I
Esto debería haber sido escrito, todo, en la terraza de la Cafetería Pla de la Seu.
II
Y debería haber comenzado así: "Escribo sentado en la terraza de la Cafetería Pla de la Seu. A mi izquierda está el pórtico de la catedral y allá al frente una joven japonesa -supongo- tomando notas, como yo"
III
Hacía una mañana de primavera que era una invitación a un viaje largo, así que he decidido dar un considerable rodeo. De Ocata he ido a Igualada y de aquí, vía Valls, a Tarragona, siguiendo el curso del río Gaià.
IV
Un poco de agua y una Buscapina Compositum.
V
Sigo.
¿Qué significa ser decadente? Me imagino que es decadente quien es capaz de ir de Ocata a Igualada para recuperar una visión de un paisaje. Hace ya algunos meses, haciendo el camino de Montblanc a Igualada, descubrí, de repente, al doblar una curva que no prometía nada, una visión mágica de Montserrat, flotando sobre un campo de trigo. Hoy he intentado redescubrir ese paisaje por el retrovisor. No ha sido, evidentemente, lo mismo.
VI
Los olivos y las viñas aún andan rezagados en el invierno, pero los almendros ya llevan semanas florecidos. A lo largo del valle del río Gaià era una bendición verlos iluminando con su blancura las hondonadas, haciendo aún más verde, por contraste, el verde nuevo del trigo emergente. Por encima de los campos de trigo, el verde cansado, invernal, de los pinos.
VII
He conducido muy despacio. Me he cruzado con un par de ciclistas y un coche. Y nada más. He comido en un restaurante de Seguer y me he parado en Querol. Y todo ha estado bien.
VIII
La mañana, es cierto, anunciaba la placidez del día. He estado preparando la conferencia de la tarde en Tarragona y a eso de las diez me he tomado mi café diario en la Plaza de Ocata. Después, a la peluquería de la Marta, que se ofreció a arreglarme las patillas. Y al salir, con la patillas bien marcadas, he notado el tirón impertinente del cólico nefrítico, así que le he pedido a Enric, el mejor médico de Cataluña, que me metiera en el cuerpo lo que hiciera falta, pero que tenía que llegar a Tarragona.
IX
Esto tenía que haber acabado así: "Son las 17:35. Me he tomado la buscapina. Ya no está la japonesa. Ahora ocupa su lugar sobre el banco de piedra un anciano con boina que juega con una bolsa entre sus piernas como si fuera un incensario. El sol, cada vez más bajo, ilumina las piedras milenarias de la plaza, arrancándoles las chispas de adjetivos que no alcanzo a atrapar. Todo está en su sitio y todo está bien".
X
Pero en el área de servicio del Llobregat me han roto la ventanilla del coche y me han robado la cartera. Había entrado un momento a por una botella de agua para tomarme otra buscapina, y al salir me he encontrado con el coche lleno de cristales rotos. En la cartera llevaba los papeles de la conferencia y, sobre todo, mis moleskines, en las que apunto mis notas y desvaríos. Me he puesto en marcha tan cabreado que no sentía el frío. Las 11.30 de la noche. A los pocos kilómetros he visto la cartera en medio de la autopista, con las moleskines alborotadas y las gafas rotas. Algún coche les había pasado por encima. Me he jugado el tipo parando allí mismo y recogiendo todo.
XI
¡Cómo le he agradecido a Bacallà Salat el recibimiento que me ha dado! Está aquí, sentada sobre la mesa, restregándose la cabeza contra mi barbilla.
XII
Añado ahora: El martes hay recital poético en el Vins i Divins. Dos grandes poetas, primero Carles Maria Sanuy y después Pepa Puigdevall. Háganme caso: Si pueden, no se lo pierdan.
XIII
Buenas noches.
XIV
En Tarragona bien, muy bien.