Probablemente dios no existe. Deja de preocuparte y vive la vida.
No he podido evitar recordar, al ver esta imagen (no tengo información sobre el fotógrafo), la campaña de los autobuses. Independientemente de lo que esta campaña explícitamente dice, hay algo que se muestra en ella y que apunta hacia una cuestión de enorme relevancia: la asociación entre verdad (en este caso una verdad pequeñita, es cierto, puesto que se presenta como probable) y felicidad, por una parte, y la necesidad de difundir a los cuatro vientos, por otra, la convicción de que esta asociación es, en sí misma, verdadera y saludable. Yo encuentro todo esto demasiado cristiano. La probidad intelectual, el poner el amor a la verdad por encima de todo, me parece mucho más bíblica que griega. Los griegos tenían un sentido muy acentuado de la prudencia como para jugarse toda la vida, al completo, a la carta de la verdad. Y veo también en esta conciencia misionera de los promotores de la campaña un sentimiento apostólico e incluso católico (cat'holos: para todos); veo un apostolado de la verdad que no duda de la bondad absoluta de su propósito. Y en esta confianza sospecho que puede encontrarse algo así como la transmutación de la divina providencia teológica en divina providencia científica. Es decir: que esta campaña me parece sumamente religiosa. Un ateo de verdad tiene que ser capaz de desprenderse de todo rastro (religioso o laico) de la divina providencia. Si no lo hace, es que no es tan ateo como cree. El laicismo, convertido en religión, es también religión. Yo -quizás...- podría apuntarme a un lema que dijese: "Probablemente la providencia es un intento de dar sentido al sinsentido de la naturaleza. Deja de creer en ella y atrévete a ser infeliz". Pero eso es, más o menos, lo que dijo Heidegger.
Buscar este blog
sábado, 31 de enero de 2009
viernes, 30 de enero de 2009
jueves, 29 de enero de 2009
El gran estilo
Nietzsche relaciona la voluntad de poder con el arte. Más aún, en el arte encuentra algo esencial de la voluntad de poder y, por lo tanto, en lo que él llama "el gran estilo" descubre su forma más diáfana. En 1885, recogiendo ideas para una continuación del Zaratustra, escribe:
Leía estas palabras ayer por la tarde en el tren que me llevaba a Barcelona, camino del Horiginal, donde recitaba Ferran Aisa. Las leí y tuve que cerrar el libro para rumiarlas despacio.
Al llegar a Barcelona, como aún tenía algo de tiempo, pasé por la librería la Central del Raval. En la sección de filosofía había una persona consultando algún libro en la estantería. Apenas le presté atención. Eché una mirada a las novedades y me fijé en un título que me incomodó profundamente: "El derecho a no sufrir", de Margarita Boladeras. Inmediatamente pensé en lo que Santiago López Petit habla sobre la sociedad terapéutica. De hecho hay un apartado en La escuela contra el mundo que trata de "la deriva terapéutica de la escuela", y que nació en el Horiginal, un día en que Santiago presentaba sus ideas sobre la sociedad terapéutica.
Y así son las cosas: cuando levanté mi mirada del libro de Boladeras (del que sólo conozco el título), la persona que estaba de cara a la estantería se dio la vuelta y resultó ser Santiago. Evidentemente hablamos de todo esto.
Con Santiago López Petit me pasa una cosa curiosa. Entiendo perfectamente sus preocupaciones. Más aún, me parecen del todo fundamentales y no me cuesta nada hacerlas mías. Pero a partir de ahí nos separa todo lo demás. Sin embargo, por grande que sea la distancia, las pruebas de generosidad que me ha dado me mantendrán siempre cerca de él. Ayer, en un comentario del post anterior, le recordaba a Viejocon un verso de Yehuda ha-Levi: "¡Asómbrate de lo cerca que están los que están lejos!". Soy amigo de la filosofía, pero soy mucho más amigo de la amistad.
"Lo que hace el gran estilo: convertirse en amo tanto de la propia dicha como de la propia desdicha".Heidegger parece haberse quedado tan impresionado por esta proclama, que sólo se le ocurre comentar lo siguiente:
"¡Convertirse en amo de la propia dicha! Esto es lo más difícil. Volverse amo de la desdicha, puede ser, en caso de necesidad. Pero convertirse en amo de la propia dicha..." (Martin Heidegger, Nietzsche, p.155).
Leía estas palabras ayer por la tarde en el tren que me llevaba a Barcelona, camino del Horiginal, donde recitaba Ferran Aisa. Las leí y tuve que cerrar el libro para rumiarlas despacio.
Al llegar a Barcelona, como aún tenía algo de tiempo, pasé por la librería la Central del Raval. En la sección de filosofía había una persona consultando algún libro en la estantería. Apenas le presté atención. Eché una mirada a las novedades y me fijé en un título que me incomodó profundamente: "El derecho a no sufrir", de Margarita Boladeras. Inmediatamente pensé en lo que Santiago López Petit habla sobre la sociedad terapéutica. De hecho hay un apartado en La escuela contra el mundo que trata de "la deriva terapéutica de la escuela", y que nació en el Horiginal, un día en que Santiago presentaba sus ideas sobre la sociedad terapéutica.
Y así son las cosas: cuando levanté mi mirada del libro de Boladeras (del que sólo conozco el título), la persona que estaba de cara a la estantería se dio la vuelta y resultó ser Santiago. Evidentemente hablamos de todo esto.
Con Santiago López Petit me pasa una cosa curiosa. Entiendo perfectamente sus preocupaciones. Más aún, me parecen del todo fundamentales y no me cuesta nada hacerlas mías. Pero a partir de ahí nos separa todo lo demás. Sin embargo, por grande que sea la distancia, las pruebas de generosidad que me ha dado me mantendrán siempre cerca de él. Ayer, en un comentario del post anterior, le recordaba a Viejocon un verso de Yehuda ha-Levi: "¡Asómbrate de lo cerca que están los que están lejos!". Soy amigo de la filosofía, pero soy mucho más amigo de la amistad.
martes, 27 de enero de 2009
Idas y venidas
Decía Ortega que el hombre no es racional, sino que está "in via", anda por el camino de la racionalidad avanzando poco a poco. Pascal, más fino, sostenía que "la naturaleza del hombre no consiste en ir siempre: tiene sus idas y venidas".
Quizás ha llegado la hora de que me dedique a releer. Creía que había leído a Blaise Pascal y, para mi sorpresa, descubro en mi relectura a un desconocido que conoce al dedillo todos mis pensamientos. No tiene nada que ver con la imagen que me formé de él cuando lo leí, sin duda demasiado apresuradamente, hace ya bastantes años. No paro de subrallar y de hacer comentarios por los márgenes de sus pensamientos, que ahora me parecen tan próximos. Descubro, pues, que tenía entre los libros aparentemente ya leídos un amigo abandonado y, lo que es peor, desconocido. Descubro, por lo tanto, que avanzar en mis lecturas puede significar retroceder.
He sacado también de la estantería el Nietzsche de Heidegger. Le he quitado el polvo y lo he dejado sobre la mesa, aquí delante. Volveré a leerlo a ver si sigo retrocediendo.
Quizás ha llegado la hora de que me dedique a releer. Creía que había leído a Blaise Pascal y, para mi sorpresa, descubro en mi relectura a un desconocido que conoce al dedillo todos mis pensamientos. No tiene nada que ver con la imagen que me formé de él cuando lo leí, sin duda demasiado apresuradamente, hace ya bastantes años. No paro de subrallar y de hacer comentarios por los márgenes de sus pensamientos, que ahora me parecen tan próximos. Descubro, pues, que tenía entre los libros aparentemente ya leídos un amigo abandonado y, lo que es peor, desconocido. Descubro, por lo tanto, que avanzar en mis lecturas puede significar retroceder.
He sacado también de la estantería el Nietzsche de Heidegger. Le he quitado el polvo y lo he dejado sobre la mesa, aquí delante. Volveré a leerlo a ver si sigo retrocediendo.
domingo, 25 de enero de 2009
Dietrich Bonhoeffer
La editorial Pòrtic acaba de publicar las cartas escritas desde las cárceles nazis por el teólogo cristiano Dietrich Bonhoeffer. Como el libro pertenece a la colección de Clàssics cristians del segle XX, mucho me temo que no recibirá por parte de los medios la atención que su luminoso contenido se merece. Pero quien quiera sentir de cerca el pulso de un alma grande hará bien en no perderse la lectura de estas cartas, que se inician pocos días después de que su autor fuera detenido por la Gestapo (14 de abril de 1943) y concluyen poco antes de su fusilamiento, en abril de 1945, en un campo de concentración. Oficialmente fue detenido por oponerse a la iglesia propugnada por el nazismo, la de los Deutsche Christen, pero el descubrimiento por parte de la Gestapo de su participación en el atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944, fue lo que lo condujo a la muerte. El profundo testimonio ético de fortaleza que transmiten estas cartas no debiera tampoco ser ignorado por quienes piensan que la felicidad del hombre es inversamente proporcional a su creencia en Dios ni, sobre todo, por quienes tienen a la fortaleza como una virtud muy mayor.
Lluís Duch, uno de los más finos intelectuales catalanes, afirma en la introducción que "Bonhoeffer fue un conservador como lo fue la gran mayoría de quienes en Alemania se opusieron a la barbarie nacional-socialista y, en muchos casos, perdieron la vida". No solamente se opuso con determinación al poder político del nazismo, sino que puso en evidencia la connivencia con el régimen de muchos cristianos. "Solamente -decía- quien grita a favor de los judíos puede también cantar gregoriano".
Un año antes de la toma del poder por los nazis ya había previsto en un sermón lo que iba a pasar: "No hemos de extrañarnos si vienen tiempos difíciles para nuestra Iglesia en los que se exigirá el martirio. Pero esta sangre, si realmente aún tenemos el coraje y el honor y la fidelidad de verterla, no será tan inocente y luminosa como la de los primeros cristianos. Sobre nuestra sangre pesa una culpa: la culpa del servidor inútil que fue arrojado a las tinieblas exteriores".
Se dice con frecuencia que si Heidegger no fue culpable de connivencia teórica con el nazismo, sí lo fue, al menos, de no haber previsto lo que venía encima. Esta es, exactamente, la crítica que Bonhoeffer dirige a la teología académica: Había sido incapaz de dotar a los cristianos de argumentos morales para enfrentase a la barbarie nazi.
sábado, 24 de enero de 2009
jueves, 22 de enero de 2009
Así como es propio de amigos verdaderos...
Para Vendepatrias, buena gente "malgré lui" (que pretendiendo poner a su patria en almoneda, parece ignorar que corre el riesgo de -como dirían los estadounidenses- lanzar al niño con el agua del baño):
Así como es propio de amigos verdaderos (verae amicitiae) reprender y ser reprendidos, haciendo lo primero con franqueza (libere), pero sin acritud (non aspere), y recibiendo la reprensión con paciencia y sin resentimiento (non repugnanter), del mismo modo se ha de tener presente que no hay en la amistad peste (pestem) mayor que la adulación (adulationem), el halago (blanditiam) y la excesiva condescendencia (assentationem). Es difícil exagerar al criticar ese vicio (vitium) de los hombres frívolos (levium) y pérfidos (fallacium), que siempre tratan de agradar con sus palabras, pero nunca dicen la verdad (ad voluntatem loquentium omnia, nihil ad veritatem).Aprovecho la ocasión para hacerme eco del eco de Pedrals:Cicerón, De amicitia
En Le Cool
martes, 20 de enero de 2009
Friedrich Heinrich Jacobi
La historia de la filosofía, es decir, lo que conocemos por historia de la filosofía, es una serie de relatos sobre la filosofía que intentan introducir una coherencia, un orden, en la sucesión de ideas filosóficas, como si de esta manera, dotando al hilo historiográfico de una cierta necesidad interna, se salvara -o al menos se incrementara- la dignidad de la misma filosofía. Pero en realidad las cosas son más complejas y, al mismo tiempo, menos nobles (pero más verosímiles). La historia de la filosofía es una historia más laberíntica que lineal, con muchas vías muertas, es decir, ideas que no fueron desplegadas en su momento no porque carecieran de relevancia, sino porque los filósofos que debieron encargarse de ello carecieron de perspicacia. Algunas son recuperadas mucho más tarde, y adquieren fuerza nueva en sistemas filosóficos diferentes de los que las vieron nacer, otras continúan sepultadas por montañas de erudición. Con frecuencia, entonces, filósofos que consideramos menores, deben su consideración a nuestra voluntad de imponer una lógica narrativa a la complejidad de la historia del pensamiento. Creo que esto es exactamente lo que ocurre con Friedrich Heinrich Jacobi (1743-1819), de quien estoy leyendo cuanto puedo encontrar. Me dirigí a él interesado por aclarar un poco mis ideas sobre la tesis doctoral de Leo Strauss, que versó sobre este filósofo, pero me retiene en su obra su propia consistencia. Jacobi vive un momento especialmente crítico de la Ilustración alemana, el que, desbordando el criticismo kantiano, desemboca en un sistema de la subjetividad absoluta. Contempla esta deriva con una enorme inquietud, viéndola como la realización de la filosofía de Spinoza , por lo tanto, como la culminación del racionalismo. Intuye que todo el inmenso esfuerzo por sustentar el saber del hombre en un fundamento racional indudable está condenado al fracaso. En este sentido vislumbra la llegada del nihilismo precisamente en el triunfo aparente del racionalismo. De hecho la palabra "nihilismo" aparece por primera vez en la filosofía alemana en su obra. Creo ver, por ejemplo, que en la crítica que Jacobi despliega sobre Kant, a quien admiraba profundamente, está ya esbozada la que Heidegger dirigirá en Davos a la línea de flotación del neokantismo. Pero dejaré todo esto de lado para recoger una observación que este filósofo supuestamente segundón realiza de paso, sin darle demasiada importancia, en un comentario sobre Lichtenberg de 1802:
"¡Como varían los dones de la vida, y las maneras de despertarse en ella, y su manifestación. El hombre se despierta tal como lo hace el animal, en primer lugar como una criatura solamente sensible, en una naturaleza puramente sensible. Al principio, como el animal, sólo reconoce a su madre. Pero para el animal la madre tiene solamente un pecho y no un rostro: por eso a medida que olvida el pecho, olvida a la madre. El animal carece de corazón y por ello carece también de razón. El hombre desplaza su mirada del pecho alimenticio; sitúa su mirada frente a la mirada de su madre y siente el amor, comprende el amor y obtiene el reconocimiento. Podía solamente llorar; pero también sonríe."
lunes, 19 de enero de 2009
Jealous Guy
No creía yo posible que llegara este momento, pero así fue. Para mi sorpresa tuve que salir el otro día en defensa de Lennon, injustamente minusvalorado por mi hijo, Guillem, y su novia, Tania, que se creen con derecho a asaltar impunemente mis cielos, los iconoclastas, y a ponerme todo el santoral patas arriba. ¡Cría cuervos y te acabarán despreciando todo lo más sagrado!
Por si la muestra precedente no fuera suficiente -quizás su endurecido corazón sea más insensible de lo que sospecho- recurro a un argumento definitivo:
sábado, 17 de enero de 2009
Santa Greta, gracias
viernes, 16 de enero de 2009
miércoles, 14 de enero de 2009
Sorpresas te da la vida
Soy el primer sorprendido por la recepción que está teniendo L'escola contra el món. No tengo duda que una parte nada desdeñable del éxito se debe a la profesionalidad caligráfica e incombustible de los editores. Sin Josep Maria Espinàs e Isabel Martí ni el libro sería lo que es ni andaría ya por la segunda edición. Me llueven las invitaciones a actos, conferencias, mesas redondas y tertulias. Intento cumplir con todo el mundo hasta donde mi salud lo permite, pero no siempre estoy en condiciones de corresponder a la amabilidad con un compromiso. He pasado ya por no sé por cuantos programas de televisión y radio, y la prensa (especialmente La Vanguardia) le ha dedicado abundantes elogios. Sin duda algo se dice en el libro que quería ser oído y se dice de una manera que parece acertada. O, al menos, eso es lo que me aseguran quienes me hacen llegar sus impresiones por las más diversas vías. Pero no acabo de estar seguro de qué es exactamente lo que lo diferencia de la más de una docena de libros de temática similar que ha aparecido de septiembre para aquí. ¿Quizás su componente pascaliano?
No he dicho todo lo que podría haber dicho y con frecuencia he dejado puertas entreabiertas por donde el lector curioso puede, si se le antoja, adentrarse por su propia cuenta y riesgo, a sabiendas de que las puertas abiertas pueden dar una imagen de desorden en el conjunto. Algunos me dicen que ciertos apartados no acaban de integrarse bien en la secuencia discursiva. ¿Me creerán si les digo que en algunos casos esa discontinuidad ha estado conscientemente provocada?
El viernes presento el libro en mi pueblo, en Ocata (barrio marinero de El Masnou) y tengo el inmenso honor de contar con la presencia de Ferran Sáez y, sobre todo, del President Jordi Pujol. Algunos de mis vecinos me preguntan por qué viene Pujol. La respuesta es obvia: Porque ha querido. Lo mismo puedo decir de Ferran Sáez, Gran Txapeltxiqui de la Academia Catalana.
El acto está organizado por la librería LIBRARY del Masnou y la editorial LA CAMPANA y concluiría con unas tapas (exquisitas) y unos vinos (excelentes) en el ViNS I DIVINS.
Estáis invitados.
No he dicho todo lo que podría haber dicho y con frecuencia he dejado puertas entreabiertas por donde el lector curioso puede, si se le antoja, adentrarse por su propia cuenta y riesgo, a sabiendas de que las puertas abiertas pueden dar una imagen de desorden en el conjunto. Algunos me dicen que ciertos apartados no acaban de integrarse bien en la secuencia discursiva. ¿Me creerán si les digo que en algunos casos esa discontinuidad ha estado conscientemente provocada?
El viernes presento el libro en mi pueblo, en Ocata (barrio marinero de El Masnou) y tengo el inmenso honor de contar con la presencia de Ferran Sáez y, sobre todo, del President Jordi Pujol. Algunos de mis vecinos me preguntan por qué viene Pujol. La respuesta es obvia: Porque ha querido. Lo mismo puedo decir de Ferran Sáez, Gran Txapeltxiqui de la Academia Catalana.
El acto está organizado por la librería LIBRARY del Masnou y la editorial LA CAMPANA y concluiría con unas tapas (exquisitas) y unos vinos (excelentes) en el ViNS I DIVINS.
Estáis invitados.
martes, 13 de enero de 2009
La plegaria del liberal
"Lord, enlighten thou our enemies...; sharpen their wits, give acuteness to their perceptions and consecutiveness and clearness to their reasoning powers. We are in danger from their folly, not from their wisdom: their weakness is what fills us with apprehension, not their strength".Me imagino que esta plegaria les podrá parecer a algunos cargada de dogmatismo. Quizás tengan razón. Pero conviene saber, antes de sacar la cimitarra contra el orante, que su autor es John Stuart Mill, que la imaginaba como la oración imprescindible de todo buen liberal.
domingo, 11 de enero de 2009
Trilling y Orwell
Recordaba en el post anterior la introducción de Lionel Trilling a Homenaje a Cataluña de Orwell. El editor de The moral obligation to be intelligent la ha recuperado con buen criterio. La he vuelto a leer y me ha parecido que continuaba plenamente vigente, por su capacidad para seguir iluminando los problemas del presente.
Trilling, que leyó con sumo interés la Rebelión de las masas de Ortega, sabía que Europa había renunciado a mandar en el mundo. Pero sabía también que en política no existe el vacío. La abstención política es una forma de actividad y, por lo tanto, no nos exonera de responsabilidades sobre la marcha del mundo. Esta es una de las ideas que resalta del Homenaje a Cataluña.
Orwell fue muy crítico con lo que llamaba "the English left-wing intelligentsia". Ironizaba con cierta crueldad sobre ella afirmando que toda su ideología, que cabía en media docena de artículos de periódico, no mostraba sino una contundente incapacidad para ofrecer alternativas reales a los problemas reales. "Hay poca sustancia en ella, excepto la irresponsable crítica de la gente que nunca se ha encontrado y nunca se encontrará en una posición de gobierno".
El último Orwell estuvo especialmente interesado en preservar el sentido común de la gente corriente de la erosión apostólica de los ilustradores de las masas. Más aún: estaba convencido de que la ingenuidad con que la gente corriente se aferra a sus valores es una vacuna contra la influencia de las ideas abstractas y su potencial nihilismo. En los prejuicios cotidianos podría intuirse una voluntad inconsciente (y no por ello menos natural) de salud. Si esto era así, si la vida política nos muestra en su superficie una verdad profunda, los intelectuales empeñados en liberar al pueblo pese a quien pese podrían ser menos amantes de la verdad de lo que ellos orgullosa y bienintencionadamente suponían.
Trilling, que leyó con sumo interés la Rebelión de las masas de Ortega, sabía que Europa había renunciado a mandar en el mundo. Pero sabía también que en política no existe el vacío. La abstención política es una forma de actividad y, por lo tanto, no nos exonera de responsabilidades sobre la marcha del mundo. Esta es una de las ideas que resalta del Homenaje a Cataluña.
Orwell fue muy crítico con lo que llamaba "the English left-wing intelligentsia". Ironizaba con cierta crueldad sobre ella afirmando que toda su ideología, que cabía en media docena de artículos de periódico, no mostraba sino una contundente incapacidad para ofrecer alternativas reales a los problemas reales. "Hay poca sustancia en ella, excepto la irresponsable crítica de la gente que nunca se ha encontrado y nunca se encontrará en una posición de gobierno".
El último Orwell estuvo especialmente interesado en preservar el sentido común de la gente corriente de la erosión apostólica de los ilustradores de las masas. Más aún: estaba convencido de que la ingenuidad con que la gente corriente se aferra a sus valores es una vacuna contra la influencia de las ideas abstractas y su potencial nihilismo. En los prejuicios cotidianos podría intuirse una voluntad inconsciente (y no por ello menos natural) de salud. Si esto era así, si la vida política nos muestra en su superficie una verdad profunda, los intelectuales empeñados en liberar al pueblo pese a quien pese podrían ser menos amantes de la verdad de lo que ellos orgullosa y bienintencionadamente suponían.
sábado, 10 de enero de 2009
The moral obligation to be intelligent
Comienzo a leer The moral obligation to be intelligent, una selección de ensayos de Lionel Trilling. Quienes hayan leído a Orwell en catalán quizás recuerden que la introducción de Homenatge a Catalunya, de Destino, es de este autor, y recoge la de la primera edición estadounidense de este libro.
Trilling me interesa mucho, por diferentes razones. Pertenece a esa generación de intelectuales de izquierda que apareció en Nueva York en las primeras décadas del siglo XX ("the New York intellectuals"), que tan relevante incidencia ha tenido en el desarrollo posterior de la historia intelectual de los estados Unidos. Ya han aparecido varias veces por este Café. Fue una de sus figuras más representativas e influyentes y, desde luego, una de las más decididas a empeñar su inteligencia en una crítica sin contemplaciones del totalitarismo, sin hacer mucho caso de quienes lo consideraban por ello un enemigo de su tiempo. Incapaz de tener más fe en la historia que en la inteligencia, no tuvo reparos en disentir abiertamente de los ortodoxos del disenso. La colección de ensayos que publicó en 1950 con el título de The Liberal Imagination es un magnífico ejemplo de todo esto.
El título The moral obligation to be intelligent recoge el de un ensayo de John Erskine (de 1914) que es toda una declaración de fe en la inteligencia, de una inteligencia -hay que añadir- liberada de las amarras que frecuentemente la sujetan utilitariamente a fines aparentemente últimos, como la felicidad. Le aburría la inocencia, sospechaba de la pureza y no soportaba la beatería. Sabía que las cosas son siempre más complejas de lo que los necesitados, a toda costa, de consuelo, pueden imaginar. En este sentido era profundamente nietzscheano y sospechaba de los peligros agazapados subrepticiamente tras nuestras mejores intenciones. Su máximo objetivo: no decepcionarse a sí mismo.
Trilling fue, antes que otra cosa, un crítico literario. No es exagerado añadir que es uno de los padres de la moderna crítica literaria norteamericana, como se pone claramente de manifiesto en The moral obligation to be intelligent. Estaba convencido de que la imaginación moral contemporánea había sido modelada por la novela de los tres últimos siglos, que había logrado envolver al lector en una atmósfera moral, para animarlo posteriormente a examinar con mirada crítica los motivos más profundos de sus acciones, más allá de lo que su educación convencional le había enseñado. En este sentido la historia de la novela moderna sería la historia de la moral contemporánea y un crítico literario competente no podría ser otra cosa que un historiador de la moralidad. La novela habría sido la gran educadora del presente.
La muerte lo pilló escribiendo un ensayo sobre Jane Austen, representante, a mi modo de ver de esa fracción literaria (moralmente) derrotada por los apologetas del nihilismo, encabezados por el Tolstoi que nos desvela la caída trivial de Ivan Ilich en una muerte anodina.
Trilling me interesa mucho, por diferentes razones. Pertenece a esa generación de intelectuales de izquierda que apareció en Nueva York en las primeras décadas del siglo XX ("the New York intellectuals"), que tan relevante incidencia ha tenido en el desarrollo posterior de la historia intelectual de los estados Unidos. Ya han aparecido varias veces por este Café. Fue una de sus figuras más representativas e influyentes y, desde luego, una de las más decididas a empeñar su inteligencia en una crítica sin contemplaciones del totalitarismo, sin hacer mucho caso de quienes lo consideraban por ello un enemigo de su tiempo. Incapaz de tener más fe en la historia que en la inteligencia, no tuvo reparos en disentir abiertamente de los ortodoxos del disenso. La colección de ensayos que publicó en 1950 con el título de The Liberal Imagination es un magnífico ejemplo de todo esto.
El título The moral obligation to be intelligent recoge el de un ensayo de John Erskine (de 1914) que es toda una declaración de fe en la inteligencia, de una inteligencia -hay que añadir- liberada de las amarras que frecuentemente la sujetan utilitariamente a fines aparentemente últimos, como la felicidad. Le aburría la inocencia, sospechaba de la pureza y no soportaba la beatería. Sabía que las cosas son siempre más complejas de lo que los necesitados, a toda costa, de consuelo, pueden imaginar. En este sentido era profundamente nietzscheano y sospechaba de los peligros agazapados subrepticiamente tras nuestras mejores intenciones. Su máximo objetivo: no decepcionarse a sí mismo.
Trilling fue, antes que otra cosa, un crítico literario. No es exagerado añadir que es uno de los padres de la moderna crítica literaria norteamericana, como se pone claramente de manifiesto en The moral obligation to be intelligent. Estaba convencido de que la imaginación moral contemporánea había sido modelada por la novela de los tres últimos siglos, que había logrado envolver al lector en una atmósfera moral, para animarlo posteriormente a examinar con mirada crítica los motivos más profundos de sus acciones, más allá de lo que su educación convencional le había enseñado. En este sentido la historia de la novela moderna sería la historia de la moral contemporánea y un crítico literario competente no podría ser otra cosa que un historiador de la moralidad. La novela habría sido la gran educadora del presente.
La muerte lo pilló escribiendo un ensayo sobre Jane Austen, representante, a mi modo de ver de esa fracción literaria (moralmente) derrotada por los apologetas del nihilismo, encabezados por el Tolstoi que nos desvela la caída trivial de Ivan Ilich en una muerte anodina.
jueves, 8 de enero de 2009
miércoles, 7 de enero de 2009
Bendita Gloria
Me gusta reencontrarme con antiguos alumnos. El narcisismo pedagógico, claro. Hoy me he dado de bruces con Alba Rossell, a quien tuve la fortuna de conocer en la Escuela Superior de Diseño de Sabadell. Me anima a conocer su "fanzine" y, por supuesto, eso es lo que hago. Aquí está:
martes, 6 de enero de 2009
La complejidad palestina
"El viernes pasado las fuerzas de seguridad disolvieron las manifestaciones de apoyo a Hamás en Hebrón y Ramallah, deteniendo a los partidarios de Hamás, confiscando sus banderas y destrozando sus pancartas". Estas fuerzas de seguridad no son las de Israel, sino las de la policía palestina. Nos guste admitirlo o no, es más fácil manifestarse en apoyo de Hamás en Barcelona que en Hebrón.
lunes, 5 de enero de 2009
Recital poético a Vins i Divins
La única publicidad que me permito hacer en este blog es la de la vinoteca VINS I DIVINS de El Masnou, por la razón poderosísima de que mi hijo, Guillem, es uno de los socios aventureros (podría añadir el argumento nada trivial de que en tiempos de crisis cualquier apoyo es bien venido).
Ceesepe, Café de Madrid, 1982
Així doncs:
Además esta vinoteca, que no en vano tiene por santo patrón a Omar Khayyam, se ha empeñado en organizar cada primer martes de mes un recital de poesía, que ya es quijotismo. Cuenta para ello con la colaboración de LaBreu, una editorial dedicada a promocionar poetas desconocidos (empresa que por sí misma ya es merecedora de la Creu de Sant Jordi).
El próximo martes, dia 6 -día de reyes- los que estén dispuestos a combatir los sobrecúmulos adiposos de estos días con el disolvente de la lírica (y una copa de vino) pueden pasarse por VINS i DIVINS, que serán bien venidos.
El próximo martes, dia 6 -día de reyes- los que estén dispuestos a combatir los sobrecúmulos adiposos de estos días con el disolvente de la lírica (y una copa de vino) pueden pasarse por VINS i DIVINS, que serán bien venidos.
Així doncs:
sábado, 3 de enero de 2009
Este mundo es demasiado oscuro
El cinco de abril de 1968, en plena revolución cultural china fueron detenidas y condenadas a muerte por revisionistas siete personas. Nada fuera de lo normal. Cinco de ellos eran delincuentes comunes, los otros dos habían escrito un folleto titulado "Mirando hacia el norte". El tribunal popular que los condenó a una ejecución pública no tuvo ninguna duda de que este título animaba a expandir el revisionismo de la Unión Soviética por la República Popular China. La ejecución coincidió con el festival en honor de los antepasados. Antes de ser fusilados los condenados debieron permanecer de pie durante horas con la cabeza inclinada ante el pueblo expectante. Pero al llegar la hora asignada para el cumplimiento de la sentencia, uno de los detenidos -respetemos su dignidad: se llamaba Wu Bingyuan- levantó la mirada y gritó: "Este mundo es demasiado oscuro". A continuación cerró los ojos para no volver a abrirlos nunca más.
He buscado esta historia provocado por el encuentro con un antiguo maoísta que durante un tiempo se compadeció -a la espera de la llegada de la hora revolucionaria- de mis tibiezas. ¿Os acordáis de cuando en Europa muchos lucían el Libro Rojo de Mao como un distintivo de nobleza moral? Su inmensa indignación moral ante las injusticias del mundo los animaba a abrazar la revolución permanente convencidos de que la historia los había situado ante la alternativa de maoísmo o barbarie.
Este mundo, efectivamente, es demasiado oscuro.
He buscado esta historia provocado por el encuentro con un antiguo maoísta que durante un tiempo se compadeció -a la espera de la llegada de la hora revolucionaria- de mis tibiezas. ¿Os acordáis de cuando en Europa muchos lucían el Libro Rojo de Mao como un distintivo de nobleza moral? Su inmensa indignación moral ante las injusticias del mundo los animaba a abrazar la revolución permanente convencidos de que la historia los había situado ante la alternativa de maoísmo o barbarie.
Este mundo, efectivamente, es demasiado oscuro.
viernes, 2 de enero de 2009
Las palabras del alma
Vuelvo al alma en este primer día del año nuevo. Ahora que el cuerpo pesa más que de costumbre, al mismo tiempo que los propósitos de enmienda nos quieren más livianos, puede no ser completamente ocioso recuperar el hilo. Pero si lo fuese, tampoco pasaría nada.
En realidad más que del alma estamos hablando del proceso de su conocimiento en la Grecia antigua, que es, a la vez, el proceso de su profundización. Estamos siguiendo un camino que estuvo acompañado de una reflexión -y en gran parte estuvo posibilitado por ella- sobre una serie de conceptos de uso corriente que, iluminados filosóficamente, parecían indicar diferentes vías de acceso a la interioridad anímica emergente.
Uno de estos conceptos es el de "vergüenza", que ya nos ha aparecido en Pitágoras y Demócrito. En el vocabulario coloquial de la Grecia de los siglos V y IV, que es la de Sócrates, Platón y Aristóteles, se hallaba muy viva una relación semántica, de la que nosotros ya nos sentimos en buena parte ajenos, que es omnipresente en los textos platónicos y, en general, en toda la literatura griega de la época. Es la siguiente:
La rotunda afirmación de Diotima en el Banquete platónico, que tan perplejos deja a algunos profesores de filosofía antigua, de que Eros no pretende otra cosa que la fecundación en la belleza, sólo es completamente inteligible si se entiende que la alternativa a la belleza es la vergüenza. ¿Y quien quiere sentir vergüenza de su progenie?
Lo justo, lo hermoso y lo bueno eran para los griegos antiguos diferentes manifestaciones de una armonía de base (de un objeto, una acción, una ciudad, una persona...), mientras que lo injusto, lo vergonzoso y lo malo denunciaban con su presencia una carencia de proporción y de medida ("a-metría", se lee en el Sofista de Platón) que en política, por ejemplo, da lugar al peor de los males, el enfrentamiento civil (la "stasis").
En el caso del hombre la vergüenza presenta una peculiaridad notable: es un estado del alma carnalizado, de forma que la confusión anímica se delata a sí misma por el enrojecimiento del rostro, el temblor de la voz o los microgestos que desvelan, tanto a los otros como a nosotros mismos, una pérdida de coherencia. Platón insiste en que la vergüenza es la incoherencia en el relato ("lógos") de nuestra propia vida. La vergüenza sería así (y esto no lo dice Platón, sino un servidor, que aprovecha la ocasión para un fácil juego de palabras) el "lógos" -el humano, claro- hecho carne.
La reflexión filosófica sobre la vergüenza parece tener un doble origen en los círculos de Pitágoras y de Parménides (lo cual, a su vez, nos hace sospechar, de nuevo, de la influencia órfica en todo lo relativo al nacimiento del alma en Grecia) y es heredada, como una cuestión filosóficamente axial por Demócrito y Sócrates. Patocka ha escrito páginas memorables sobre la doctrina del cuidado del alma en estos dos filósofos.
La Apología de Sócrates escrita por Platón puede entenderse, en su conjunto, como una reflexión sobre la desvergüenza. No creo que haya que tomar a la ligera el hecho (sólo en contados casos resaltado) de que Sócrates insista en la importancia del cuidado ("epi-meleia") del alma, mientras su principal acusador (Meleto) le recrimina su negligencia ("a-meleia") con los jóvenes, a los que corrompe. Es decir, Sócrates ha de defenderse ante Meletos ("el que se preocupa") de despreocuparse (de ser "a-meletós") de las cosas importantes para la ciudad, lo cual significa, para Platón, demostrar que su maestro poseía un profundo sentido de la vergüenza. Tarea difícil, sin duda. De hecho el jurado creyó a Meleto.
En realidad más que del alma estamos hablando del proceso de su conocimiento en la Grecia antigua, que es, a la vez, el proceso de su profundización. Estamos siguiendo un camino que estuvo acompañado de una reflexión -y en gran parte estuvo posibilitado por ella- sobre una serie de conceptos de uso corriente que, iluminados filosóficamente, parecían indicar diferentes vías de acceso a la interioridad anímica emergente.
Uno de estos conceptos es el de "vergüenza", que ya nos ha aparecido en Pitágoras y Demócrito. En el vocabulario coloquial de la Grecia de los siglos V y IV, que es la de Sócrates, Platón y Aristóteles, se hallaba muy viva una relación semántica, de la que nosotros ya nos sentimos en buena parte ajenos, que es omnipresente en los textos platónicos y, en general, en toda la literatura griega de la época. Es la siguiente:
La justicia es a la injusticia
lo que lo hermoso es a lo vergonzoso
y lo bueno a lo malo.
lo que lo hermoso es a lo vergonzoso
y lo bueno a lo malo.
La rotunda afirmación de Diotima en el Banquete platónico, que tan perplejos deja a algunos profesores de filosofía antigua, de que Eros no pretende otra cosa que la fecundación en la belleza, sólo es completamente inteligible si se entiende que la alternativa a la belleza es la vergüenza. ¿Y quien quiere sentir vergüenza de su progenie?
Lo justo, lo hermoso y lo bueno eran para los griegos antiguos diferentes manifestaciones de una armonía de base (de un objeto, una acción, una ciudad, una persona...), mientras que lo injusto, lo vergonzoso y lo malo denunciaban con su presencia una carencia de proporción y de medida ("a-metría", se lee en el Sofista de Platón) que en política, por ejemplo, da lugar al peor de los males, el enfrentamiento civil (la "stasis").
En el caso del hombre la vergüenza presenta una peculiaridad notable: es un estado del alma carnalizado, de forma que la confusión anímica se delata a sí misma por el enrojecimiento del rostro, el temblor de la voz o los microgestos que desvelan, tanto a los otros como a nosotros mismos, una pérdida de coherencia. Platón insiste en que la vergüenza es la incoherencia en el relato ("lógos") de nuestra propia vida. La vergüenza sería así (y esto no lo dice Platón, sino un servidor, que aprovecha la ocasión para un fácil juego de palabras) el "lógos" -el humano, claro- hecho carne.
La reflexión filosófica sobre la vergüenza parece tener un doble origen en los círculos de Pitágoras y de Parménides (lo cual, a su vez, nos hace sospechar, de nuevo, de la influencia órfica en todo lo relativo al nacimiento del alma en Grecia) y es heredada, como una cuestión filosóficamente axial por Demócrito y Sócrates. Patocka ha escrito páginas memorables sobre la doctrina del cuidado del alma en estos dos filósofos.
La Apología de Sócrates escrita por Platón puede entenderse, en su conjunto, como una reflexión sobre la desvergüenza. No creo que haya que tomar a la ligera el hecho (sólo en contados casos resaltado) de que Sócrates insista en la importancia del cuidado ("epi-meleia") del alma, mientras su principal acusador (Meleto) le recrimina su negligencia ("a-meleia") con los jóvenes, a los que corrompe. Es decir, Sócrates ha de defenderse ante Meletos ("el que se preocupa") de despreocuparse (de ser "a-meletós") de las cosas importantes para la ciudad, lo cual significa, para Platón, demostrar que su maestro poseía un profundo sentido de la vergüenza. Tarea difícil, sin duda. De hecho el jurado creyó a Meleto.
jueves, 1 de enero de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Vehemencia
I Tras tres días sin poder separarme de Benjamin Labatut y su Maniac , pero ya he cerrado la última página. Y como suele ocurrir cuando has...