Cuando me puse a escribir tenía clara la tesis que iba a desarrollar. Pero a medida que iba escribiendo iba haciéndome nuevas preguntas que me hacían ver lo que mis seguridades ocultaban. He terminado y lo que he escrito es impublicable, porque me pasa como al mismo Sócrates del Fedón, que voy modificando mis propias tesis. Al final me ha parecido entender dos cosas fundamentales: que el alma es una realidad natural (por naturaleza los hombres tenemos alma) y que si bien es importante saber lo que nos espera más allá de la muerte, es más importante aún vivir intentando aclarar nuestras ideas hasta el momento de beber la cicuta. Y sospecho que cuando ya los efectos del veneno paralizaron la lengua de Sócrates, se le iluminó en la inteligencia borrosa una última pregunta que ya no tuvo tiempo de responderse.
El alma es natural, según los griegos... porque los griegos tenían una idea de la naturaleza que no es la de los modernos (tipo Galileo, o Descartes). Véase otro de los diálogos, el Timeo.
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