En Así Habló Zaratustra, Nietzsche decidió describirnos a nosotros, los ciudadanos del siglo XXI. Es difícil leer lo que dice sin sentir que "eso es lo que hay":
“¡Ay! Llega el tiempo en que el hombre no dará ya a luz ninguna estrella. ¡Ay! Llega el tiempo del hombre más despreciable, el incapaz de despreciarse a sí mismo. ¡Mirad! Yo os muestro el último hombre. “¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo? ¿Qué es estrella?” - así pregunta el último hombre, y parpadea.
La tierra se ha vuelto pequeña, y sobre ella da saltos el último hombre, que todo lo empequeñece. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más tiempo vive.
“Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últimos hombres, y parpadean.
Han abandonado los lugares en los que era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente incluso ama al vecino y se restriega contra él: pues necesita calor.
Enfermar y desconfiar se ha vuelto pecaminoso: la gente camina con cuidado. Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con hombres! Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable.
La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura que el entretenimiento no canse. La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas son demasiado molestas. ¿Quién quiere gobernar? ¿Quién aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas.
¡Ningún pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio.
“En otro tiempo todo el mundo desvariaba” - dicen los más sutiles, y parpadean. Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa discutiendo, pero pronto se reconcilia - de lo contrario, se estropea el estómago. La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud. “Nosotros hemos inventado la felicidad” - dicen los últimos hombres, y parpadean.”
Una magnífica descripció del que és la fecilitat. I una gran recepta que el món necessita amb urgència.
ResponderEliminarPues eso.
EliminarLa felicidad es de plebeyos.
ResponderEliminarEso decía Goethe. Sancho Panza siempre es más feliz que do Quijote, porque se contenta con tocarles el culo a las cocineras de las casas de los ricos.
EliminarLas vísperas de aquel verano sin nubes de 1914 había muchos espíritus selectos en Europa que dilataban su pecho sintiéndose superiores al vulgo a partir de reflexiones como estas y otras. E iban en serio. Algunos corrieron a alistarse.
ResponderEliminarLos doctos que sobrevivieron a la Segunda guerra de los Treinta Años se dividieron en dos clases : los "hunos", los que estetizaron su experiencia , los Jünger o los Celine, la generación que divinizó a Heidegger e insultaba a Cassirer , no sé si incluir a gente como Leo Strauss... Y los otros ,que reconocieron que hay una vulgaridad que es salud, que la felicidad es un espejismo que no siempre es innoble y que, sobre todo,se puede ser tremendamente vulgar y totalmente decente; esto lo explicó muy bien gente como Thomas Mann u Orwell.
Don Anónimo, la cuestión que plantea usted no puede ser más interesante. Y yo estaría dispuesto a darle la razón si protegiendo a la moralidad "tremendamente vulgar y totalmente decente" no hubiese habido un hombre como Churchill y si no temiese que la desaparición de los Churchill pudiera tener como consecuencia la desaparición de la moralidad popular.
EliminarSí, la figura de Cassier es central para pensar la impotencia de una filosofía que no quiere hablar de ética frente a una filosofía que niega su posibilidad (Heidegger). El problema del último hombre reside, precisamente, en que se queda felizmente desarmado porque piensa que ya son imposibles las primaveras cargadas de nubes de 1933.
Por último: no creo, honestamente, que Nietzsche se hubiese sentido reconocido en los jóvenes alemanes que partían al frente con su Zaratustra en el bolsillo.
La decencia y el coraje de la plebe no depende de la megalopsyquia de los patricios. Esto lo explicó muy Vassili Grossman
ResponderEliminarA mi parecer un pueblo tiene una inmensa fortuna cuando dispone de un Churchhill -sin duda un accidente natural- que puede reivindicar el honor colectivo tras una derrota como la de Dunkerke.
ResponderEliminarBien está que el tribuno de la plebe alce su voz en defensa de la vulgaridad noble, decente y feliz. Lo digo sin ironía.
ResponderEliminarAhora bien, tengo que decir que, sin espíritus selectos, yo me ahogaría en este universo como una mosca sin patas en un barreño.
El "último hombre" de Nietzsche no es que sea vulgar, es kitsch. En mi imaginación, es una pesadilla andante rodeada de libros de autoayuda y buenos sentimientos.
Tras la gran guerra surgieron nuevos movimientos caracterizados por ser de masas, por apelar a esas masas supuestamente tan sanas y tan decentes, y por despreciar -y anhelar destruir- lo "patricio". Sus líderes procedían de "las masas", sus propuestas eran llevar a esas masas a la felicidad. Eran movimientos esencialmente renovadores, que rompían con la gran tradición de pensamiento clásica, con las religiones y con otras antiguallas. Sus nombres fueron nacionalsocialismo y comunismo.
ResponderEliminarDon Gato: Ortega dice por algún sitio que quien reniegue del elitismo que levante la mano y diga que no quiere ser gobernado por los mejores. Y nuestro problema es que esta afirmación ya nos resulta escandalosamente elitista.
ResponderEliminarEn cuanto a esas masas constituidas por hombres tan decentes, nada mejor que las palabras de Eric Voegelin a propósito del On Tyranny, de Strauss:
ResponderEliminar“one of the finest parts of Professor Strauss’s analysis concerns the subtle gradation of human ranks”–the wise man, the just man, the brave man, the gentleman, and so on, leading to “the socially relevant type which the tyrant must face in the mass” who “can be handled by various enticements and fears, by prizes for good conduct and by persuasion"
Acabo de leer un libe desolador: "La comisión para la inmortalización", de John Gray. Parece claro -ya me perdonará la objeción, don bacon- que no el nacionalsocialismo ni el comunismo apreciaban a las masas más que como materia prima para crear el hombre nuevo. Kojève, filósofo, funcionario del Mercado Común Europeo y espía de la KGB, lo tenía claro: el hombre nuevo de Stalin no era sino un atajo para convertir a los rusos en norteamericanos.... no sé si no me he ido por los cerros de Úbeda...
ResponderEliminarDon Gregorio, si se va por los cerros que sea, yo le sigo, o al menos lo intento. Permítame que añada: Kojeve, amigo intelectual y corresponsal de Leo Strauss (conoce Vd. sin duda On Tyranny y el diálogo entre ambos. Kojeve, el mayor hegeliano de su época, ya no demasiado hegeliana. Lo de espía de la KGB no está claro. Dada su afición a los asuntos de espías, si sabe algo sobre lo que pueda haber de verdad en la relación entre Kojeve y la KGB, ése sí que sería un libro tremendo.
ResponderEliminarDice Vd. "ni el nacionalsocialismo ni el comunismo apreciaban a las masas más que como materia prima para crear el hombre nuevo". Pues claro, como hoy: el gobernante halaga a las masas para llevarlas por el buen camino. El camino de hoy no es, de momento, la guerra (a ver si eso dura), eso hemos ganado, sólo el hedonismo consumista, la destrucción de todo sentido crítico, la degradación de la educación, el aborregamiento, convencernos a la gente de que lo bueno es lo que se nos propone por parte de las agencias de publicidad vía TV.
Quien de verdad aprecie a las masas, lo que le propondrá a cada uno de los individuos que la componen, D. Gregorio, es que deje de ser masa. y ahora lo digo en el sentido de Ortega: que se levante, que abandone esa mediocridad cómoda, que se exija así mismo, que busque mejorarse para poder mejorar la sociedad, que, ante todo, se instruya, para poder vivir la vida buena, la que es digna de vivirse. Justo lo contrario de nuestra "felicidad" sanchopancesca. Que, por cierto, nunca es decente.
ResponderEliminarJosé Luis López Bulla contaba en una ocasión en su blog (“Metiendo bulla”, 8 de marzo de 2007) que un matrimonio de Don Benito (Badajoz) ganó un montón de millones jugando a La Primitiva. Cuando una televisión los entrevistó y le preguntó qué pensaban hacer con el dinero, la mujer, que citó al periodista “fuera de horas de trabajo”, le dijo: “Voy a dejar la empresa en cuanto me encuentren una sustituta”. A mí este me parece un magnífico ejemplo de aristocracia ética.
ResponderEliminarCuando un amigo me preguntó que me parecía "La carretera" de Cormac Mccarthy , que nos adelanta unos muy verosímiles "Últimos días de la Humanidad": los cielos ya se han oscurecido antes pero nunca fuimos tantos ,le contesté que un poema elegíaco... John Gray es un misántropo y sobre la misantropía no se puede construir nada, como saben los grandes poetas cómicos de todos los tiempos que son los mejores críticos de esta enfermedad del espíritu.
ResponderEliminarTodos los seres pluricelulares tenemos que morir: que gran verdad. Pobre Balfour, pobres embalsamadores de Lenin.
Lenin no tuvo tiempo de convertirse en un Deng, pero los viejos camaradas de Mao si pudieron desplazar a los que éste había designado como sus sucesores: fascinante la narración de Jean Luc Domenach . Cuando le preguntaron al último de ellos que le parecían las críticas al ascenso chino contestó que eran cosas de extranjeros con el estómago lleno. Tenía razón.
Elegir a los mejores para gobernar. Claro. También los médicos. ¿Cuál es el equivalente al MIR para los políticos?.No lo hay. ¿Por qué? Para empezar: Jean Surowiecki "Cien mejor que uno", por ejemplo.
"..Que hay una vulgaridad que es salud, que la felicidad es un espejismo que no siempre es innoble y que, sobre todo,se puede ser tremendamente vulgar y totalmente decente; esto lo explicó muy bien gente como Thomas Mann u Orwell."
Muy bonito.Pero a veces "decency" es mejor traducirlo por "civilizado".Y no me toque a Strauss.
Karl Mill.
Don Karl me obliga siempre a usted a leerme sus comentarios un par de veces, cosa que le agradezco, claro.
ResponderEliminarLa misantropía es otro tema que tenemos que hablar usted y yo ante una botella de vino... aunque con los temas pendientes, con una no tenemos para nada.
He leído a Gray justo antes de empezar con las 2.000 (dos mil) páginas de las memorias de Iliá Ehrenburg, como propedéutica.
No es infrecuente que cuando me invitan a dar conferencias añadan una advertencia a la invitación: "no lo ponga difícil". No hace mucho me lo advirtieron en una institución barcelonesa muy reconocida internacionalmente. Desde hace un tiempo contesto lo mismo: no estoy dispuesto a rebajar mi discurso, si acaso avise usted a los asistentes que deben ponerse de puntillas. Tras las risas de rigor me vuelven a insistir: "pero no lo ponga difícil, por favor."
Les dejo unas perlitas...Nietzsche, Goethe, Sancho Panza, Don Quijote,Jünger,Celine,Heidegger,Leo Strauss,Mann, Orwell,Churchill,Heidegger,Grossman,Ortega,Voegelin,Gray, Kojève,Hegel,Bulla,Mccarthy,Balfour,Lenin,Mao,Domenach,Surowiecki,Ehrenburg, (la cocinera, la mujer casada de la lotería y la sustituta)...ciertamente el consejo de Platón es acertado no hagas caso de Sócrates -ni de nadie- y pone simbólicamente los guantes de boxeo!.
ResponderEliminarY lo mejor de todo es que hablamos de lo que nos da la gana como nos da la gana sin insultar a nadie y sin obligar a nadie a leernos. ¿No le parece a usted fantástico?
ResponderEliminarpor supuesto es fantástico!!
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