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viernes, 4 de julio de 2014

Entre los ángeles custodios

Esta mañana he dado una conferencia en la escuela de verano del Institut de la Seguretat Pública de Catalunya. Se titulaba "La educación en un tiempo de cambio", pero en realidad les he dicho que si todo cambia, es absurdo hablar de educación. Me he sentido cómodo hablando entre policías y bomberos y creo que les ha interesado lo que he dicho. 

Todo lo que hago, lo hago como lo que soy, y entre lo que soy, está mi licenciatura en Ciencias de la Educación. Sin embargo, como ustedes saben bien, soy muy crítico con los pedagogos oficiales. Pero quiero aclarar algo importante: no los critico por ser pedagogos, sino porque sólo son pedagogos.

6 comentarios:

  1. Le quiero pedir un favor Sr. Luri.

    No soy profesional de la educación sino de otro sector, pero que compagino con la labor académica especializada y la escritura de opinión y conocimiento en medios de mi profesión.

    La universidad privada donde imparto clases me ha incluido en un grupo de excelencia de investigación en innovación educativa, incluidos los aspectos del entorno físico. ¿Me podría recomendar algún libro de interés? Ya sé que el mundo universitario en España está en un momento complicado, por eso me gustaría saber más en profundidad sobre ello y conocer qué se está debatiendo, al igual que saber de casos de buena enseñanza universitaria.

    Muchas gracias.

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  2. Si va usted a la segunda entrada "Pedagogía" de las etiquetas de la derecha, verá usted algunos de los libros que leo sobre educación.

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    1. Se lo agradezco mucho, ya me leeré las 365 entradas de "Pedagogía".

      Adquirí y he dado a conocer su libro "Por una educación republicana", que en su día me recomendó.

      Cordialmente..

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  3. Cuando usted afirma, señor Luri, que todo cambia, ¿quiere decir exactamente que todo cambia o solamente que hay muchas o bastantes cosas que cambian? ¿Quiere significar también que el cambio es permanente y constante como un río que nunca es el mismo y que solamente podemos, por consiguiente y de mala manera, educar en pasado y nunca ni en presente ni futuro?

    ¿Hay algo importante desde el punto de vista de la educación que no cambie y al que nos podamos asir para, precisamente, ayudar a formar personas educadas en el amplio y mejor sentido de la expresión?

    Por cuestiones que no vienen al caso estoy viviendo muy de cerca la experiencia de educar a un niño que fue adoptado con cuatro años y que ahora, con trece cumplidos, ha perdido a su madre adoptante que era una mujer soltera. Ahora al niño no le falta en absoluto ni atención, ni cariño ni amor del resto de la familia, lo tiene todo y más, pero yo he detectado dos cosas que no me gustan. Por el lado del niño la sensación que no tiene, ni su madre con el amor que le dio consiguió que lo tuviera, bien formado el concepto de madre más allá de ver en ella a una señora que lo cuidaba, tal vez exagero un poco, pero no demasiado. Y por parte de la familia la necesidad imperiosa de pasar página lo más rápidamente posible y alejar al niño de cualquier sentimiento de tristeza, angustia y pena. Antes el duelo duraba años y era impostado e hipócrita y ahora tengo la sensación que no dura siquiera el tiempo que tardan en incinerar a los cadáveres, y como todo el mundo dice que la vida sigue, no sea que la congoja nos impida montarnos una buena fiesta.

    Eso, elegir una actitud u otra, también es educación, ¿no?

    Saludos y perdón por exponer algo personal.

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    1. Es una creencia propia de nuestro tiempo tener por mejor la idea más reciente. O, si se quiere, tener al presente por juez del pasado. ¿Pero por qué el presente ha de ser el juez inapelable de la historia? El historicismo, a mi modo de ver, más que al nihilismo, nos condena a la frivolidad.
      ¿Qué ocurre si nos decidimos a mirar el presente a partir, por ejemplo, de los ojos de Platón? Pues que inmediatamente descubrimos permanencias. A la preservación de esas permanencias le hemos dado el nombre de humanismo. ¿Cuáles son esas permanencias? Son muchas y creo que cada uno debe hacer el esfuerzo de descubrirlas, pero le apuntaré sólo unas pocas: la educación de la atención profunda, la capacidad parar postergar la gratificación (es decir, para soportar la frustración: el pensamiento estratégico), la destreza para moverse con soltura en diferentes ámbitos (lo cual exige a su vez un dominio lingüístico y de las formas)...

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  4. Apreciado señor Luri, muchas gracias por su respuesta, es usted muy amable. No he podido dárselas antes por necesidades del trabajo que, sin duda, son más exigentes.

    Abusando un poco más de su amabilidad, y en relación a ese niño que le comentaba y que ahora está iniciando su pubertad, tiene 13 años, me gustaría también preguntarle sobre la importancia y el poder del comportamiento mimético, de la pura imitación, en el comportamiento y la educación de las personas o de algunas de ellas y, en este sentido, la capacidad que tienen, este niño la tiene, de mimetizarse en el paisanaje como mecanismo de supervivencia y de convivencia parecido al personaje de Woody Allen en su película “Zélig”.

    La sensación, como puede imaginar, es de billete falso, de estafa, de sucedáneo, de estar comiendo un gato cuando te han dicho que era una liebre.

    Gracias y saludos.

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