Cuando en 1992 Vassily Mitrokhin, ex coronel de los servicios secretos soviéticos, se pasó al Oeste, trajo consigo documentación que demostraba que París había sido uno de los lugares más activos de la KGB en Europa occidental. La oficina parisina de la KGB, conocida con el nombre de La Résidence albergaba a no menos de cincuenta agentes franceses. Entre ellos se encontraban algunos de los colaboradores más directos de Mitterrand (como Charles Hernu) e importantes periodistas de Le Monde, L’Express y France-Press, que eran muy apreciados en La Résidence. Posteriormente el historiador Christopher Andrew descubrió en los archivos de la KGB que un importante funcionario del Quai-d’Orsay, cuyo nombre en clave era JOUR, había estado entregando a los soviéticos lo esencial de la correspondencia diplomática francesa durante treinta años.
Pues bien parece que uno de los espías soviéticos infiltrados en la diplomacia francesa (Le Monde se hizo amplio eco de la noticia) era Alexander Kojève, uno de los filósofos más relevantes de la Europa de posguerra. Es bien conocido que a su seminario sobre La fenomenología de Hegel que impartió en la Ecole Pratique des Hautes Etudes durante 1933-1939, asistían entre otros Alexandre Koyré, André Breton, Georges Bataille, Raymond Aron, Maurice Merleau-Ponty, Eric Weil, Jacques Lacan, Pierre Klossowski, Raymond Queneau y, aunque de manera indirecta, también podemos incluir en el grupo a Leo Strauss, que en 1933 residía en París. Hasta 1938 no fue reclutado por la N.K.V.D. (la antigua KGB), pero no creo que en estos cinco años hubiera cambiado sustancialmente su pensamiento. ¿O quizás sí? En todo caso mientras se intercambiaba cartas con Strauss sobre la tiranía, ya era agente soviético. Nadie ha leído esta correspondencia bajo esta perspectiva.
En 1945 Kojève comenzó a trabajar en el Ministerio de Economía y Finazas, gracias a la influencia de su antiguo alumno Robert Marjolin. Según Aron, deseaba conocer cómo funcionaba la historia. "Como Platón, quería aconsejar a un tirano, ejerciendo una influencia desde la sombra sobre los actores visibles". Durante veinte años fue algo más que un funcionario diligente. Pronto se convirtió en uno de los más brillantes negociadores del Ministerio y participó activamente en la creación de la Comunidad Económica Europea, despachando con frecuencia con Pierre Mendès France, Jean Monnet y Robert Schuman. Fue también confidente de de Gaulle, Raymond Barre y Giscard d’Estaing y sus informes ayudaron al primero a bloquear la integración de Gran Bretaña en la CEE. Según Barre, poseía "una inteligencia superior, enciclopédica, como probablemente no volverá a haber otra igual”.
Aron sostenía que si bien durante 1938 y 1939 se había considerado un "estalinista estricto", para 1945 ya había abandonado el estalinismo para dedicarse al servicio leal a Francia. Pero quizás el estalinismo y el servicio leal a Francia no eran para Kojève del todo incompatibles. Él veía a los Estados Unidos como la versión más lograda de una sociedad marxista y a Rusia y a China como a americanos pobres que corrían desesperados para alcanzar los niveles de vida de su modelo. La revolución de Mao era, al fin y al cabo, la introducción del Código Napoleónico en China. En su esencia los Estados Unidos y la Unión Soviética eran lo mismo. El "único gran marxista del siglo XX" era Henry Ford y el único verdadero estalinista, él mismo, Alexandre Kojève.
Dadas estas condiciones de presagio del final de la historia, es decir, de homogeneización americana del mundo, la burocracia se presentaba para Kojève como un "juego superior" a la filosofía (el acento hay que ponerlo en "juego") en el que la construcción europea era un movimiento más. Jugar a este juego le permitía liberarse de prejuicios y apreciar en su justa medida la realidad concreta del devenir histórico.
¿Fue realmente un espía soviético? A favor de la respuesta afirmativa se encuentra un informe de contraespionaje de la Direction de la Surveillance du Territoire" (DST), titulado L’espionnage de l’Est et la gauche y las informaciones de Vassily Mitrokhin, de las que ya he hecho referencia. Sin embargo Edmon Ortigues, amigo de Kojève, duda de la veracidad de estas fuentes, aduciendo la correspondencia que cruzó con su madre, que se encontraba en Moscú y era fieramente anticomunista. No me parece un argumento convincente. Además Ortigues nunca leyó esa correspondencia y no sé si llegó a comprender bien a Kojève. Por ejemplo confiesa que una tarde en que evocaron las purgas estalinistas, Kojève comentó: "Stalin sabía como tratar a los comunistas". ¿Es esta una prueba de su resistencia a dejarse seducir por la KGB? Kojève era profundamente irónico, especialmente con quienes no lo comprendían. Se jactaba de que no había sido él quien había publicado sus cursos, sino “el humorista Raymond Quenau”. Cuando Stalin murió le dijo a Aron que se sentía afligido. Pero esto para Ortigues sí que era una ironía.
¿Era el espionaje un movimiento más del "juego superior"? Esto es lo que piensa Josep Maria Esquirol. Pero si es así, entonces no habría que descartar que fuera el juego el que marcara las reglas y que de su actividad estuviera puntualmente al corriente el gobierno francés, como defiende Dominique Auffret. Ciertamente trabajó codo con codo con Charles Hernu, que llegaría a ser Ministro de Asuntos Exteriores con Mitterrand. No sé si Hernu era un espía, un contra espía o un recontra espía, pero está documentado que desde 1953 pasaba información "al enemigo".
Kojève murió de un ataque al corazón el 4 de junio de 1968, mientras asistía a una reunión de la CEE. Inmediatamente su apartamento de París fue misteriosamente registrado por desconocidos (o no tan desconocidos, hay quien apunta a Lacan como el responsable). En Bruselas se guardó un minuto de silencio en su memoria.
Un año antes de su muerte fue invitado a Berlín por Rudi Dutschke, que le planteó la pregunta "¿Qué hacer?". "¡Aprender griego!", contestó.
Una cuestión final: ¿Qué era en realidad para Kojève el fin de la historia? A mi modo de ver, el fin de la teología, el fin de la relación entre el hombre y la divinidad. Podría alegarse que el fin de la teología es lo que permite la relación del hombre con la sabiduría. Sí, así es. La relación con la sabiduría ha sustituido a la relación con Dios. Por eso tenemos cultura general donde antes teníamos catecismos.
Más sobre Kojève en El Café de Ocata:
Lo dicho, para que te fíes de los pensadores. Elucubran demasiado, anteponiendo sus ideas a la cruda constatación de la realidad: la tiranía comunista y sus millones de muertos y presos.
ResponderEliminarSobre este asunto permitame aconsejarle leer los dos últimos capítulos del libro de Czeslaw Milosz "Otra Europa" decicados a un personaje que el autor llamam "El tigre" detrás del cual está un prsonaje que me recuerda en bastantes (muchas) cosas a Kojevé: Tadeusz Juliusz Kroński.
ResponderEliminarHagame caso y ya me contará...
Un saludo
"La relación con la sabiduría ha sustituido a la relación con Dios" ...faltándonos definitivamente Dios para que confirme que la "nuestra" sea realmente "sabiduría".
ResponderEliminarExcelente!!! Abrazos.
ResponderEliminarMaty: No nos fiemos, pues, ni de pensadores, ni de periodistas, ni de políticos... pero tampoco de nosotros mismos, puesto que los datos a partir de los cuales reflexionamos nos son administrados por todos ellos.
ResponderEliminarEste comentario puede ser una ironía. O no.
Don Cogito: Esta misma tarde intentaré hacerme con el libro. Gracias por el consejo. Milosz fue también un personaje de trinchera.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCarlos: Ergo...
ResponderEliminarSobre el juego, acabo de leer ahora mismo en una reseña que The Economist dedica a un libro sobre Paul Nitze y George Kennan (libro que me tengo que comprar): "Wise heads still argue about whether the cold war was principally a long misunderstanding, a contest of ideals or a power rivalry" (p. 88)
ResponderEliminarEn cualquier caso, en febrero de 1946 George Kennan advirtió a Truman que el régimen de Stalin no estaba sobreviviendo gracias a los ideales comunistas, que estaban o moribundos o definitivamente muertos, sino a una mezcla de patriotismo fomentado brutalmente y control policial. El régimen acabaría hundiéndose con el tiempo.
Sobre el libro mencionado, “The Hawk and the Dove”, aquí hay dos interesantes reseñas:
ResponderEliminarThe New York Times
y
The Wahsington Post
Gregorio, yo ya no me fío ni de mí mismo!
ResponderEliminarInteresantísimo. Lo único que leí de Kojeve fueron sus lecciones sobre Hegel y no se si por la traducción de Sebreli o por mi incapacidad me resultaron más difíciles que el propio Hegel.
ResponderEliminarInsisto en que disfrute leyendo este post y me encantó la irónica respuesta a Dutschke.
Por otro lado, con respecto a la reflexión final, me encataría que fuera así pero no estoy tan seguro que sea así. Creo que hay nuevos dioses donde estaban los anteriores.
Un abrazo con admiración
Es usted muy atrevido afirmando que hay cultura general donde antes había catecismos. Quizá algún día alguien le pregunte en una conferencia suya por esa cultura general (esperemos que tenga tiempo para encontrarla).
ResponderEliminarLutsek: Eso quise decir (en la conclusión final): Más aún, creo que hay hoy más fe en la llamada cultura general (pongamos: en Saramago) que la que existía antiguamente en el catecismo. Por otra parte en el Evangelio se lee que "la verdad os hará libres". La cultura general (he escrito esto justo después de leer "sobre el porvenir de nuestras escuelas", de Nietzsche) nadie sabe muy bien hoy qué hace de nosotros, una vez perdida la fe en el mito del progreso.
ResponderEliminarSupongo que la llamada "cultura general" es, básicamente, un fenómeno comercial con buena prensa que tiene de su parte a la pedagogía.
Tumbaíto: sé perfectamente dónde encontrarla: en los suplementos culturales de los diarios y en los manuales escolares (preferentemente de arte y literatura).
ResponderEliminar¿Y dónde antes había catecismos ahora hay suplementos culturales? No digo yo que no estén los suplementos esos donde usted dice, de seguro que sí, pero creo que no sabe dónde estaban los catecismos.
ResponderEliminarDon Tumbaíto: Asistí a una escuela en la que la materia fundamental era el catecismo. Allí me enseñaron que la fe es creer en lo que no vemos.
ResponderEliminarDon Cogito, acabo de leer esta maravilla: "Mi héroe era un honesto sabio del siglo XIX, tan aferrado a coleccionar insectos, que en el día de su boda se olvidó de su amada que le esperaba en la iglesia. Lo encontraron de frac encaramado en lo alto de un árbol, en el momento justo que iba a dejar caer su sombrero sobre un espécimen de abejorro. Viendo este espectáculo la novia se desmayó en brazos de su madre, y el apasionad de conocimientos se transformó en solterón" ("Otra Europa", p 312)
ResponderEliminar¿Y acaso, don Gregorio, ahora la enseñanza fundamental en las escuelas son los suplementos culturales? Me maravillaría que así fuese.
ResponderEliminarMe parece que no nos entendemos...
ResponderEliminarYo estaba hablando de fe. Primero de la fe en la sabiduría (especialmente de que tras el nombre de sabiduría se encuentra algo noble, liberador, etc). Segundo de que esa sabiduría se encarna en manuales escolares y suplementos culturales.
¿Para que se enseñaba el catecismo sino para "ahorrarle" al niño el contacto directo con la Biblia? ¡Pues sustituya el catecismo por los manuales, etc!
La Biblia se hizo a golpe de catecismo, don Gregorio.
ResponderEliminarPuede que la cultura general/catecismo actual se resuma en lo que decía Bloom de sus alumnos, que si de algo estaban convencidos era de que todos los valores son subjetivos.
ResponderEliminarClaudio: Me alegra saber que alguien me entiende.
ResponderEliminarNo desespere, don Gregorio, algún día se acabará entendiendo a sí mismo.
ResponderEliminarKagan tiene nuevo libro.
ResponderEliminarhttp://www.slate.com/id/2232862/?from=rss
Gregorio, siempre tuve la siguiente duda, presuponiendo que el filosofo no tiene fe en los dioses de la ciudad, entonces cuál es su acceso a la experiencia religiosa como tal, en realidad, a toda experiencia “humana”
ResponderEliminarEs, según interpreto, en las últimas palabras de Sócrates donde podría hurgarse. O estas son una ironía más de Platón, y tienen un elemento de verdad, o es una critica a la metafísica comparable a, como ser, la de Nietzsche.
En última instancia, ¿Habría querido Platón dialogar con alguien en el más allá? ¿Habría querido Nietzsche o cualquiera de su talla encontrarse con sus antecesores? A mi me parece que se hubiesen amasijado todos nuevamente.
Claudio: Gracias. Es notable la reseña de Anthony Grafton, a quien sigo desde hace algún tiempo. De nuevo la relación entre verdad y política como cuestión filosófica. Y de nuevo los niveles de la escritura. ¿Se acuerda del lema de "La Codorniz"?
ResponderEliminarAro: Permítame remitirlo a las palabras finales de "La ciudad y el hombre": "Ya que lo 'primero para nosotros' no es la comprensión filosófica de la ciudad sino la comprensión inherente a la ciudad como tal, a la ciudad prefilosófica, por la cual la ciudad se ve a sí misma sujeta y supeditada a lo divino en la interpretación corriente de lo divino o por la cual eleva su mirada hacia lo divino. Sólo comenzando desde este punto estaremos expuestos al impacto pleno de la pregunta de una importancia fundamental, coetánea de la filosofía aunque los filósofos no la pronuncien con frecuencia: la pregunta 'quid sit deus'"?
ResponderEliminar¿Las últimas palabras de Sócrates? ¡Yo las tengo por una referencia estríctamente erótica.
Respecto al diálogo de los grandes, pienso que no podemos hacer otra cosa que ponerlos a dialogar entre sí y sentarnos a sus pies a tomar nota de sus acuerdos y sus desacuerdos.
Platón sostenía que los dioses no filosofan... Nietzsche parece afirmar lo contrario en "Más allá del bien y del mal".
Lei a Kojeve en la traduccion de Aguinis, con la esperanza de entender a Hegel. Acabe por no entender a ninguno de los tres.
ResponderEliminarSobre el espionaje en francia, me gusta mucho una novela de Vladimir Volkof, llamada:EL MONTAJE. La tesis mas interesante es que el mejor espia es el que no sabe que lo es.
Me parese que no hay que confundir espia con informante.
Exelente tu post, aprendi unas cuamtas cosas que ignoraba por completa.
Saludos.
Daniel: Parece claro que la gran fuerza y la enorme capacidad de atracción de Kojève se ponía de manifiesto en sus clases con mucha mayor rotundidad que en sus escritos. En cualquier caso su interpretación de la dialéctica del amo y del esclavo me parece sumamente importante para entender unas cuantas cosas de la historia reciente de la filosofía francesa.
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