Las obras están concluyendo y ha llegado el momento de volver a poner cada cosa en su lugar. Pero frente al montón de cosas que tenemos delante, mi mujer y yo decidimos librarnos de todo cuanto podamos, dispuestos a resistir la dulzona tentación de convertir nuestra casa en un museo de nuestras triviales vidas. ¡Hay tantas cosas de las que podemos prescindir! Por ejemplo las novelas... ¿Por qué guardar las que sabemos que no volveremos a leer? Abrimos las bolsas de basura y vamos arrojando los autores que comienzan por A, después por la B, por la C, por la D... y hasta la G. Se van vaciando las estanterías. Cuando terminamos tenemos varias bolsas industriales de basura llenas de libros. Sobre las estanterías polvorientas quedan los pocos salvados de la quema: Baudelaire, Borges, Cervantes, Dante, Defoe. ¿Por qué Defoe? Pues no lo sé muy bien... pero me resisto a librarme de Robinson Crusoe, como sé que me resistiré a tirar La isla del Tesoro. Al fondo los libros de filosofía me miran asustados. Los griegos y romanos, sin embargo, contemplan lo que ocurre como si no fuera con ellos. Claro... porque no va con ellos.
¿Porque el de Robinson es un problema político?
ResponderEliminar¡Guácala! Eso es casi una herejía. Un poco como librarse de los hijos, ¿no?
ResponderEliminarde los padres, creo yo, elf, de los padres.
ResponderEliminarEn la biblioteca de orden alfabético, los libros de LURI estarán posados al lado de la obra de LUCRETIUS CARUS ... (y tal vez de LUKÁCS...).
ResponderEliminarEsta mañana he sentido como una voz que procedía del interior de una de las bolsas que tengo preparadas ya para tirar. Me he detenido a escuchar y efectivamente, salía de la tercera, la más grande. La he abierto y he mirado en su interior. Inmediatamente he reconocido la voz de Chimista, que no quería separarse de mí. De esta manera he salvado las novelas marinas de Baroja.
ResponderEliminarHoy he salvado también a Pla, a San Juan, a los libros de poemas de Vázquez Montalbán y a Swift.
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Jejeje, Gregorio, tira ya esas bolsas o corres el riesgo de ir escuchando más y más vocecitas.
ResponderEliminarHace unos años que compro poesía pero casi nunca compro novela: la leo de préstamo de amigos o de la biblioteca.
También empiezo a ser partidaria de hacer algo que no había hecho jamás: tirar libros, o cederlos.
Y es que a partir de cierta edad uno tiene que empezar a des-coleccionar y a aligerar el equipaje, no te parece?
Arati: Exactamente eso mismo le dije ayer a un amigo: experimento una necesidad nueva, la de ir soltando amarras. De hecho puedo asegurarte que experimenté como una liberación librándome de los libros de García Márquez, de vargas Llosa, etc, etc. Puedo vivir, me decía, sin su presencia empolvada en las estanterías. Ya no necesito tenerlos como fetiches de nada. Lo que me resulta realmente estimulante es una pared en blanco.
ResponderEliminarMi tío abuelo, pianista genial, artillero e ingeniero, un día hizo lo siguiente:
ResponderEliminar- Tiró todos los cinturones que tenía, y los sustituyó por corbatas - no hace falta decir que jamás llevaba corbata.
-Quemó todos sus libros - más de 1000, algunos "valiosísimos"- salvo:
- La biblia
-El Tractactus de Witegesttein
- La primera edición en Alemán de la Relatividad Especial.
Era el hombre más divertido que he conocido jamás.
Quizas el lado mas feliz del fin del "libro" tiene que ver con asumir que hay algo del saber que no puede retenerse ni replicarse. Esta capacidad merece la misma reverencia.
ResponderEliminarSaludos desde la Suite
Yo sólo me siento orgulloso de los libros que aún no he leído, don Pierre... aunque no sé si lo que acabo de escribir tiene mucho sentido. Pero hoy el sentido se lo ha zampado Mourinho.
ResponderEliminarYo amo tanto a mis libros que seria incapaz de deshacerme del más insignificante. Se que ese día llegara.
ResponderEliminarEntiendo perfectamente lo de Vargas Llosa y García Márquez.Pero no me veo despachando los Salgari, Verne o Twain.
ResponderEliminarAunque sé que no volveré a leerlos.
Y que muy probablemente estarán en una librería de viejo a los seis meses de mi funeral.
¿No será que, aún bajo los efectos de la remodelación, está siendo presa de un minimalismo galopante? Cuidado, se empieza por que le gustan a uno las paredes blancas y se acaba deconstruyendo la chistorra.
ResponderEliminarAnduve de enfermero de mi madre y me perdí este debate tan emocionante. Se haga lo que se haga, deshacernos de ellos o atesorarlos sin orden ni concierto, todo puede ser visto desde la banalidad de la pose, incluso la de posar deshaciéndonos de ellos o intentando dotar de un orden la descuidada librería de viejo situada en Pandemonio, capital del infierno, en que se nos ha convertido ese capítulo fundamental de nuestra biografía. ¿Qué sería de los filólogos, sin ese caudal de información que nos proporciona la biblioteca de un autor?
ResponderEliminarUna biblioteca personal es un itinerario vital, caprichoso, como ha de ser, y no siempre nuestros herederos acabarán vendiéndonos de saldo, tal vez alguno de ellos decida recorrerlo y dialogar con nosotros, ¿no? Dudo. Trato de no agobiar más nuestro reducido espacio, pero son tantas las lagunas, tan tentadoras ciertas ofertas, y tanta la ilusión lectora...
Los que habéis sido eternos lectores lo veis de forma diferente. Quien ha sido, como yo, analfabeto funcional hasta los 15, edad en la que leí mi primer libro completo sin enterarme de nada de cuanto había leído, entenderá este apego a los ácaros del papel...
He pensado que mi biblioteca ha de estar formada únicamente de los libros que quiero tener cerca. Vivo en una pequeña casa. Los libros los guardaba, durante las obras, en la planta baja. Ahora se trata de subirlos a mi estudio. Y es aquí donde entra la selección. A los griegos y a los romanos los he salvado a todos. También salvaré mis libros de filosofía. Novelas... hace mucho que ya no las frecuento. No lo considero un mérito, sino un hecho.
ResponderEliminarHoy, día del amor fraterno, he salvo de la quema a Mann y a Musil.
ResponderEliminar¡Por Dios, don Gregorio, no tire usted los libros! Dónelos, entréguelos a los Traperos de Emaús para que los vendan a un euro, regálelos a sus alumnos o envíemelos a Pamplona, donde sabré darles buen cobijo o enviarlos a una biblioteca necesitada que conozco en hispanoamérica!
ResponderEliminarCualquier cosa menos tirarlos, don Gregorio; no deje que esas viejas glorias se conviertan en la misma forma y color que los cartones de la leche o las hueveras. No permita que trituren su pasado en la planta de reciclaje más cercana...
Les saluda un bibliófilo, coleccionista y sentimental incorregible. Se despide un lector de Gregorio, cariñosamente indignado con tamaño anunciamiento de la tragedia.
Un abrazo.
Pues parece que en el pueblo ha entrado el viento limpia estanterías de libros porque yo también estoy en ello.
ResponderEliminarComo tú las novelas están en primera línea de fuego y aunqeu muchísimas ya se han ido están las que se resisten. En una segunda limpia se fueron libros de texto de las carreras, libros de Arte con fotos que dan pena al lado de lo que hay ahora, libros de cocina, atlas de todo tipo más viejos que yo y ahora estoy con las revistas. Muchas de las revistas las estoy dando (N. Geographi, Geo...)
Los libros se pueden llevar a la organización que hay en Mataró "Llibre viu" y ellos se encargan de todo: préstamo, intercambio, regalo y también los llevan a ONG's de Latinoamérica. Incluso tienen un departamento que arreglan loslibros con desperfectos porque son todos antiguos libreros, escritores, etc. Están en un buen local que les ha cedido el Ayuntamiento.
Saludos, vecino.
Querida y, sin embargo, abueli: No se saluda a un vecino ocultándose el rostro, así que haga usted el favor de presentarse.
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