Pues hoy nos hemos levantado mi Agente Provocador y yo con el cuerpo marchoso y nos hemos ido a comer a la Barceloneta, andando, claro. 20 km a pie desde la puerta de nuestra casa hasta la mesa del restaurante. Y después de comer, como seguíamos con el depósito de energía a buen nivel nos hemos puesto a caminar, de vuelta a casa, y hemos hecho otros veinte kilómetros.
Al tomar el paseo de la playa hemos visto una columna de humo negro que se elevaba al cielo desganada, como un beato arrepentido, desde un punto indefinido de Barcelona,
poniendo en el horizonte un punto de dramatismo.
San Adrián. Un recuerdo para Javier Pérez Andújar,
capaz de convertir las chimeneas en literatura.
Ya saben ustedes que las líneas rectas son todas unas mentirosas,
y que la verdad es curva, por eso nos acercamos a la meta alargando el camino.
Ni molinos ni gigantes, unas cuantas familias marroquíes jugando
a la sombra de las fábricas en flor.
Y siguiendo el camino de las chimeneas se llega a la Feria de Abril,
aparcada en el Forum de las Culturas.
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