El superintendente de policía de Madrid prohibió a los menores de 25 años que no fueran policías llevar bigote, ya que había descubierto que se lo dejaban crecer para poner de manifiesto sus convicciones liberales.
Ventura de la Vega no obedeció y por eso fue interpelado en plena calle por Zorrilla, jefe de policía y padre del futuro poeta.
- Váyase inmediatamente a una barbería y que le afeiten esos pelos -le ordenó.
- Señor -replicó Ventura de la Vega-, considere usted que son mis únicos bienes raíces...
- ¡A que acaba en la cárcel con todas sus posesiones...!
En ese momento un joven elegantemente vestido le gritó a Zorrilla:
-¡Mentecato! ¿Quién le manda a usted meterse con mi amigo?
A continuación se presentó como el Duque de Montalvo, bien conocido por su amistad con Fernando VII.
El policía se arrugó, fuese y no hubo nada.
Cuando se quedaron solos, el recién llegado reveló su verdadera identidad. Era Luis González Bravo, periodista de origen sevillano, que tenía un gran parecido con el duque de Montalvo y que con el tiempo llegó a ser diputado, ministro del interior y presidente del gobierno. Estro último, por dos veces.
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