lunes, 8 de julio de 2013

El sombrero de Freud y la rubia de Ferenczi

Freud, Jung y Ferenczi estaban en Nueva York. Al pasar frente a una tienda de Hester Street, Freud se compró un sombrero. Sus compañeros lo imitaron inmediatamente. En el momento en que salían de la tienda, Freud se ajustó el sombrero y volviéndose hacia Jung, exclamó con un suspiro: "¡Ah...! ¡La vida es un sombrero nuevo!" Jung, desconcertado, le preguntó: "¿Un sombrero nuevo? ¿Por qué un sombrero nuevo?". Freud se encogió de hombros con un gesto de impotencia y le contestó: "¿Cómo lo voy a saber? ¿Es que además tengo que ser filósofo?". Estas palabras dejaron a Jung perplejo. A la mañana siguiente se encontró en el comedor con Ferenczi. Aún no había bajado Freud. Así que aprovechó para decirle: "¡Ah...! ¡La vida es un puente colgante!". Ferenczi le respondió inmediatamente: "¡Claro que sí! ¡Eso mismo me he dicho yo esta misma mañana mientras le pedía a la rubia que saliera de la bañera".

5 comentarios:

  1. Espero que "esa rubia" no fuera menor de edad

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  2. Yo le voy a explicar otra anécdota superficial:
    Cuando a todos parecía que el decano Darboux había concluido la geometría diferencial, un joven alumno de la Ecole Normale, H. Lebesgue, sacó de su bolsillo un pañuelo arrugado y afirmó que ese pañuelo contradecía las más simples propiedades que la geometría diferencial atribuye a las superficies desarrollables sobre el plano: esas propiedades valen para los plastrones estirados, para superficies regulares y sólo para aquéllas; H. Lebesgue supo decirlo en términos matemáticos; después consiguió estudiar superficies y funciones totalmente irregulares; las grandes autoridades matemáticas de la época juzgaron vanos esos juegos del espíritu, murmuraron que ésas no eran «verdaderas» matemáticas, pero tuvieron la sabia indulgencia de publicarlas. H. Lebesgue, empleando esas funciones, dio a la teoría de la integración una agilidad y un dominio que fueron para los matemáticos y técnicos extraordinariamente cómodos; y las nociones introducidas por H. Lebesgue se convirtieron en las nuevas bases del análisis matemático. Este ejemplo no fue aislado: una falta de elegancia turbadora, una oscuridad en apariencia superficial no pueden ser en muchas ocasiones elucidadas si no es revisando nociones fundamentales. Tal revisión exige un duro y largo trabajo, cuya utilidad es demasiado remota e imprevisible como para motivarlo. [J. Leray, "L'invention en Matematiques", en Logique et connaissance scientifique, bajo la dirección de J. Piaget, Encyclopédie de la Pléiade, Gallimard, París, 1969, p. 466].

    Adelcolumpio

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  3. El gato de Schrödinger12:40 a. m., julio 09, 2013

    El Dr. Freud, el Dr. Jung y el Dr. Ferenczi quedan invitados a una Heidegger con limón:

    http://www.mediafire.com/view/ah5pau4hb3a5b7n/heidegger.jpg

    ¡Pero qué fresquita está! Eso sí que es una rubia.

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    Respuestas
    1. Pues con su permiso, don gato, me traigo su invitación al próximo post.

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