que soy tu amigo, y adviertas
que, tal vez, los ojos nuestros
se engañan, y representan
tan diferentes objetos
de lo que miran, que dejan
burlada el alma. ¿Qué más
razón, más verdad, más prueba
que el cielo azul que miramos?
¿Habrá alguno que no crea
vulgarmente que es zafiro
que hermosos rayos ostenta?
Pues, ni es cielo ni es azul.
Calderón, Saber del mal y del bien.
¿Se podría hablar de un cartesianismo calderoniano o de un calderonismo cartesiano? Me parece que no. Si bien es cierto que, al mismo tiempo que Descartes, en 1619, a raíz de un sueño, se pone a dudar metódicamente de todo, don Pedro Calderón escribe La vida es sueño, la duda de este último es más existencial que metódica:
"... pues estamos
en un mundo tan singular,
que el vivir solo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es."
Calderón, La vida es sueño
A Descartes, el método le permite creer que se ha liberado del sueño y hallado la certeza; a Calderón la experiencia le enseña que toda certeza sólo es certeza en el sueño.
Un Argensola tiene un soneto que acaba así
ResponderEliminarhttps://es.wikipedia.org/wiki/Bartolom%C3%A9_y_Lupercio_Leonardo_de_Argensola
Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
(lo conocí por el título de un libro de Miguel d'Ors, Es cielo y es azul, que lo homenajea)
¡Qué lujo de comentario, Ángel!
Eliminar"... que no sea verdad tanta belleza".
De nuevo se nos insinúan las nobles mentiras.
"- ¡Parece mentira! -repetía-, ¡parece mentira! A no verlo no lo creería... No sé si estoy despierto o soñando.
ResponderEliminar- Ni despierto ni soñando -le contesté".
Niebla, Unamuno
Plas, plas, plas.
EliminarSi el cielo "ni es cielo ni es azul", este soneto calderoniano de "El príncipe constante" adquiere un especial dramatismo:
ResponderEliminarÉstas que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría.
Este matiz que al cielo desafía,
Iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!
A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.
Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y espiraron;
que pasados los siglos horas fueron.
Así lo vio el gran José Hierro en su poema "Vida":
ResponderEliminar“Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada".
De todos modos en el fondo albergo la esperanza de que al final todo sea todo y nada sea nada.
Acabo de leer en Leopardi un argumento curioso para afirmar el todo pospostrero. Según él el suicidio es el mejor argumento a favor de la inmortalidad.
Eliminar