martes, 20 de enero de 2009

Friedrich Heinrich Jacobi


La historia de la filosofía, es decir, lo que conocemos por historia de la filosofía, es una serie de relatos sobre la filosofía que intentan introducir una coherencia, un orden, en la sucesión de ideas filosóficas, como si de esta manera, dotando al hilo historiográfico de una cierta necesidad interna, se salvara -o al menos se incrementara- la dignidad de la misma filosofía. Pero en realidad las cosas son más complejas y, al mismo tiempo, menos nobles (pero más verosímiles). La historia de la filosofía es una historia más laberíntica que lineal, con muchas vías muertas, es decir, ideas que no fueron desplegadas en su momento no porque carecieran de relevancia, sino porque los filósofos que debieron encargarse de ello carecieron de perspicacia. Algunas son recuperadas mucho más tarde, y adquieren fuerza nueva en sistemas filosóficos diferentes de los que las vieron nacer, otras continúan sepultadas por montañas de erudición. Con frecuencia, entonces, filósofos que consideramos menores, deben su consideración a nuestra voluntad de imponer una lógica narrativa a la complejidad de la historia del pensamiento. Creo que esto es exactamente lo que ocurre con Friedrich Heinrich Jacobi (1743-1819), de quien estoy leyendo cuanto puedo encontrar. Me dirigí a él interesado por aclarar un poco mis ideas sobre la tesis doctoral de Leo Strauss, que versó sobre este filósofo, pero me retiene en su obra su propia consistencia. Jacobi vive un momento especialmente crítico de la Ilustración alemana, el que, desbordando el criticismo kantiano, desemboca en un sistema de la subjetividad absoluta. Contempla esta deriva con una enorme inquietud, viéndola como la realización de la filosofía de Spinoza , por lo tanto, como la culminación del racionalismo. Intuye que todo el inmenso esfuerzo por sustentar el saber del hombre en un fundamento racional indudable está condenado al fracaso. En este sentido vislumbra la llegada del nihilismo precisamente en el triunfo aparente del racionalismo. De hecho la palabra "nihilismo" aparece por primera vez en la filosofía alemana en su obra. Creo ver, por ejemplo, que en la crítica que Jacobi despliega sobre Kant, a quien admiraba profundamente, está ya esbozada la que Heidegger dirigirá en Davos a la línea de flotación del neokantismo. Pero dejaré todo esto de lado para recoger una observación que este filósofo supuestamente segundón realiza de paso, sin darle demasiada importancia, en un comentario sobre Lichtenberg de 1802:
"¡Como varían los dones de la vida, y las maneras de despertarse en ella, y su manifestación. El hombre se despierta tal como lo hace el animal, en primer lugar como una criatura solamente sensible, en una naturaleza puramente sensible. Al principio, como el animal, sólo reconoce a su madre. Pero para el animal la madre tiene solamente un pecho y no un rostro: por eso a medida que olvida el pecho, olvida a la madre. El animal carece de corazón y por ello carece también de razón. El hombre desplaza su mirada del pecho alimenticio; sitúa su mirada frente a la mirada de su madre y siente el amor, comprende el amor y obtiene el reconocimiento. Podía solamente llorar; pero también sonríe."

20 comentarios:

  1. ¡Qué bueno que desempolve un poco los anaqueles de la Filosofía! El fragmento me pareció muy conmovedor. Sería capaz de mencionar qué comenta él de Lichtenberg. Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  2. Luc: Se trata de un pequeño ensayo titulado "Sobre una profecía de Lichtenberg". Esta profecía, según aparece en el frontispicio del ensayo es la siguiente: "Nuestro mundo llegará a ser un día tan preciso que será tan ridículo creer en Dios como lo es hoy en día creer en los fantasmas".

    ResponderEliminar
  3. Sea la filosofia o cualquier otra cosa hay que contarla. Para contarla hay que optar, tomar un camino u otro, no se puede contar todo. Y optar és excluir tanto como incluir. (verdad que parece muy obvio...) Se puede escapar a la facticidad del relato ?

    ResponderEliminar
  4. Puestos a sugerir revisiones, sugiero revisar la idea que donde el racionalismo acaba sus fuerzas,inexorablemente, surge el nihilismo.
    És esto el llamado pesimismo antropologico ?
    Estamos,como menciona Gregorio, ante una falta de perspicacia ?
    O bien ante un limite ?
    Cuando la razon acaba, los racionalistas sufren ?
    Las respuestas, creo, estan, al menos latentes, en el fragmento de Jacobi.

    ResponderEliminar
  5. Gos: La tesis de Jacobi, muy pascaliana, es que cuando la razón pretende sustentarse a sí misma lo que descubre es su falta de fundamento y, por lo tanto, la necesidad de apoyarse en algo que no es ella (algo no racional).

    ResponderEliminar
  6. Jesús: El problema es que hay que decidir y, por lo tanto, podemos hacer del decisionismo la posición absoluta. Digo problema porque, efectivamente, el siglo XX nos ha mostrado hasta qué punto la primacía de la decisión sobre la razón puede conducir a la desolación.

    ResponderEliminar
  7. Supongo que no es solo un problema de la historia de la filosofía. También la historia de la música ha escogido sus caminos y sus intrigas, a menudo al margen de la realidad de cada época.

    Por poner un ejemplo, un compositor como Boccherini siempre se ha considerado en cierta forma un compositor menor, anticuado ya en su propio tiempo, etc. Simplemente porque la historia de la música posterior a 1750 se juzga a partir de los modelos clásicos: Haydn, Mozart, Beethoven y los que siguen. Y estos modelos imponen ciertos criterios de calidad: perfección de la construcción formal, densidad y alcance del desarrollo temático y motívico, tecnicidad en la escritura contrapuntística, etc.

    Por no responder como debería a estos criterios, Boccherini pasa a un segundo plano. Sin embargo, su música ofrece otros puntos de interés: la síntesis entre lenguaje culto y popular, la experimentación tímbrica, etc. que podrían interesar por ejemplo a un compositor de nuestros días, revalorizando con ello la obra de Boccherini y revitalizando una "vía muerta".

    Estos desequilibrios se dan también entre los considerados "clásicos". Hoy en día, Haydn no podría llamarse un compositor popular y aún menos un compositor más popular que Mozart. En su época era sin embargo muchísimo más popular que él. Entre 1780 y 1815 (Haydn murió en 1809), hubo una verdadera "fiebre" Haydn, de Madrid a San Petersburgo. Su obra influyó en las creaciones posteriores de Beethoven, mucho más que la de Mozart. Y, a pesar de ello, hoy nadie diría que las cosas fueron así.

    Ejemplos como estos los hay por todas partes. Supongo que este proceso de selección forma parte de la esencia misma de la historiografía. Al no poder igualarlo todo, cada época tiende a escoger lo que considera mejor y modélico en el curso de la historia. Pero, por suerte, este proceso se realiza en un devenir en constante fluctuación, por lo que nunca podremos fijar unos modelos únicos. Y en esto nos ayuda la complejidad inherente a cualquier historia.

    Hay algo en eso que llaman Postmodernidad que nos lleva precisamente a igualarlo todo. Lo que hago en mi blog o con mi grupo en defensa de un compositor considerado menor, como Gaetano Brunetti, no habría tenido en los años 60 el reconocimiento que podría tener ahora, ni a ojos de la investigación musicológica, ni a ojos de los compositores. Esta frase de Pierre Boulez, de 1956, es un buen ejemplo de como han cambiado las ideas: "después de Couperin y Rameau, los epígonos han descubierto, a su justa medida y conveniencia, Charpentier y Lalande. ¡Recursos miserables!". Tenía algo de profético, ya que hoy Charpentier se considera uno de los mejores compositores franceses del siglo XVII y no hay duda de que esta tendencia igualar grandes y mediocres esconde entre los que se encargan de ello una gran tasa de mediocridad.

    Mi caso mismo: con mi formación llena de lagunas de estudiante de tercer año, puedo enfrentarme al análisis de una obra de Gaetano Brunetti pero difícilmente podría hacerlo con una de Haydn, por no hablar de Beethoven, ni del propio Boulez (¡Dios me libre!). Luego es un buen escudo para la mediocridad el ser descubridor de mediocres.

    Aún así, no creo que se trate solo de eso. Cuando hablo de Brunetti, lo hago con verdadero entusiasmo, sin temer la presencia, allá arriba, en el Parnaso, de los Grandes.

    Por lo tanto algo de bueno debe haber en lo de menear un poco los criterios establecidos, como lo tiene el que hoy hable usted de Jacobi. Creo que con el tiempo, todo volverá a su sitio, con la única variación que ni Brunetti ni Jacobi volverán a no aparecer en las historias de sus disciplinas respectivas. O al menos eso espero...

    Bon dia.

    ResponderEliminar
  8. ¿El Corazón- el rostro de la madre- es entonces el fundamento? Así lo sugiere, pues entonces es cuando "despierta".Pero el corazón es la casa de la revelación, de lo dado, revelación en sentido lato, la escrituraria y la que no.Me parece bastante posible que, entonces,Rosenzweig fuese un atento lector de Jacobi.
    De todas formas, si lo primero concebido por la razón es la aseidad, tiene todo el sentido del mundo que su primera palabra sea "non serviam".

    ResponderEliminar
  9. ¿Decisionismo es lo que ahora se alaba bajo el nombre de pragmatismo?

    ResponderEliminar
  10. Precisamente lo que de Jacobi ha quedado en esta 'historia de la filosofía' es esa introducción del vocablo 'nihilismo' con un fuerte contenido significativo. Pero, como en muchos casos, todo autor que ha quedado algo al margen de la 'evolución filosófica' tiene cosas muy interesantes. Entender la filosofía como un laberinto en lugar de una línea progresiva creo que es máqs justo, pero también más provechoso.

    saludos

    ResponderEliminar
  11. Belerofonte: Mi admiración y mi agradecimiento por este magnífico comentario, de verdad.

    ResponderEliminar
  12. Dhavar: No creo qye vayas desencaminado. Por ese camino llegaríamos a un seguidor apasionado de Rosenzweig, el gran filósofo contemporáneo del rostro y la mirada: Levinas.

    ResponderEliminar
  13. Claudio: No creo, honestamente, que puedan equiparse. NO me imagino al pragmatismo, en principio, organizando un congreso dedicado a la voluntad, como lo hicieron los nazis. El pragmatismo -me parece- tiene un componente escéptico del que intenta huir a toda costa el decisionismo. Pero digo todo esto con pies de plomo.

    ResponderEliminar
  14. Horrach: Los manuales de historia de la filosofía le deben mucho a Hegel y, por lo tanto, expresan ya una toma de partido por una determinada concepción -historicista y con frecuencia progresista- de la verdad.

    ResponderEliminar
  15. Eso del decisionismo... Justo estoy recuperando al de Aquino de mis años de facultad (Qué grande es) de la mano, nada menos, de Maritain, en un estudio sobre Lutero, "el primer romántico". Va al grano, claro: Lutero, cuya formación filosófica pasaba por Occam, pulveriza al alma y su diálogo con Dios, a la persona, a la razón, y supone "el advenimiento del yo", subtítulo del estudio, pura voluntad abocada a la acción, salvaguardada sólo por la fe -confianza ciega- y por el "manto" que es Cristo para tapar el "mal radical" del que nadie y nada se salva.
    Por supuesto, Maritain considera que el poso luterano en Alemania y en el mundo moderno es evidente.

    ResponderEliminar
  16. Ah, se me olvidaba, para lo que pueda servir: Maritain sí que acusa a este paradigma de pragmático en lo terrenal que, al estar, el hombre, tan desvinculado de Dios, acaba por ser lo único que cuenta, pragmáticamente.

    P.S Eso es lo que yo estoy entendiendo de lo que leo y que todavía no he acabado de leer. Aviso.

    ResponderEliminar
  17. Probablemente, Lola, el neokantismo era el único sistema capaz de competir con Heidegger. El problema es que ya en el siglo pasado y especialmente en este hasta el propio concepto de sistema se nos ha hecho problemático.
    Apuntas, por lo que creo intuir, a las raíces cristianas del nihilismo. Yo veo esas raíces, pero me parece que no hay que confundirlas con su fruto más maduro que es el de un decisionismo que sólo tiene clara la imposibilidad de sostener ninguna convicción en firme y, por lo tanto, hace de la elección ciega el único fundamento con sentido.
    Cuando Wittgenstein hace la que para mí es una de las preguntas fundamentales del siglo pasado: "¿Por qué he de ser sincero si me resulta más ventajoso decir mentiras?", creo que está superando los límites del pragmatismo filosófico para situarnos exactamente ante la indigencia de la decisión y, por lo tanto, de la moralidad.
    Entiendo que frivolizo al tratar de estas cuestiones de manera tan grosera, pero filosofar en un café cibernético proporciona indulgencia plenaria.

    ResponderEliminar
  18. ¡Coño, me corrijo!: Me refería al neotomismo, no al neokantismo, que nunca fue rival para Heidegger.

    ResponderEliminar
  19. A propósito de Heidegger y neokantianos, ha aparecido hace poco una biografía de Cassirer.
    En la introducción disponible en la red http://press.princeton.edu/chapters/i8806.pdf
    el autor explica que empezó con la idea de una reivindicación de Cassirer como punete entre la filosofía analítica y la continental y que acabó explicando las razones de un fracaso y lo que ese fracaso representa.
    Pinta bien.

    ResponderEliminar

La Isla de Siltolá

 I Finalmente, después de varios intentos fallidos, el mensajero nos ha encontrado en casa y me ha entregado los ejemplares de Una triste bú...