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jueves, 7 de mayo de 2015

Sobre las evaluaciones escolares

Si la capacidad de estrés de nuestros alumnos no es suficiente para resistir los ejercicios elementales a los que han de enfrentarse en las diferentes pruebas de evaluación externa, más que preocuparnos por las pruebas, deberíamos preocuparnos por nuestros alumnos. 

¿Qué tipo de adultos estamos formando?

¿Qué demonios de competencias están adquiriendo? 

¿Dónde ha ido a parar esa inteligencia emocional en la que supuestamente los estamos educando?

10 comentarios:

  1. Los alumnos actuales quizás algún día reaccionen, la demagogia pedagógica que hace años nos atontolina me preocupa bastante más.

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    1. La pedagogía ha quedado sometida a la pseudociencia y a la demagogia. Y esto va a air a más.

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  2. No sabe, Don Gregorio (o sí) la que se está liando por estos lares con lo de las pruebas externas: encierros, recogida de firmas...incluso los padres están amenazando con no llevar a los chiquillos a la escuela ese día y "plantarse". Tienen previsto, parece, realizar concentraciones en "decenas de centros" durante los días que se desarrollen las pruebas y "teñir de negro" los colegios para "denunciar la actitud" del Departamento de Educación. La histeria es llamativa pero, claro, es que estas pruebas, nos avisan, "inevitablemente modificarán estrategias y metodologías educativas que se orientarán más a la superación de estos exámenes que al propio proceso de aprendizaje" y "tendrán consecuencias previsiblemente segregadoras tanto para el alumnado y como para los centros". Si a esto sumamos el "nivel de estrés" al que se va a someter a las criaturas, se entiende tan firme oposición. ¿Qué padre quiere que su hijo sufra? Don Gregorio, no sé usted, pero yo ya estoy empatizando.

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    1. Acabo de enviar mi artículo al diario ARA cargando contra la ñoñería. Si algo que ha sido inherente a la vida académica hasta ahora, el examen, nos causa tantos trastornos, es que los examinados somos nosotros: y no progresamos nada satisfactoriamente.

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    2. Pues le leeremos. Lo comentaba el otro día con alguien: qué daño ha hecho "El club de los poetas muertos"...

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    3. Tampoco debemos dejarnos llevar por el pesimismo, Alberto, esto lo cura el reiki en cuatro sesiones.

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  3. La idea de que "demostrar lo que se sabe" es poco menos que un atentado contra la integridad psicológica y emocional de las criaturas seguirá alimentando este desquiciamiento general en lo que toca al sistema educativo. Cuando el argumento supremo de algunos padres es "pero mi hijo viene todos los días, ¿o no?", con la coletilla desafiante, queda claro que la separación entre las clases sociales irá aumentando geométricamente. En un buen instituto, los niños de 1º, salvo la minoría ilustrada de siempre, no llevan nunca los deberes hechos. En uno de riesgo de exclusión social, ni siquiera hay esa minoría. Yo nunca hice exámenes, al viejo estilo. -"¿No hacemos examen?" -"Les examino cada día, ¿les parecen pocos?" Y lo peor de todo era que desde la primera prueba hasta la última del curso, costaba dios y ayuda que alguien se moviera de la franja de calificación en la que empezaba el curso. Una feroz escuela de determinismo. Si los psiquiatras miden su éxito por la escasez de suicidios entre sus pacientes; yo medía el mío por alguna trabajada ascensión en esa escalera jerárquica del conocimiento que los padres y el sistema quieren convertir en cinta mecánica de aeropuerto...
    Los exámenes nos desnudan, y tenemos sistema y padres muy pacatos y tradicionales, de izquierda, naturalmente: todos iguales, por decreto ley.

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    1. Efectivamente, Juan, nunca ha habido una pedanía más clasista que la actual. El problemas es que nuestro veintitantos por ciento de ninis son tan ninis que ni tan siquiera protestan: ya les va bien un indefinido lunes al sol.

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  4. El problema de los exámenes está en los profesores.

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