Ahora que la cultura general es tan denostada, porque lo que mola no es saber, sino aprender a aprender, y en lugar de memoria preferimos tener creatividad, me parece más importante que nunca rendir un homenaje a esta vieja dama que, sin duda conoció mejores tiempos.
- El aprendizaje de conocimientos factuales es imprescindible. No se puede enseñar a los alumnos competencias como el análisis, la síntesis o el pensamiento crítico si no poseen una cultura general. La cultura general es una condición sine qua non del aprendizaje de competencias. Cuando reflexionamos, reflexionamos sobre algo. La acción de reflexionar implica reordenar las informaciones que tenemos sobre un tema para hallar un nuevo encaje entre ellas, por eso para reflexionar bien hay que conocer bien los hechos. Cada campo del saber tiene no sólo un objeto de estudio específico sino también una específica manera de abordarlo.
- Las facultades intelectuales que queremos estimular en nuestros alumnos (reflexionar de manera lógica con una mirada crítica) son indisociables de la cultura general, porque para reflexionar necesitamos usar nuestra memoria. Enfrentados a un problema, comenzamos por buscar la solución en nuestros recuerdos. Sabemos que la diferencia entre los mejores jugadores de ajedrez del mundo no es su razonamiento táctico, sino la memoria de situaciones y posiciones semejantes a la que tienen que enfrentarse en cada momento.
- La cultura general nos ayuda a aprender. Cuantos más conocimientos tenemos, más fácilmente adquirimos conocimientos nuevos. Los expertos siempre aprenden mejor que los novicios. Recordamos mejor de las cosas que tienen un sentido para nosotros. Esto significa que la cantidad de información que retenemos depende de la cantidad de información que ya tenemos. Por eso la única manera de superar un retraso es adquirir más conocimiento que los otros. No recuperamos el retraso de un alumno proporcionándole técnicas de estudio, sino dotándolo de datos y de estrategias categoriales (o sea: las disciplinas) para analizarlos.
- En la resolución de problemas el alumno debe distinguir entre su estructura profunda (el problema lógico implícito) y su estructura superficial (el redactado del problema). Dos problemas pueden tener la misma estructura profunda y estructuras superficiales muy diferentes. Como todo profesor sabe, los alumnos tienden a confundir los dos niveles con facilidad. La estructura profunda no es evidente a priori. Incluso puede haber un número ilimitado de estructuras profundas en un problema. Para discernir la estructura profunda hay que entender las relaciones entre las partes de un problema y discriminar las relevantes para resolver la pregunta que nos plantean. Lo que sabemos es que cuanto más se entrena, más fácil es hallar la solución. Es imposible ser competente en un ejercicio mental sin un entrenamiento sostenido y prolongado. Sólo la repetición facilita la transferencia. Imaginemos que existiera una teoría general del juego. Si nos especializásemos en ella, seríamos expertos en teoría general del juego, pero no por ello sabríamos jugar bien ningún juego concreto. Para dominar un juego hay que jugar, durante mucho tiempo, porque sólo el ejercicio continuado permite el desarrollo de analogías entre las estrategias del pasado que tuvieron éxito y las estrategias que debemos poner en marcha en el presente. La analogía, o la transferencia, sólo se hace presente para los familiarizados en el trato de un problema.
- La cultura general nos ayuda a comprender y, por lo tanto, a leer. Para comprender un texto necesitamos comprender las relaciones entre sus partes, no es suficiente con comprender cada parte independientemente del resto. Comprendemos y retenemos mejor lo que leemos si ya poseemos información sobre el tema porque podemos establecer relaciones fuertes entre lo nuevo y lo sabido. Al mismo tiempo, la lectura frecuente incrementa nuestra cultura general. Pero esto no significa que cualquier libro sea beneficioso para el niño.
- No es cierto que la imaginación sea más importante que el saber. Sin saber no hay imaginación. No se puede pedir a unos alumnos que se imaginen la vida cotidiana en una selva tropical si carecen de datos. Sólo nos ofrecerán banalidades.
- Y lo más importante de todo: Lo opuesto a la cultura general es la cultura particular. La más particular de todas es la de nuestra tribu... porque la idiocia no sé si puede merecer el nombre de cultura.