jueves, 9 de julio de 2009

Otros mundos

Llevo todo el día en el tren, de aquí para allá. Y como RENFE es un ente más difícil de comprender que el de Parménides, no he podido evitar recordar a aquel hombre que despertó una súbita corriente de piedad colectiva en el Mercat de la Boquería de Barcelona.
Vamos por partes.
Los hechos inmediatos: Que RENFE se retrasa, se avería, ofrece instrucciones contradictorias a los pasajeros (cuando las ofrece), etc, etc.
Los hechos rememorados: Una mañana de hace unos años, cuando los problemas con la RENFE eran la desesperación nuestra de cada día en Barcelona. Había ido yo a comprar unos chuletones de ternera a la Boquería (seis euros el kilo más baratos que en Ocata, créanme) y de paso aproveché para comprar también el pan en un puesto cercano. Había mucha gente arremolinada y su número se iba incrementando porque las dependientas no eran capaces de atender con orden las demandas de la clientela (a veces formuladas de forma críptica por los turistas, todo hay que decirlo). Como, además, unos teníamos número y otros no, se acabó organizando un considerable guirigay. Una de las dependientas se iba poniendo de forma bien visible cada vez más nerviosa y, finalmente, se arrancó a gritos lamentándose del desorden de su trabajo y de las impertinencias que tenía que soportar. No había en el mundo -insistía una y otra vez- trabajo más esclavo que el suyo.
- No esté usted tan segura -le dijo un señor de mediana edad.
- ¿Qué no? ¿No me dirá que es usted enterrador o algo así? ¡Ahora mismo le cambio el trabajo, tenga usted el que tenga.
- ¡No se atreverá!.
- ¡Peor que el mío no será! ¡Mire como está el patio!
- ¡Mucho peor!
Estas palabras provocaron inmediatamente un silencio expectante. Todos esperábamos impacientemente la continuación.
- ¡Trabajo en información al cliente en la RENFE!
Un arrebato de solidaridad instantánea nos unió a todos con aquel pobre hombre. De manera automática nos echamos atrás un paso y le cedimos la vez, para que pidiera lo que le diera la real gana pedir.
Hay, efectivamente, otros mundos, y en ellos viven muchos extraños con los que nos cruzamos cada día.
En la estación de Mataró alguien ha escrito: "Mataró corrupta: Especulación hurbanística". Me imagino que se propone combatir la especulación urbanística con la ortográfica. Si es así... ¡quién sabe a dónde conducirá esta aventura reivindicativa que acaba de iniciar este ciudadano anónimo!
Para poner todo en su sitio tengo que añadir que hay algo que detesto infinitamente más que los retrasos de la RENFE: la gente que aprovecha el trayecto para hablar a gritos por el móvil. ¡Si al menos tuviesen algo interesante que decir! En la lista de mis manías tengo inmediatamente a continuación a los que ponen los pies en los asientos de delante (sin olvidar a los cantantes).

23 comentarios:

  1. Coñe Don Gregorio, despues del ensayo de la escuela contra el mundo, ¿no ha pensado Ud, en escribir algo de narrativa? es genial, me recuerda a Einrich Böll en su obra, algo va a suceder y otros relatos, genial su exposición, su trama. Creo que esta ensayando en este blog, siga asi... !!!genial¡¡¡¡

    ResponderEliminar
  2. De acuerdo con Ruben, pero no hay porque dejar el tema escolar. La segunda parte debería ser 'Las muchas escuelas contra los muchos mundos que hay por ahí'... En el apartado de orientación profesional podría hablar de los oficios de riesgo, como los mencionados. Sobre lo de hablar a gritos por el mòbil y poner los pies, culpa de la escuela también que no enseña lo que debe enseñar, según dice la gente.

    ResponderEliminar
  3. A mí el tren me llevó al divorcio. Creo. En cualquier caso, vaya con cuidado. No se vea en la calle por llegar tarde. Quizá la solución pase por el chuletón ocatense.

    ResponderEliminar
  4. No he podido hacer otra cosa que reírme a carcajadas. La realidad supera la picardía del Bachiller Lucas Trapaza.

    - Sobre el pobre empleado de RENFE: mal trabajo, ¡pardiez! Como los pobres que te atienden en Telefónica, Ya.com y otros entes. Les intento hablar con educación y paciencia, que pierdo al cabo de media hora de pulsar teclas en el teléfono y hablar con máquinas.

    - ¿Quiénes somos nosotros para oponernos a una revolución contra la especulación Hurbanística? Voy a la calle a buscar un guardia Hurbano.

    - Sobre civismo en el tren: tengo costumbre de llevar siempre el móvil en silencio y en vibración. Me da hasta vergüenza que se oiga. Me parece una falta de respeto (hasta en casa) romper el silencio o la melodía de una canción con el último politono. Lo de hablar a gritos (todo el mundo sabe que hablando a gritos por teléfono o a una persona que no sepa tu idioma te entienden mejor) es remediable.

    Hace poco, en el AVE de las 6:30h, mientras ponían "El niño del pijama de rayas", me levanté llegando a Zaragoza y me acerqué, primero, a los asientos inmediatamente anteriores, dejando claro que se podían entender a un volumen menor, que estaban hablando de información confidencial de sus respectivas empresas, que estaban profanando algunos términos informáticos y que, ninguna de las cosas anteriores, me interesaba lo más mínimo. La chica de al lado vociferaba sobre el micrófono de una BlackBerry y le dije que, por favor, respetara un mínimo de silencio. En el viaje de vuelta la fortuna me volvió a sonreír: el tipo del al lado no me dejaba dormir porque habló por teléfono durante 2 horas seguidas. Andaba yo con remordimientos de conciencia por lo que había dicho a esos señores en el viaje de ida, y no dije nada más. Sufro de mala leche a veces. Abrí los ojos y me encuentro al tipo de al lado con los zapatos quitados y apoyados en el asiento de delante. Por ahí no paso.
    - ¿Te importaría ponerte los zapatos, por favor?.
    - Sí, sí que me importa.

    Con toda la tranquilidad le contesté, con el dedo índice derecho apuntando a sus pies:
    - Ponte los zapatos.

    Se los puso él y otro tipo que había en el vagón.

    (Se me ha olvidado decir que la de la BlackBerry llamó a una amiga suya para decirle que un gilipollas le había dicho que se callara, y ella habla donde y cuando le da la gana, y que ningún capullo le iba a decir a ella...).

    Estamos acostumbrados a callar en esos momentos en los que esas cosas importantes, las cosas como el silencio, o el civismo, o lo que es público, se ven ultrajadas, normalmente, por la falta de educación: los móviles, los niños mal educados cuyos padres hacen como el que oye llover, los empujones al subir al tren, el conductor del BUS que dice que está hasta sus genitales, el que no se levanta a ceder un asiento, el dependiente de "El Corte Inglés" que te habla como si fueras un ser inferior, el que pone la música (¿música?) a todo volumen en el coche, el que se te cuela comprando el pan... Hay que decirlo: no pasa nada. Tenemos derecho y los límites los ponemos y cuidamos entre todos.

    Aunque a veces pienso que así le damos más morbo al anti-civismo, alguno aprenderá a ser un poco más civilizado.

    ResponderEliminar
  5. Tienen hustedes en Hocata a gente muy leída, Don Gregorio, porque sin duda que heso hes un omenaje a Oracio Holiveira.

    ResponderEliminar
  6. Sólo pongo los pies en el asiento de delante cuando coinciden dos factores:

    1. Estoy agotada de ir siriviendo platos todo el día y mis pies arden si no los pongo a más altura de la habitual.

    2. No hay nadie en el vagón/el que está en el vagón está al otro extremo.

    A mí me molestan los móviles con reggaeton, tecno o parecidos a todo volumen. ¡Con lo precioso que es el gañido de las ruedas contra las vías, especialmente cuando hay curvas...! ¡Y el pitido de las puertas, que avisa que se cierran! Y la grabación que informa de la siguiente parada y de sus correspondencias, y cito textual de ayer, línea C7, Barcelona Sants:

    correspondencia con: C1, C3- correspondencia con: C1, C3- correspondencia con: C1, C3- correspondencia con: C1, C3- correspondencia con: C1, C3- correspondencia con: C1, C3-

    (etc.)

    (Pero como a veces pongo los pies en el asiento de delante, no me veo con derecho a quejarme de la banda sonora indeseada).

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  7. http://www.edition-grasset.fr/chapitres/ch_ferry_jerphagnon.htm

    Se trata de una conferencia que dieron aquí,

    http://collegedephilosophie.blogspot.com/

    En la página del colegio, discusión sobre educación.

    ResponderEliminar
  8. Realment la RENFE és un món en si mateix. Jo ja fa un temps, bastant, que l'he deixat de banda i em trobo millor. El psiquiatra m'ho va recomenar. TMB, Transports Metropolitants de Barcelona, convoca cada any un concurs de relats curts sobre històries del tren i el metro; una gran idea, els transports públics (o púbics) donen per molts relats. Jo el que proposo és un concurs sobre relats curts de males experiències amb la RENFE. Jo en podria presentar traqnul·lament una desena.

    Tema malaeducació al tren: a mi em molesta més, mole més, la gent que escolta música amb el telèfon mòbil sense auriculars, talment ningu més viatgés al vagó.

    Tema feines de risc: a la meva el risc bé donat per la feina en si; el risc a equivocar-se en la previsió del temps, que al cap i a la fi és una previsió del que passarà al futur sense cap mena d'ajuda essotèrica. I després rebem com rebem!

    ResponderEliminar
  9. La Boquería se ha convertido en una atracción turísta más, una pena. ¿No lo cree así usted?

    ResponderEliminar
  10. Don Ruben: Lo llamo al orden. Sea más comedido, por favor.

    ResponderEliminar
  11. Doña Julia: La escuela no se merece anta crítica, tampoco es tan poderosa... ¿No le parece? NO hay institución a la que se critique más... a la vez que se le pide tanto.

    ResponderEliminar
  12. Adu: Yo no cojo un tranvía llamado Deseo, sino el cercanías de Mataró, que no da para tanto.

    ResponderEliminar
  13. Don Silencios: Lo proclamo ahora mismo y ante todo el mundo, un héroe de nuestro tiempo.
    Hace unos años hice un viaje a Nueva York y anduve bastante en metro. El trayecto más peligroso fue el de Barcelona-Ocata en tren. por la noche, rodeado de una panda de gamberros.

    ResponderEliminar
  14. Arrebatos: La pintada está en Mataró. A cada uno lo suyo.

    ResponderEliminar
  15. Noia: Lo de los pies... aunque sea usted, imperdonable. Lo de la música, es el volumen lo que resulta un incordio.

    ResponderEliminar
  16. Claudio: Me ha parecido especialmente interesante el artículo sobre la sociedad paranoica.

    ResponderEliminar
  17. Abelunimbus: Yo doy fe ante quien sea de que usted siempre acierta. En todo caso será el tiempo el que se desvía de sus predicciones.

    ResponderEliminar
  18. Flaminio: La Boquería se ha convertido en la despensa de Las Ramblas. Y las Ramblas en algo para mi irreconocible.

    ResponderEliminar
  19. Me ha gustado lo de 'escepticismo dogmático'.
    Me parece que siempre es mejor quedarse con la explicación más simple. Parafraseando a Napoleón cuando hablaba de sus generales: no atribuyas a conspiración lo que puedas explicar por incompetencia.

    ResponderEliminar
  20. Moltes gràcies, a partir d'ara em defensaré amb aquest argument, m'agrada.

    La frase "No hay institución a la que se critique más... a la vez que se le pide tanto" la podríem adaptar al meu cas (i perdona el meu egocentrisme i que ere que erre amb la meva feina; com si no m'encantés): "No hay profesión a la que se critique más... a la vez que se le pide tanto". Bueno, suposo que sí, o potser sí, però trobo que queda bé.

    ResponderEliminar
  21. ¡Ni se le ocurra nombrarme héroe! Primero, porque siempre la palman. Segundo: porque cuando me salen mal estas cosas, orino en mis pantalones.

    ResponderEliminar
  22. Gregorio: lo sé, lo sé... supongo que era mi manera de decir "que den al mundo por el saco" (problemáticos arrebatos adolescentes).

    Hoy me he enterado que pasó por Vins i Divins una ex-compañera de facultad, Sílvie.

    ResponderEliminar
  23. Silvie: Muy buena (y no es redundante).

    ResponderEliminar

La Isla de Siltolá

 I Finalmente, después de varios intentos fallidos, el mensajero nos ha encontrado en casa y me ha entregado los ejemplares de Una triste bú...