jueves, 11 de marzo de 2021

¿Qué ha cambiado para siempre?

Me preguntaron en Política Exterior qué había cambiado con la pandemia para siempre. Esta fue mi respuesta:

El escritor francés Armand Gatti hizo un viaje a Pekín, junto a un grupo de intelectuales europeos maoístas, a finales de los años sesenta del siglo pasado. Todos fueron recibidos por el Gran Timonel, Mao Zedong, que les autorizó a hacerle preguntas. Gatti se interesó por el futuro. ¿Cómo veía el gran líder el porvenir? Mao metió su mano en un bolsillo, sacó una carpeta, buscó una hoja en blanco, la arrancó y se la entregó.

Quizás Mao estaba queriendo decir a Gatti lo que Napoleón le dijo a Goethe en Erfurt: “¿Para qué queremos ahora el destino? ¡La política es nuestro destino!”.

Pero resulta que no. La política puede creerse soberana mientras la naturaleza permanece dormida, pero cuando a esta le da por sublevarse, es ella la que decreta los estados de excepción. La naturaleza nos dice su verdad inapelable con frecuencia, pero, por naturaleza, la política tiene los oídos taponados de ideología. El insigne Herr Professor Gottlieb Erlöser Panaceo nos lo advirtió en su obra Del cuádruple principio de la insuficiencia de la razón.

Con lo difícil que es adivinar el pasado (como bien saben los historiadores) y nos ponemos a adivinar el futuro. Hay, sin embargo, una razón poderosa para ello: los hombres somos seres futurizadores. Por eso jugamos a predecir las consecuencias de hechos cuya llegada fuimos incapaces de imaginar, como la pandemia de la Covid. En mi humilde opinión, estos tiempos de pandemia nos han dejado dos enseñanzas claras.

La primera es que la moral kantiana está bien para los tiempos en los que la naturaleza calla, pero cuando grita, descubrimos que el principio categórico que nos exige tratar a todo hombre como un fin y no como un medio está por encima de nuestras posibilidades. Así que recurrimos a la moral de urgencia del utilitarismo. Es lo que hemos hecho sin debate, como si no quisiéramos enfrentarnos al hecho de que la moral utilitarista es una moral sacrificial: nos dice a quien hay que sacrificar sin crearnos problemas de conciencia. ¿Recuerdan lo ocurrido en la primera ola con los ancianos?

La segunda enseñanza es el olvido inmediato de la primera.

Volvamos a Gatti. Durante meses, conservó aquella hoja en blanco como una reliquia dialéctica entre las páginas de un libro. Un día sus hijos sacaron el libro de la estantería, encontraron la hoja y la llenaron de garabatos indescifrables.

4 comentarios:

  1. Lo de los ancianos fue terrible. Un beso

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  2. Grande G.E. Panaceo.
    En cuanto a las lecciones de nos olvida el kantismo, y se nos olvida que se nos ha olvidado.pero podemos recordar aquello de que el mal es banal y que no se trata de una frase hecha.

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    1. Ya sabía yo que habría alguien con quien compartir mi entusiasmo por Panaceo.

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  3. La fecha de publicación (11 de marzo) y el título de este post también parecen un guiño que el pasado le hizo al futuro. Hablaba usted de cómo Bentham le gana la partida a Kant en situaciones exigentes. Sucedió con la pandemia y sucedió en esa misma fecha en 2004. Veremos cuánto tiempo se requiere para que llegue el Rawls de turno que nos enfrente a las contradicciones de nuestros días.

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