viernes, 4 de septiembre de 2015

La oscuridad moral europea

La manera de ser buenos que hemos descubierto los europeos consiste, por una parte, en renunciar a la grosería de la fuerza militar y, por otra, en dolernos permanentemente de nuestros pecados (con lo cual, nunca llegamos a cumplir la penitencia). Pase lo que pase en el mundo, los europeos sacamos inmediatamente a lucir nuestras vergüenzas: algo tenemos que ver nosotros.  El narcisismo culpable es la forma ética de Europa. "Europa se ha acabado" he leído estos días, junto a esa hipócrita coletilla de "me avergüenzo de ser europeo". Somos, por lo que parece, lo peor de lo peor. Somos tan malos que debiera resultarnos incomprensible que haya tantos exiliados deseando instalarse en este continente moralmente miserable. 

En los años 30, Husserl defendió en unas conferencias famosas el heroísmo de la razón, asociándolo a  la idea que, según él, lleva Europa en su esencia, la de la humanidad. Todo lo que vino después nos puso de manifiesto lo difícil que es eso del heroísmo de la razón (es más llevadero el emotivismo de la culpa) y lo aún más difícil que es pensar la humanidad. En cuanto los herederos de Husserl comenzaron a hablar de humanidad, se los criticó por eurocentristas.

El drama de los exiliados está ahí y sería cínico cerrar los ojos, pero su dramatismo no es moralmente mayor del que estaba siendo habitual en las costas mediterráneas ante la pasividad de los países del norte de Europa, que no querían saber nada de recibir cuotas de emigrantes. ¿O acaso nuestra moralidad depende de que una víctima tenga un fotógrafo cerca?

Ciertamente Europa, a diferencia de lo que están haciendo algunos estados musulmanes muy ricos, no puede cerrar los ojos ante el sufrimiento de los que llaman a sus puertas. Pero la respuesta no puede ser abrir las puertas de par en par a los exiliados políticos y cerrárselas a los exiliados económicos. ¿Qué alternativa queda, entonces? ¿Ejercer de gendarme y tomar partido en los conflictos próximos? "Por favor, paren esa guerra", decían algunos por las redes sociales. El problema es que los malos no se dan por enterados si los bombardeamos con buenos consejos. Ademas, la desastrosa experiencia de Irak y Libia nos permite constatar que somos muy buenos destruyendo gobiernos, pero muy malos ayudando a crear gobiernos nuevos. Por otra parte, tampoco podemos olvidar que en los dos lados de un frente hay niños susceptibles de morir destripados por las bombas. 

Nos encontramos aquí con un dilema que si no lo solucionamos pronto, puede acabar con Europa. Pero cuando los dilemas políticos no encuentran solución lo que suele fallar no es la claridad política, sino la claridad moral.

Para que Europa pueda ayudar la condición elemental es que siga habiendo Europa.



9 comentarios:

  1. ... que siga habiendo... Ahí está el tema. Dirán luego que fue bonito mientras duró, o que murió de su propio éxito. La vieja Europa. 25 siglos. Quién sabe. Quizás la venerable región siga ahí al despertar.

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  2. Me temo que el dilema no se resolverá, de moral vamos mal y puede que sea algo congénito a la especie aunque nos creamos mejor de lo que somos o podemos ser.

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  3. Compartir sería mucho más ético que ayudar.

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  4. Muy sensato todo.

    Y un tema del que nadie habla en España, al menos en radio y prensa: la justificación de la negativa por parte de pequeños estados nación como Hungría o Eslovaquia a acoger refugiados- o sea inmigrantes- en razón del temor a la pérdida de su identidad nacional.

    Karl Mill

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  5. Señor Luri,

    ¿Cree que los europeos podemos concedernos ya el permiso de ser solo la mitad de nacionalistas que los judíos israelíes, o hay que esperar un poquito más? Allí no acogen refugiados, y eso que han estado enredando en el follón sirio como parte de su estrategia geopolítica.

    En Occidente, con tal de que no nos llamen nazis, xenófobos, racistas, islamófobos, antisemitas y todo el repertorio habitual de la corrección política, somos capaces de hacer el pino. A Orban, el primer ministro húngaro, le llaman "dictador" los peces gordos de la UE (Juncker, concretamente), por negarse a sacrificar los intereses de su nación en el altar del multiculturalismo, pero a Netanyahu, más nacionalista que un Mau-Mau, le aplauden en el Congreso de los EE.UU. -campeón mundial del universalismo mesiánico- como si fuera el mismísimo POTUS.

    Y aquí no acaba la cosa: si alguna forma de nacionalismo descafeinado gana terreno en algún país europeo, muchos de los que apoyan a Israel incondicionalmente se tiran de los pelos porque corre peligro el liberalismo universalista xenófilo y multicultural de Pippi Calzaslargas, y se insinúa que vuelve el señor del bigotito gracioso y los ademanes teatrales.

    ¿Pero qué está pasando aquí? A ese cliente le sirven ración triple y los camareros lo tratan con más deferencia. ¿A qué se debe este agravio comparativo?

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    1. Señor A. Bustamante: Europa ha dejado de creer en sí misma. Quisiera ppoder prescindir de la política para limitarse a comerciar y sustituir el ministerio de asuntos exteriores por una ONG. Pero la realidad está ahí. Y la realidad siempre acaba encontrando la manera de abrirse camino. Le diría más cosas, pero cara a cara.

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  6. El Líbano, con una población de 4 millones de personas, ha acojido a 1 millón de refugiados...
    http://internacional.elpais.com/internacional/2014/04/03/actualidad/1396510178_645315.html

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  7. Sr. Luri, tengo un Excel sobre la estructura de población de diversos países que creo que puede ser de su interés. Su correo telefonicapuntonet parece que ya no es válido. Gracias y saludos. vicmesalles arroba gmail.

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