Ya hay que dormir con las ventanas cerradas. Hay que arroparse, buscar entre las sábanas el calor que nos falta. Es posible, de nuevo, reencontrarse con la intimidad.
La intimidad es el espacio que hay entre la pasión pura y la acción pura.
En la pasión pura algo que surge de nosotros se apodera de nosotros y nos encierra en nosotros mismos. En la acción pura, algo que nos saca de nosotros nos confunde con la actividad que realizamos.
La pasión pura: el enamoramiento, el duelo... No hay manera de alejarse de nuestras emociones. El mundo se reduce al latido de nuestro corazón.
La acción pura: el juego del niño. La vida entera está en la acción. Nos volcamos en ella. El mundo se reduce al juguete que tenemos entre manos.
Se necesita un espacio intermedio para hacer posible la reflexión serena sobre nosotros mismos que nos permita, por ejemplo, preguntarnos por qué, si conocemos lo bueno, con tanta frecuencia elijamos lo malo.
Tengo que perder peso.
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