Asegura Massimo Recalcati en El complejo de Telémaco que el famoso complejo de Edipo está hoy en día totalmente superado.
Posiblemente, entre los varones que me estáis leyendo haya alguno que conserve memoria de lo que era un padre a la antigua, es decir, un padre que llevaba los pantalones, decía que los niños no lloran, era el único en conducir el coche familiar, decía tacos, no pegaba un palo al agua en casa... y, además, se acostaba con vuestra madre. Frente a ese padre nos sentíamos como fortalezas sitiadas, porque su mirada nos tenía rodeados. No había nada que escapara a su supervisión. Así que, para poder crecer, era necesario matar simbólicamente aquella figura que ocupaba todo nuestro horizonte, para que así se abrieran a nuestra mirada horizontes nuevos en cuyo interior nos pudiéramos mover libremente de acuerdo con nuestras propias leyes. A partir de una determinada edad, era imprescindible crecer contra el padre.
Pero ahora ya no hay padres –dice Recalcati- y los niños no por ello dejan de padecer sus complejos. Ahora padecen el complejo de Telémaco.
Recuerden que Telémaco era el hijo de Ulises y Penélope. Mientras Ulises andaba de aventura en aventura fuera de casa, la pobre Penélope tenía que arreglárselas como buenamente podía para mantener a sus pretendientes a raya y a la hacienda familiar en orden. Los niños con complejo de Telémaco sueñan con que su madre trabaje menos, con que su padre vuelva a casa y se acueste con su madre y sólo con su madre.
La caída de la autoridad paterna, concluye Recalcati, es un fenómeno esencial de nuestra cultura contemporánea. Pero en lugar de dar lugar a un paraíso paterno-filial, ha dado paso al hartazgo de los hijos, que están cansados de relaciones horizontales con sus progenitores y demandan alguna verticalidad, una presencia en casa que les permita dormir tranquilos por la noche convencidos de que todo está bajo control.
Pero nuestro problema es que la antigua figura paternal es irrecuperable y la nueva no satisface a los hijos.
Eso es lo que habría, según Recalcati.
La lucha contra el patriarcado, esa institución represora, ha alcanzado sus últimos objetivos militares.
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