento hacer lo que me apetece porque me apetece y, en este sentido, he ganado, sin duda, libertad y, sobre todo, sensibilidad hacia el azar amigo. Es una libertad que se resiente de las herrumbrosas rodillas, del tanteante oído, de la vista cansada; una libertad que no sabe permanecer en la cama cuando se despierta, que se ha vuelto gruñona, pero que disfruta, como nunca lo había hecho antes, de la libertad de pensamiento y, allá hasta donde parece prudente, de la libertad de palabra. Ya saben, "primum non nocere".

viernes, 19 de agosto de 2022

Amanece

El amanecer me pilla despierto.

De hecho, llevo despierto un buen rato. Me acuesto pronto y me levato pronto. Pero hay días que para las cinco de la mañana siento que ya he dormido lo suficiente y no encuentro manera de acomodar mi inquietud al abrigo de la cama, así que me levanto, ando por la casa, bebo agua, curioseo por las redes sociales, leo, escribo, y veo amanecer.

Hoy el amanecer descubre unos azules metálicos, fríos, tiñendo el cielo y el mar. Hay en el horizonte una gruessa linea caprichosa de nubes que juega a un paralelismo imperfecto con la remota línea del mar. Las ramas de las jacarandas, de un verde apagado, como cansado, se agitan frente a mi ventana como si ya fuera otoño. Y no apetece nada ir a darse un baño a la playa. Vuelvo a leer. Pero hoy me cuesta concentrarme y me quedo embobado y vagueo viendo cómo crece la claridad del día.

jueves, 18 de agosto de 2022

La vida hostil

Oigo decir a un bibliotecario que los libros te hacen la vida menos hostil. Pues dependerá de lo que se lea, ¿no? Hay libros sumamente inquietantes. ¿Don Quijote nos hace la vida menos hostil? ¿Y Homero? ¿Y qué decir de Sófocles o Ciorán? ¿Y los libros de historia serios? Los libros, como el saber, no tienen por misión domesticar la vida. De ahí la perversión pedagógica que pretende gamificar el conocimiento. Y si algún gran libro lo insinúa, se cuida mucho de advertirte que, por si acaso, duermas con un ojo abierto. Los libros -los grandes libros- te muestran la complejidad del mundo tal como es reflejada con sutileza por los grandes artistas de la palabra. Y es en ellos donde aprendemos alguna cosa relevante sobre la tragicomedia de la vida.

Oí decir a un vecino de Hoyuelos de la Sierra, cuando al atardecer salen de sus casas para sentarse en los viejos poyos de piedra, que de noche no graniza. No me sabía explicar por qué, pero estaba seguro de ello. Yo tuve que confirmarlo en google. Y así era. El deseo compartido por aquellos vecinos, que parsimoniosamente salían a recibir la brisa que llegaba de lo profundo del bosque, era que lloviera, pero que lo hiciera de noche, para que el granizo no hiciera mal. Eso, la tertulia al relente en el poyo de la puerta, es lo que hace la vida menos hostil.

miércoles, 17 de agosto de 2022

Tras regresar a casa...

Todo el día esperando que, de un momento a otro, el cielo cayera, de pleno, como un pájaro muerto, sobre nuestras cabezas. Pero todo lo que ha caído, hasta este mismo momento, han sido las temperaturas y cuatro tímidas y dispersas gotas de agua. Conociendo la volubilidad de las borrascas de verano en el Mediterráneo, seguro que por algún sitio se las habrán visto con lo que nosotros nos hemos ahorrado. Esta mañana en la playa estábamos cuatro gatos. Olía a final de verano.

Tras regresar a casa, después de diez días memorables en Hoyuelos de la Sierra, en la venerable Sierra de la Demanda, un lugar mágico en el que circula lentamete el tiempo en el tren de cola de la historia, intento poner orden en mis cosas y recuperar el ritmo de trabajo. Sigo con el reinado de Felipe IV, aunque ahora he pasado de sor María Jesús de Ágreda al conde-duque de Olivares. Es este último un personaje político de tal ambición en la intención, que la ejecución era imposible que estuviese a su altura. Además la vida política del conde-duque está dominada, toda ella, por un azar caprichoso e implacable que lo va arrojando a frentes inesperados de la realidad. No me explico cómo este hombre no es más estudiado por los filósofos políticos españoles. Me corrijo: ¿habrá algún filósofo político español que haya estudiado en serio a Olivares? El libro de Gregorio Marañón me parece lamentable. A Cánovas se le escapa viva su realidad... ¿quizás Sánchez de Toca?

Drive my car

Ayer por la noche pude ver, finalmente, Drive my car, la película de Ryusuke Hamaguchi (2021) basada en un relato de Haruki Murakami que tan buenas críticas ha tenido (con la notable excepción de la de Boyero). Es un relato sobre la representación, sobre el hombre como un actor que está representando, inevitablemente, papeles de sí mismo más allá de los cuales no hay ninguna autenticidad que recoja una supuesta verdad. Lo auténtico es el reto de representar el papel que estás reprenetando en este momento de la manera más verosímil posible.

De ahí que, a mi parecer, la clave de la película se encuentre en la penúltima escena, que representa una representación: la del monólogo final de Tío Vania, de Chéjov, uno de los textos más emocionantes, a mi manera de ver, de la literatura universal y que más exigen a los actores:

 

VOINITZKII. -(A SONIA): ¡Cuánto sufro!... ¡Si supieras cuánto sufro, pequeña mía!...

SONIA. -¡Qué se le va a hacer!... ¡Hay que vivir! ¡Y viviremos, tío Vania!... ¡Viviremos una larga, larga sucesión de días, de largos anocheceres... Soportaremos pacientemente las pruebas que nos depare el destino. No descansaremos nunca. Trabajaremos para los demás, ahora y también en la vejez. Y cuando llegue nuestra hora, moriremos resignadamente. Luego, más allá de la tumba, diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que hemos conocido la amargura... Y Dios se apiadará de nosotros. Y entonces, tú y yo, tío..., conoceremos una vida maravillosa..., una vida de ensueño. Nos sentiremos gozosos y, con una sonrisa en nuestros rostros, volveremos con emoción la vista a nuestros actuales sufrimientos, y, por fin, ambos, descansaremos. ¡Yo tengo fe en ello! ¡Lo creo apasionadamente, con todo mi corazón! Y cuando llegue ese momento, descansaremos.  (El telón desciende lentamente.)

martes, 2 de agosto de 2022

A la playa

Me voy a la playa dando vueltas a una frase de Balmes: "El espíritu humano es como un borracho a caballo; cuando se lo endereza por un lado, se tuerce por el otro".

Efectivamente, el hombre no es un problema a resolver, como cree el progresismo, sino un enigma cuya resolución acabaría con lo humano.

Vehemencia

 I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...