Hay dos conductas humanas que siempre me han emocionado: la de los novios adolescentes, que están entrenado el uso amoroso de sus cuerpos, y la de las parejas de ancianos que caminan de la mano como dos adolescentes. En los primeros es su mirada la que me llama la atención, por su voracidad, que parece insaciable; en los segundos es el hecho de que sus manos entrelazadas sea su punto de gravedad, un puente sobre las corrientes del tiempo. Los adolescentes parecen cada vez más niños y los ancianos... Los ancianos se parecen cada vez más a mí. En la Ética a Nicómaco dice Aristóteles que el ser humano es «syndiastikós» (1162a), es decir, emparejado: «La relación (phylía) entre marido y mujer parece darse por naturaleza. El hombre, por naturaleza, es antes un "syndiastikós" que un "politikós"»
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