Ando como Teodas, confundido por el diablo y dispuesto a cualquier herejía si no se calma la mar de fondo de mi escacharrado laberinto. Creo que va a diluviar.
Aprovecho para insistir en alguna de mis queridas barbaridades teológico-pedagógicas. Cuando hablo con los maestros (cada vez menos: disfruto más hablando con los padres) suelo decirles que no hagan mucho caso de los teóricos, por dos razones fundamentales: porque un aula no cabe en ningún tratado pedagógico y porque los teóricos pedagógicos improvisan mucho y con mucho entusiasmo. Como ejemplo de esto, les hablo del mito del cerebro derecho y del izquierdo, asegurándoles que el cerebro es una unidad funcional que no se administra por negociados. Me suelen mirar perplejos y, por supuesto, no me hacen caso. Hoy me he encontrado con un artículo que me proporciona algunos argumentos valiosos para llevar adelante mi cruzada contra el papanatismo pedagógico. Es este:
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