De todas las imágenes que intentan reflejar el pensamiento, ésta de Atenea es mi preferida. Se encuentra en el Museo de la Acrópolis y está datada en el 460 a.C. No es que sea una memorable obra de arte, pero sí encierra un simbolismo memorable. La diosa de la razón medita como si algo la hubiese pillado al traspiés. Ese algo es, indudablemente el "horos" que tiene delante.
Un "horos" es un mojón, aquello que delimita, pone fronteras. En latín el "horos" recibían el nombre de "terminus" o "finis", de ahí "determinar" o "definir". Lo indefinido es lo carente de "horos", lo "aoristo". El tiempo verbal del "horos" es el presente", mientras que el del "aoristo" es el indefinido. Lo que a todos nos delimita es el horizonte y la expresión redonda (bien delimitada) de una sentencia es un aforismo.
En la Academia de Platón se definía la filosofia como la ciencia que sabe contemplar (esto es la "teoría") y delimitar las cosas: es una "horistiké". Y efectivamente de eso va la filosofia, de poner límites a lo ilimitado del ser (o la nada).
Ahí está Atenea, la diosa de la razón, cogida al traspiés por un "horos".
Un "horos", esto es para mí la Semana Santa.
Alguna vez he defendido que la principal diferencia entre la filosofía antigua y la moderna tiene que ver con su respectivo tratamiento del límite (del horos). La filosofía antigua se interrogaba por el límite del ser y su respuesta era la definición; la (pos)moderna, por el ser del límite, y su respuesta es la perplejidad. Pero allá donde está el peligro está también lo que salva.
Añado (domingo 24 a las 14:08) esta foto que me ha enviado Glauka de un borroso y meditabundo pastor búlgaro.
Lo del "horos" es genial.
ResponderEliminarSi lo entiendo bien, en Roma imperium implicaba no sólo poder, sino orden y creación (algo así como don Gregorio en su huerto). En el Capitolio, junto a Jupiter, detentador supremo del imperio, había otros altares. El de Dius Fidus, fidelidad al juramento, y Terminus (quizás anterior a Jupiter), la dividad de los limites establecidos.
ResponderEliminarOrden/palabra dada/límite parece que debían ir unidos.
Gracias, Hiper Javier. Genial estaba el cordero que me zampé en Sevilla en tu generosa compañía.
ResponderEliminarClaudio: Y en Grecia había un Zeus Hirios, protector también de los mojones, que no podían moverse bajo ningún concepto.
ResponderEliminar¿Pero al final los dioses piensan?
ResponderEliminarHoros, según dice, es término, fin.No hay por tanto más Horos que la muerte, la linde de todas las cosas.Aoristo sería la No-muerte, el NONO, que en la mitología Maorí llaman el Korekore, la Nada de la Nada, principio absoluto de todo.En nuestra Tradición la han llamado muerte segunda o eterna (Creo que en el Apocalipsis).
ResponderEliminarNapoleón:
ResponderEliminarAl menos Radamantis, Éaco y Minos no hacen otra cosa durante la jornada laboral.Luego, al caer la tarde, supongo que se emborracharán juntos.
Dhavar: Y los que leemos a Nietzsche sabemos que Dionisos filosofa.
ResponderEliminarGregorio, has visto que están en la página de Strauss las desgravaciones de todos sus cursos! Qué regalo de pascuas!
ResponderEliminarqué mejor que tenerlo ahí en la intimidad de sus cursos!
Querido Aro: ¡Bien hallado! Efectivamente, es un gran regalo.
ResponderEliminarPoco a poco va saliendo todo a la luz. Aún faltan, sin embargo, bastantes cartas.
Un abrazo.
Del mojón lo que mejor entiendo es que señale los límites de mi finca y la del otro; pero hay uno que se convirtió en un buen signo en el pilar, en Zaragoza.
ResponderEliminar¡Feliz Pascua de Resurrección!
mjbo: La Pilarica como Nuestra Señora del Mojón. ¡Me gusta!
ResponderEliminarMuy interesante, de verdad. Sólo una apostilla menor que a buen seguro tú bien conoces. Sócrates (tu buen amigo Sócrates) precisamente lo que busca es la definición de las realidades, es decir, como bien indicas, delimitarlas y así, hacerlas aprehensibles.
ResponderEliminar(Enhorabuena por esa "Introducción al vocabulario de Platón")
Rafael: Una apostilla (no del todo menor) a tu apostilla, amigo Rafael: eso es lo que dice Aristóteles, que aquí sigue de cerca a Jenofonte. Pero Platón nos muestra otra cosa: Nos muestra a un Sócrates incapaz de definir nada y, por eso, peligrosamente antipolítico.
ResponderEliminarGregorio, me encantaría tomarme una caña tranquilamente contigo, tirarte de la lengua para escucharte.
ResponderEliminarUn buen amigo mío, llamado Quino, seguro que se apuntaría.
Un placer y a ver si hay ocasión.
Rafael: Entoces cuando los dos me digáis ven...yo lo dejaré todo.
ResponderEliminarHagamos un banquete platónico con flautistas y un vino fuerte.