Emil Cioran (1911-1995) escribe en Écartèlement: "Mientras preparaban la cicuta, Sócrates estaba aprendiendo a tocar una canción con la flauta. "¿Para qué te servirá esto?", le preguntaron. "Para saber tocar esta canción antes de morir." Si me atrevo a recordar esta respuesta, tan trivializada por los manuales, es porque me parece que muestra la única justificación seria de cualquier deseo de conocer, tanto se produzca en el umbral de la muerte o en cualquier otro momento".
Esta justificación seria es exactamente lo que el actual discurso de las competencias nos oculta. Las competencias ignoran el valor de lo no competencial y, por lo tanto, ignoran que el deseo de saber por el saber es el principal atributo del hombre libre. Es fácil percatarse de que este deseo ha desaparecido -ha sido esterilizado- cuando un alumno levanta la mano para preguntar "¿Para qué sirve esto?", refiriéndose a cualquier conocimiento que el profesor intente hacer visible ante los ojos de su inteligencia. Es posible, incluso, que la mayoría de nuestros alumnos, estimulados a aprender a aprender, sea incapaz de entender el significado del saber por el saber, pero si en una clase hay un alumno, sólo uno, que sea sensible al valor del saber no instrumental, deberíamos preservarle esta sensibilidad como un tesoro, porque significa que en clase tenemos un potencial hombre libre.
La teoría de las competencias ve al hombre exclusivamente como "homo habilis" o como "homo faber", es decir, como el animal tecnológicamente más desarrollado (las competencias son tecnologías intelectuales). Pero sólo si lo observamos desde su capacidad para la teoría (para la contemplación o el disfrute gratuito de lo que ve o hace), estaremos en condiciones de comprender su singularidad.
Se mire como se mire, la teoría de las competencias prioriza -cuando no absolutiza- el "know how" sobre el "know that", lo cual estaría muy bien si todo aprendizaje fuera similar al requerido para andar en bici. Pero no lo es.
Vaya usted por los centros educativos y pregunte cuántos de los que hacen programaciones por competencias consideran que el “knowledge-that”, es decir, el mero conocimiento proposicional es relevante.
La teoría de las competencias ve al hombre exclusivamente como "homo habilis" o como "homo faber", es decir, como el animal tecnológicamente más desarrollado (las competencias son tecnologías intelectuales). Pero sólo si lo observamos desde su capacidad para la teoría (para la contemplación o el disfrute gratuito de lo que ve o hace), estaremos en condiciones de comprender su singularidad.
Se mire como se mire, la teoría de las competencias prioriza -cuando no absolutiza- el "know how" sobre el "know that", lo cual estaría muy bien si todo aprendizaje fuera similar al requerido para andar en bici. Pero no lo es.
Vaya usted por los centros educativos y pregunte cuántos de los que hacen programaciones por competencias consideran que el “knowledge-that”, es decir, el mero conocimiento proposicional es relevante.
Jo programo per competències i alhora hi ha coneixement dins d'aquesta programació. Conèixer Pla per exemple en el camí d'aprendre a escriure. Conèixer una tendència romàntica o realista en el camí d'aprendre a explicar un món.
ResponderEliminarEso está muy bien, pero yo me refiero al deseo de conocer a Pla por el deseo de pasar un rato con él, un rato plenamente inútil, es decir, carente de toda utilidad extrínseca al diálogo. Por el deseo de encontrarse con cosas como ésta: “El vino de las viñas que dan al mar es bueno y tiene un sabor áspero que resiste y os muerde la lengua. Y, a veces, para empezar, coméis una seta o un níscalo a la brasa y es como si os comieseis una oreja de señorita impregnada de pinaza.”
ResponderEliminarO al deseo de conocer una tendencia romántica porque queremos conocer las tendencias románticas o lo que pensaba Percy Shelley sobre el Banquete de Platón. Eso es la teoría, la contemplación no utilitaria, que respeta al objeto por lo que es, no por su uso. Obviamente, es imprescindible saber cosas útiles, ¿pero saber sólo cosas útiles, amplia o reduce nuestro horizonte? ¿Nos concede más o menos profundidad? ¿Le da más o menos intensidad a nuestra vida?
Estimado Sr. Luri,¿qué le parece "La utilidad de lo inútil"? Un saludo
ResponderEliminarHablé de este libro en este café antes de que se editara en español:http://elcafedeocata.blogspot.com.es/2013/01/la-competencialidad-de-lo-inutil.html
EliminarCreo que hay que aclarar dos cosas:
1) que nunca el saber es inútil. Aprender una nueva palabra no e inútil, ni encontrarse con un pensamiento bien desarrollado, etc. Cuando se aprende algo por la satisfacción de aprenderlo no buscamos su utilidad, pero eso no significa que no nos pueda ser útil en una situación imprevista.
2) que sólo la posesión de conocimiento nos permite entender tanto la importancia el conocimiento como la dimensión de nuestra ignorancia y eso último tampoco es inútil.
El interés por lo inútil es la esencia de la vida.
ResponderEliminarPues no hay cosa màs inútil que darle sentido a la existencia.
Aprender, Conocer y Saber...Si se aprende por obligación en previsión de lo útil, sólo se conoce por afición del interés y en el màs sublime de los casos tan solo se sabe por una extrana devoción guíada por la manía.
Muchas gracias, leída la entrada, en esa época no le conocía. Precisamente esta tarde hablaba con un compañera en una reunión científica que me gustaba revisar algunos aspectos de mi especialidad que no me eran necesarios en el día a día por placer intelectual y se sorprendía. Aliviar la curiosidad, esa es para mí la cuestión, así de superficial.
ResponderEliminarEn la República dice Platón que el filósofo es un "sinóptico", es decir, el que ve el conjunto de un golpe. Esta capacidad para ver el todo es lo que nos proporciona la teoría. Algunos preguntarán, "¿Para qué?". Platón podría contestar, "Para ver, porque el hombre es el que examina lo que ve".
EliminarNo se debe olvidar que el "enfoque por competencias" es un concepto que procede de la formación profesional más elemental: se trataba de definir aquello para lo que se pretendía capacitar al aprendiz (para un estudiante de peluquería, pongamos por caso: "saber cortar el pelo", "saber hacer mechas"…). Que una herramienta tan específica y limitada haya querido ser extendida a todo el sistema educativo, desde el parvulario hasta el doctorado, es lógico de una sociedad que se empeña en llamar "talleres" a las clases de filosofía o matemáticas (al mismo tiempo que a los establecimientos de panadería o peluquería acostumbra a llamarles "estudio").
ResponderEliminarAthini Glaucopis
Por eso en la UE algunos países están experimentando las competencias en algunos cursos o en alguna materias, mientras que nosotros, más papistas que el papa, hemos decidido aplicarlas a todos los cursos y a todas las materias.
EliminarI també podríem parlar de com el model competencial entronca amb el culte a l'individualisme rampant que el neoliberalisme tendeix a imposar menystenint la dimensió col.lectiva del coneixement compartit.
ResponderEliminarEl saber no competencial es un saber libre. Totalmente de acuerdo con usted, don Gregorio.
ResponderEliminarHace poco he vuelto al comienzo de la Política, donde Aristóteles trata de la esclavitud. Lo conoce mucho mejor que yo, no me cabe la menor duda.
Hay un pasaje que viene a decir que unos gobiernan y otros se esfuerzan físicamente, porque las capacidades de cada uno son distintas. Con los estudios universitarios quizá terminamos de afirmar que las competencias intelectuales son el modo de servidumbre o esclavitud de nuestro mundo.
Sólo las personas libres se dedican a lo que les importa, a lo que realmente es relevante. Los siervos tienen que solucionar problemas.
Yo creo que las competencias son importantes. De hecho me gusta cocinar y sé la diferencia que hay entre una receta escrita en un libro de cocina y un plato servido en una mesa. Lo que no creo es que ni el modelo de andar en bici sea el único modelo del conocimiento ni que la teoría sea inútil. Platón, en la República, dice que "el dialéctico es un sinóptico", esta "sinopsis" es la teoría, el afán de ver, el deseo de conocer la pluralidad como una unidad.
ResponderEliminarLeo en Odo Marquard: "Teoría significa, enlazando con el sentido original de la palabra, ver y decir cómo son las cosas. La capacidad para la teoría es, pues, la capacidad para resistirse a las ilusiones, ver y decir: eso es así (...). La teoría, especialmente en la vejez, se parece a la risa; en ambas capitulan las estrecheces de miras de la realidad, es decir, son la victoria del así-es sobre el así-debe-ser."
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