Buscar este blog

martes, 31 de mayo de 2016

Kertesziana

El aristócrata: considera divina la música y un sirviente al compositor.
La democracia: olvida al compositor y diviniza al intérprete.
La democracia tardía: considera antidemocrático el talento.

Imre Kertész, La última posada.

3 comentarios:

  1. ¡Muy buenos!

    Cabría añadir: "el Estado actual: valora las posibilidades recaudatorias sobre el compositor, el intérprete y la audiencia". ¡Pero si ya cobran los rayos del sol!

    ResponderEliminar
  2. Si, un tema de interés. El del cambio de lugar de la música en la degradación platónica de los regímenes.

    ResponderEliminar
  3. Yo más bien diría el de la degradación musical del régimen Platónico en los lugares de cambio

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Lecciones no aprendidas

  I Como con frecuencia me cuesta decir que no, me veo obligado a asumir las consecuencias de mi pusilanimidad: vivo bajo un alud de comprom...