Llevo meses sin que me duela nada. Los acúfenos parecen sosegados y los mareos, controlables. Hace buen tiempo, tengo muchas cosas para leer y bastantes más para escribir y voy entregando todo a su tiempo.
Disfrutar de las pausas de calma es una maravilla. La salud es un don, amigos. Y el sol de estas mañanas tan cordiales... Echarse para atrás en la silla del Petit Café, estirar las piernas, dejar caer los brazos y la cabeza y sentir el calor vivificante de este sol invernal. Que tu única preocupación sea si pedir un vermut blanco con patatas o una Alhambra. Los vecinos tienen, todos, su conducta predecible y tranquilizante -¡benditas rutinas!-, como las nubes y los plátanos, que ya empiezan a dejar sentir su rumor germinal. Y el mar, allá lejos, que reclama mi imaginación desde el horizonte. Todo está en orden. Todo encaja.
Eso es la buena vida. Un saludo
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ResponderEliminarNunca separa el cielo.
Ese cielo de ahora
–Aire que yo respiro–
De planeta me colma.
¿Dónde extraviarse, dónde?
Mi centro es este punto:
Cualquiera. ¡Tan plenario
Siempre me aguarda el mundo!
Una tranquilidad
De afirmación constante
Guía a todos los seres,
Que entre tantos enlaces
Universales, presos
En la jornada eterna,
Bajo el sol quieren ser
Y a su querer se entregan
Fatalmente, dichosos
Con la tierra y el mar
De alzarse a lo infinito:
Un rayo de sol más.
Es la luz del primer
Vergel, y aun fulge aquí,
Ante mi faz, sobre esa
Flor, en ese jardín.
Y con empuje henchido
De afluencias amantes
Se ahínca en el sagrado
Presente perdurable
Toda la creación,
Que al despertarse un hombre
Lanza la soledad
A un tumulto de acordes.
(Jorge Guillén. Cántico)
Tenga usted cuidado con la Alhambra, si es verde. Es matadora si no se administra bien.
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