El aristócrata: considera divina la música y un sirviente al compositor.
La democracia: olvida al compositor y diviniza al intérprete.
La democracia tardía: considera antidemocrático el talento.
Cabría añadir: "el Estado actual: valora las posibilidades recaudatorias sobre el compositor, el intérprete y la audiencia". ¡Pero si ya cobran los rayos del sol!
¡Muy buenos!
ResponderEliminarCabría añadir: "el Estado actual: valora las posibilidades recaudatorias sobre el compositor, el intérprete y la audiencia". ¡Pero si ya cobran los rayos del sol!
Si, un tema de interés. El del cambio de lugar de la música en la degradación platónica de los regímenes.
ResponderEliminarYo más bien diría el de la degradación musical del régimen Platónico en los lugares de cambio
ResponderEliminar