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domingo, 25 de enero de 2009
Dietrich Bonhoeffer
La editorial Pòrtic acaba de publicar las cartas escritas desde las cárceles nazis por el teólogo cristiano Dietrich Bonhoeffer. Como el libro pertenece a la colección de Clàssics cristians del segle XX, mucho me temo que no recibirá por parte de los medios la atención que su luminoso contenido se merece. Pero quien quiera sentir de cerca el pulso de un alma grande hará bien en no perderse la lectura de estas cartas, que se inician pocos días después de que su autor fuera detenido por la Gestapo (14 de abril de 1943) y concluyen poco antes de su fusilamiento, en abril de 1945, en un campo de concentración. Oficialmente fue detenido por oponerse a la iglesia propugnada por el nazismo, la de los Deutsche Christen, pero el descubrimiento por parte de la Gestapo de su participación en el atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944, fue lo que lo condujo a la muerte. El profundo testimonio ético de fortaleza que transmiten estas cartas no debiera tampoco ser ignorado por quienes piensan que la felicidad del hombre es inversamente proporcional a su creencia en Dios ni, sobre todo, por quienes tienen a la fortaleza como una virtud muy mayor.
Lluís Duch, uno de los más finos intelectuales catalanes, afirma en la introducción que "Bonhoeffer fue un conservador como lo fue la gran mayoría de quienes en Alemania se opusieron a la barbarie nacional-socialista y, en muchos casos, perdieron la vida". No solamente se opuso con determinación al poder político del nazismo, sino que puso en evidencia la connivencia con el régimen de muchos cristianos. "Solamente -decía- quien grita a favor de los judíos puede también cantar gregoriano".
Un año antes de la toma del poder por los nazis ya había previsto en un sermón lo que iba a pasar: "No hemos de extrañarnos si vienen tiempos difíciles para nuestra Iglesia en los que se exigirá el martirio. Pero esta sangre, si realmente aún tenemos el coraje y el honor y la fidelidad de verterla, no será tan inocente y luminosa como la de los primeros cristianos. Sobre nuestra sangre pesa una culpa: la culpa del servidor inútil que fue arrojado a las tinieblas exteriores".
Se dice con frecuencia que si Heidegger no fue culpable de connivencia teórica con el nazismo, sí lo fue, al menos, de no haber previsto lo que venía encima. Esta es, exactamente, la crítica que Bonhoeffer dirige a la teología académica: Había sido incapaz de dotar a los cristianos de argumentos morales para enfrentase a la barbarie nazi.
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Supongo que la novedad será la publicación en catalán, ya que en castellano estas cartas llevan décadas publicadas en la editorial Sígueme bajo el título de "Resistencia y sumisión".
ResponderEliminar¡Yo no he hablado de novedad! De hecho la primera edición en catalán de las cartas es de 1969, con traducción de Helena Alegre y revisión de Manel Balasch. Que yo sepa la primera edición en castellano es la de Sígueme de 1983. Posteriormente Trotta ha reeditado solamente -creo- las cartas de amor (1998).
ResponderEliminarLa edición a la que me refiero, de Pòrtic (del 2008) se basa en la primera edición catalana, pero con alguna importante novedad, porque se añaden diferentes fragmentos de la edición crítica alemana de 1998, sin contar, claro está, con el prólogo de Lluís Duch.
Pero independientemente de la historia editorial de estas cartas, me parece evidente que Bonhoeffer no es precisamente un pensador muy conocido fuera de los ámbitos teológicos. En este sentido creo, don Geógrafo Subjetivo, que estará usted de acuerdo conmigo que para muchos jóvenes y no tan jóvenes Bonhoeffer es un completo desconocido y, aunque sólo fuera por eso, la actual edición de Pòrtic debería tener más eco del que está teniendo en la prensa catalana. De hecho está pasando completamente desapercibida.
Cierto, usted no ha hablado de novedad y ésta ha sido una inferencia mía. Si me permite la precisión la cartas editadas por Trotta sí eran una novedad en castellano.
ResponderEliminarSobre todo lo dicho por usted sobre Bonhoeffer. Para mí es un autor de referencia constante, al que vuelvo habitualmente, especialmente a estas cartas desde la cárcel como al libro titulado en castellano como "El Precio de la Gracia". Es una pena que esté encerrado en lo teológico, y curiosamente entre la teología más progresista, e ignorado entre sectores teológicos conservadores y el público en general.
La historia de la "Berkenende Kirche" es una gran desconocida y creo que supone un punto de inflexión tanto en lo teológico como en lo práctico en el asunto de sociedad y fe.
El pensamiento religioso en España, por razones históricas, se ha mantenido encerrado en tan estrechos márgenes que es extraño hasta para los propios creyentes.
La figura de este hombre me parece impresionante y no sólo como referente teológico. Filosóficamente tiene también mucha sustancia. No pretendo otra cosa con este limitadísimo post que dejar constancia de mi respeto. Me alegra coincidir con usted.
ResponderEliminarPoco es el caso que se hace al pensamiento social y filosófico que viene del campo de la teología. Y cuando tal sucede es, no se si generalmente pero si en abundancia, porque el autor ha emitido un testimonio vital. Parece como si solamente eso pudiera alcanzar a validar sus palabras.
ResponderEliminarY por otra parte, y dados los tiempos que corrían y la segmentación de la sociedad en Europa, lo más razonable es que fuera un "conservador" quien se expresara de esta manera.
A mi, sin entusiasmarme parte de su obra, la vida de Bonhoeffer, me parece de aquellas que deberían prestar mucha más atención de la que se da (y no sólo por haber formado parede la conjura contra Hitler, sino por haber tenido desde el principio de nazismo una postura muy clara contra Hitler, por haber ayudado a escapar a judios através de Suiza...)
ResponderEliminarY bueno, don Gregorio, además, de refilón ha tocado un tema que me parece bastante sangrante: la ignorancia tremenda que hay fuera de "ambientes teológicos" (sea lo que sea eso) de grandes grandes teólogos del siglo XX: De Lubac, Rahner,von Balthasar, Barth, Evdokimov..
¿Y los españoles? Ruiz de la Peña, Pikaza, González Faus, Gónzalez de Cardedal... etc
Querido Luis, hermano, tus apariciones por aquí son siempre motivo de alegría. Respecto a lo de conservador, siendo, efectivamente eso, no deja de ser curioso que se entienda que su pedagogía es innovadora.
ResponderEliminarDon Cogito: sí, eso de "ambientes teológicos" no es una expresión muy afortunada. Estoy de acuerdo: respecto a Bonhoeffer, lo relevante es su vida, porque marca la diferencia entre lo que la teología de un teólogo guiado fundamentalmente por el Sermón de la montaña pudo dar de sí y lo que la filosofía del filósofo más grande del siglo XX, Heidegger, no pudo, de ninguna manera, dar de sí. Y es aquí donde me tengo que parar para pensar despacio.
ResponderEliminarLo que me parece admirable es que podamos encontrarnos aquí personas interesadas en Bonhoeffer.
Quisiera añadir que, además de la vida y la muerte de Bonhoeffer, cuestiones tales como la idea del "Dios tapa-agujeros" han sido enormemente relevante para el planteamiento de un religión no desde las carencias del pensamiento moderno, sino desde la afirmación de sí misma. De influencia barthiana pero que no deja de ser que pensar.
ResponderEliminarDe la carta a su amigo Eberhard Bethge del 18 de noviembre de 1943: "Nosotros, como cristianos, no hemos de arrepentirnos de tener en todo un deseo de libertad, de felicidad terrenal".
ResponderEliminarEn el diccionario de la RAE a la palabra "justo" se definen tanto como "Que obra según justicia y razón" y como "Que vive según la ley de Dios"
ResponderEliminarLa diferencia entre Bonhoeffer y Heidegger, es que Bonhoeffer fue un justo,en las dos acepciones y Heidegger sólo un gran filósofo.
Sí, es exactamente eso: le faltó el mínimo sentido de la justicia necesario para exprimir hasta el fondo todo el contenido de la razón.
ResponderEliminar“Le faltó el mínimo sentido de la justicia necesario para exprimir hasta el fondo todo el contenido de la razón”
ResponderEliminar¡Menuda frase!
Si es verdad que para el buen uso de la razón es necesario un mínimo sentido de la justicia, quizá sea la falta de ese “mínimo sentido” donde se puedan vislumbrar algunas de las carencias o debilidades de la razón entonces y ahora... no?
Digo esto a beneficio de inventario, ya que quizá no le he entendido bien
Don Cogito: Los límites de la razón son, a mi modo de ver, límites políticos, precisamente porque para ser fiel a sí misma ha de desprenderse de toda dependencia que sea ajena a su propia coherencia interna. Pero en la medida en que el filósofo es aquel que pretende el despliegue de esta coherencia interna y, en tanto que tal es un amante más que un poseedor del saber, la pretensión de llevar a término su empresa le exige la (como mínimo) puesta en paréntesis de toda convicción religiosa, política y moral. En este sentido es, de manera inevitable, un inválido político.
ResponderEliminarMe alegro de que se hable de Bonhoeffer, un autor fascinante y bastante ignorado en España, tanto por unos como por otros. Es cierto, como se dice, que tiene un pulso filosófico muy interesante, y es que su capacidad reflexiva ilumina aspectos que no sólo pueden verse a través de lo religioso.
ResponderEliminarHorrach: Yo me alegro porque pensaba que este post apenas tendría comentarios. Descubro con agrado que no somos na rareza los familiarizados con Bonhoeffer.
ResponderEliminarLas cartas son, en el fondo, un diálogo entre la teología y la filosofía.
ResponderEliminarEl 31 de octubre de 1943 escribe a sus padres lo que sigue:
"Hoy es la fiesta de la Reforma, un día que, principalmente en nuestro tiempo, puede hacer de nuevo meditar a un hombre. Uno se pregunta por qué de la acción de Lutero se habrían de originar consecuencias tan opuestas a los deseos del reformador; consecuencias que lo amargaron los últimos años de su vida y que, en ocasiones, le cuestionaron la obra a la que había dedicado su existencia. Lutero quería una auténtica unidad de la Iglesia y de Occidente, es decir, de los pueblos cristianos, y la consecuencia fue el hundimiento de la Iglesia y de Europa. Deseaba la "libertad del cristiano" y la consecuencia fue la indiferencia y la degeneración. Quería la institución de un auténtico orden social en el mundo, sin la tutela clerical, y la consecuencia fue la revuelta y la progresiva disolución de todos los lazos auténticos y de ordenamiento de la vida."
Gregorio, no recuerdo cómo caí en los brazos de Bonhoeffer, pero nadie me dirigió hacia él, fue todo pura casualidad y curiosidad personal.
ResponderEliminarY sí, yo también me alegro que los que disfrutamos leyendo a Bonhoeffer no estemos tan solos.