He descubierto recientemente (y tengo abundantes pruebas para confirmarlo) que hay un tipo de personas que no se pierde ni una conferencia, pero no porque les interese el tema a tratar, sino por la oportunidad que les brinda el turno de preguntas para expresar en público sus ocurrencias. Que estas ocurrencias sean o no pertinentes es algo que consideran sumamente irrelevante.
Normalmente suelo ficharlas enseguida, porque suelen mirar al conferenciante sin ninguna intención de escucharlo, con una media sonrisilla entre misericordiosa e impertinente. Por supuesto, en cuanto el conferenciante acaba, alzan impetuosamente la mano, sin complejos, y una vez en el uso de la palabra aprovechan para hablar de los asuntos más inverosímiles con una seguridad pasmosa. Para finalizar le lanzan al conferenciante, como un hueso, una pregunta que, por lo malicioso de su mirada bien se puede suponer que están convencidos de que es de una relevancia fundamental para la marcha de la humanidad.
La última vez que me vi en esta situación había estado intentando mantener al auditorio al corriente de un interesante movimiento pedagógico estadounidense llamado "Habits of mind". Cuando el sospechoso levantó la mano, me puse a temblar. Estos tipos saben aprovechar bien los primeros momentos de indecisión para tomar ventaja. Desarrolló prolija y pausadamente una vaguísima y absurda teoría sobre la sabiduría de la naturaleza y, para concluir, me lanzó a la cara su pregunta: "¡Ya me gustaría a mi saber qué piensa usted del sol y la luna! Si no se tienen las ideas claras sobre el sol y la luna, se está engañando al auditorio".
No hay manera de salir de este atolladero honorablemente.Todo el mundo sabe que el tipo es un plasta, pero si le das un corte seco, despiertas inmediatamente la piedad del auditorio... hacia él, claro, y te quedas solo ante el peligro. Pero si le entras al trapo, es peor, porque ya no te lo quitas de encima en toda la noche. Así que hay que arreglárselas para ser amable pero tajante, dejándolo sin respuesta pero contento. Esto es lo que espera él para quedarse hasta el final, acercarse a ti y pedirte tu dirección de correo electrónico.
Si sólo fuera uno. He dejado de ir a conferencias para no tener que soportar el triste espectáculo de las preguntas finales. Estoy seguro que la mitad de los que van están convencidísimos de que los que deberían estar en la mesa son ellos, y se vengan cumplidamente en cuanto les acercan un micrófono.
ResponderEliminarEn Sevilla hay un individuo famoso, que se ajusta a tus descripciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
A estos no tengo el gusto de conocerlos, pero sí al respetable colectivo de habitantes de las inauguraciones que arrasan con los canapés. !Y los muy jodidos tienen una agenda con todas las programadas y se saben la calidad del cátering según sea el organizador!
ResponderEliminarCómo me gustaría entrar en ese selecto club...
¿y porque no poner un moderador con reloj con un tiempo determinado para la pregunta?
ResponderEliminarUn buen moderador cortesmente puede sugerir que la pregunta, no es una pregunta, y por tanto no procede, dando la palabra al ponente, con el camino alisado, para añadir... De lo que usted expone no soy experto, por tanto no me pronuncio.
Vamos como Umbral con Mercedes Mila, "he venido ha hablar de mi libro" .
Me sorprende Don Gregorio, con lo que usted sabe caer en estas cosas, es como una ingenuidad, esa ingenuidad que delata la bondad humana.
No sabes, Gregorio, de algun lugar-web o de alguna editorial que haya traducido los 16 puntos de los "habits of mind" al castellano o al catalán?
ResponderEliminarMe he dado un vuelta por el el link sugerido y ¡me parece interesantísimo!
Anna
En el Museu d'Història y en l'Ateneu hay un ejemplar único, demencial, entrañable, acojonante.
ResponderEliminar¿No estaremos hablando del mismo?
Apreciado Gregorio,
ResponderEliminarLa última la viví en una conferencia de www.cavaandtwitts.com sobre la política 2.0. El sujeto se levantó el primero e hizo una pregunta absurda, impertinente y fuera de lugar a Ernest Benach. Sentí vergüenza ajena, que se pasó rápido al ver la reacción del moderador Marc Cortés: "siguiente pregunta".
Esto confirma una de las teorías del sabio Makinavaja: "¡Mira que en to lao tié que habé siempre un gilipolla!".
Amén.
Demócrito: Sí, esa es su manera de vengarse de la inferioridad que sospechan en el conferenciante.
ResponderEliminarJavier: A ver si estamos invadidos por seres clónicos que se dedican a esto!
ResponderEliminarArrebatos: Que quede claro que si yo fuese juez consideraría un eximente cualquier hecho cometido en pos de una buena croqueta. Pero por esta misma razón condenaría a galeras a quienes consideran una cuestión de honor colgarse del brazo del camarero que lleva croquetas a medio descongelar.
ResponderEliminarRubén: Un moderador cortés que los mantenga a ralla... rara avis es la que busca usted.
ResponderEliminarUna de las razones por las que no voy a conferencias es porque creo que en el turno de preguntas no sé comportarme (ya sabe lo de mi pierna...).
ResponderEliminarPrefiero acudir a la obra escrita del conferenciante y preguntarle por e-mail (por e-mail parezco más bueno).
Los profesores americanos, ingleses o australianos me responde TODOS, de inmediato y muy perspicuamente, sin embargo, sólo tres de cada diez profesores españoles o suramericanos responde y no especialmente bien.
Anna: La experiencia es, desde luego, muy interesante. De hecho yo me convertido en uno de sus apóstoles. Pero no conozco nada publicado en español al respecto.
ResponderEliminarAngel: Creo que lo conozco... y creo que lo he sufrido. Y no, no es el mismo. Esto desmonta mi teoría de que son seres clónicos.
ResponderEliminarTumbaíto: En primer lugar, permítame que me levante para saludarlo. Lo noto últimamente muy circunspecto y temía que se hubiese enamorado o alguna cosa peor.
ResponderEliminarOpino lo mismo de los profesores americanos. De los españoles sólo puedo decir que la mayoría no sé qué profesan.
Una cosa más: Una de mis peores pesadillas es tenerlo a usted delante en una conferencia.
Silencios y Corcheas: ¿Para cuando un unplugged en el Vins i Divins?
ResponderEliminarRecibí tarde su mensaje el otro día.
Por cierto que me encontré en el tren la semana pasada a doña Maria Mir y estuvimos -¿cómo no?- hablando de usted.
Mi mejor amigo, profesor de economía, dice exactamente lo mismo.
ResponderEliminarNo, no estoy enamorado. Lo que ocurre es que estoy muy aburrido. Me aburro terriblemente.
Estoy estudiando por mi cuenta biología para ir describiendo poco a poco los sintomas de mi envejecimiento. Es lo único que me motiva.
La mejor salida es el humor.
ResponderEliminarEso pasa mucho y no sólo en conferencias. Pasa mucho también en las clases de la Universidad.
Pues sí. En el fatídico momento de las 'preguntas finales' es cuando más envidio a Toni Soprano y sus efectivas soluciones.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, y sin que vaya con segundas intenciones,
http://www.theonion.com/content/news/report_increasing_number_of?utm_source=a-section
y por cierto, ¿qué opinas del sol y la luna?
ResponderEliminarBromas aparte me parece una pregunta muy poética.
Hace poco estuve en una charla que se daba tras la proyección de películas. El director respodía a los espectadores, la mayoría muy fanáticos. Pues a pesar del ambiente tan reverencial me sorprendió como, poco a poco, el auditorio iba hostilizándose.
Todo empezó con una respuesta insatisfactoria y desde ahí parecía que se llegaría al linchamiento.
Saludos
Tumbaíto: Tiene que aprender usted a ser menos cínico y más irónico... vamos, digo yo...
ResponderEliminarWalter: Sí... siempre que los que tienen delante tengan sentido del humor. En caso contrario el resultado es patético.
ResponderEliminarClaudio: Es usted casi tan malvado como Tumbaíto... Bueno, casi... casi.
ResponderEliminarWork: El público te perdona que sepas más que ellos en la exposición del tema, pero no en las respuestas a sus preguntas. Tal cual.
ResponderEliminarRespecto al sol y la luna... decidí hablarle de la heterogeneidad noética del Todo.
¿En qué consiste ser cínico, don Gregorio?
ResponderEliminar¿Sabe con que personaje me identifico enormemente? (Incluso por la colocación de nuestra mandíbula).
ResponderEliminarPues con el escurço negre
En no tener capacidad para engañarse a sí mismo.
ResponderEliminarLo de l'Escorçó Negre confirma -me parece- mi hipótesis
Vins i Divins: ¡Eso es lo que iba a decir yo!
ResponderEliminarEso comportaría una multitud de problemas teológicos, ¿no?
ResponderEliminarMi confesor me tiene muy prohibido hablar de este tema.
ResponderEliminarEntonces no se hable más del tema, don Gregorio.
ResponderEliminar¿Y qué son el sol y la luna? Vamos, que he quedado en ascuas...
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