Mi amigo Jordi Nadal, director de Plataforma Editorial, recibió hace poco en su editorial a tres chicas adolescentes muy poco interesadas en la lectura. Les leyó la carta que Camus escribió a su maestro cuando recibió el premio Nobel. Les explicó también quién era Camus y como un día su abuela lo envió a comprar un poco de comida y él se gastó el dinero en golosinas. Cuando la abuela le preguntó dónde estaba la compra, él respondió que la moneda se le habían caído en el váter. La mujer se arremangó y la buscó con la mano, en vano. "Esto -les comentó Jordi- es la pobreza que intuyo que vosotras no conocéis". Después seleccionó una página de las memorias de Benjamin Carson y les pidió que la leyeran mientras él atendía unos asuntos urgentes.
Benjamin Carson es director de neurocirugía pediátrica en el Centro Infantil del Johns Hopkins. Su madre era una empleada doméstica que se dio cuenta de que la gente de éxito pasa más tiempo leyendo que mirando la televisión. Decidió entonces que sus hijos sólo mirarían tres programas a la semana y que en su tiempo libre leerían libros de la biblioteca pública. Cuando acababan uno, le tenían que entregar un comentario del mismo por escrito, que ella leía en silencio, con gran interés, mientras ponía algunas marcas en el texto. Años más tarde, Benjamin Carson descubrió que su madre no sabía leer.
En el instituto, Benjamin perdió el interés por el estudio. Prefería ser un chico popular. Un día se quejó a la madre porque no le compraba ropa de marca. Ella le dijo: "De acuerdo. Te daré todo lo que gano cada semana fregando suelos, y tú nos comprarás la comida y pagarás las facturas. Con lo que te sobre, te podrás comprar lo que quieras". A Benjamin le pareció un buen trato. Pero después de comprar las cosas imprescindibles, no le quedó ni un céntimo. Entonces comprendió los equilibrios que tenía que hacer su madre para comprar la ropa que llevaba. Y volvió a estudiar con ganas. "Mi historia -concluye Carson- es, en realidad, la historia de mi madre, una mujer con escasa educación formal que me enseñó que no hay tarea más importante que la de hacer de padres".
Una hora después de despedirse, Jordi recibió una llamada de una de las chicas. Quería decirle que cuando iban hacia la editorial sólo se habían fijado en los escaparates de las tiendas de ropa, pero que a la vuelta se detuvieron ante dos librerías.
Me he emocionado, don Gregorio.
ResponderEliminarA mi también me emocionó la realidad de los hechos. Por eso decidí escribirlos.
EliminarHermoso, parece más un cuento que un hecho real, pocas madres hay así....
ResponderEliminarEl heroísmo cotidiano es real y, por lo tanto, posible.
EliminarMuchas gracias, Don Gregorio. Tan acostumbrados a compadecernos, algo así reconcilia a uno con el oficio.
ResponderEliminarAunque me temo que no es precisamente un modelo con muchos seguidores en nuestros días, ahí queda el hecho.
EliminarCon su permiso, me lo llevo a facebook. Un saludo cordial.
ResponderEliminarNihil Obstat.
EliminarViva la escuela republicana
ResponderEliminarhttp://www.libertaddigital.com/opinion/amando-de-miguel/el-ominoso-sistema-educativo-75596/
La madre de Benjamin es más imaginativa y sensata que el 90% del profesorado actual. A los 10 años, "para ganar dinero", supongo que para golosinas, fui a desrabar pimientos para que se secaran, en San Javier (Murcia). Me dieron un cesto en el que cabía yo y, al acabar de vaciarlo, cuatro horas después, sin descanso, un duro que apenas pude coger de cómo tenía deshechas las manos...Como tampoco podía coger el manillar de la bicicleta para volver a casa, donde me esperó una buena..., en modo alguno comparable con la que yo mismo me acababa de infligir.
ResponderEliminar