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martes, 17 de febrero de 2015

Los enemigos y nuestra definición

Si no tuviéramos enemigos... ¿nos conoceríamos a nosotros mismos?

¿Dispondríamos de una forma bien delimitada de nosotros mismos, es decir, sabríamos definirnos?

Por otra parte... ¿quién no tiene enemigos, tiene convicciones?

3 comentarios:

  1. Normalmente, las "identidades étnicas" (cualquier cosa que sea eso) "cristalizan" frente a otro grupo. En ese sentido, podríamos decir que los "turdetanos" (como "conciencia étnica") son un resultado de la romanización o que, por lo mismo, los germanos, como dijo Geary, son una "creación" de los romanos. En términos "arcaicos", el prestigio de un guerrero se mide frente a la grandeza de sus enemigos. De los caciques guayacundos (en el norte del Perú) leí esto: "no dejaban a sus sucesores más herencia que el recuerdo de sus hazañas gloriosas" (aletheia) (Jorge Manrique me viene a la memoria). Por eso, Alejandro es el modelo de héroe militar antiguo. Quién sería César sin Pompeyo o Augusto sin Antonio? La convicción en este caso es una ética: el ethos guerrero. Hoy día hay algunos reflejos tímidos de todo esto: ¿qué sería del Madrid sin el Barça, de Messi sin Cristiano? Y viceversa. A veces lo he pensado viendo la estética épica de la propaganda futbolística... Pedro Sánchez y Tomás Gómez no me parecen a la altura, sin embargo...

    Enrique García Vargas

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  2. Efectivamente, Schmitt. Acabo de leerme el libro de Reinhard Mehring. Es precisamente en "Ex captivitate salus" cuando señala por primera vez que el enemigo es nuestro propio interrogante dotados e forma. Y esta es precisamente, la cuestión que más me interesa de Schmitt.

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