He dispuesto de dos días de asueto en Puebla. Pedí a las personas que me han invitado que me dejara, por favor, a mi aire, para flanear a mi antojo, dejándome guiar exclusivamente por mis caprichos, sin necesidad de negociar los antojos. Antes de ayer, el Zócalo y alrededores; ayer me organicé un recorrido por las librerías de viejo de la ciudad y pasé una mañana realmente espléndida. Para ser justo debiera hablarles también de la comida poblana, una de las maravillas del mundo, pero permítanme que me limite a mostrarles algunas fotos.
Un indio con un libro. Este es nuestro legado como españoles. Han pasado los siglos y la magnífica biblioteca del obispo Juan de Palafox sigue siendo uno de los orgullos de Puebla.
Me gustan los pequeños establecimientos de comida, que no tienen más de un par de mesas, y donde se cocina a dos palmos del comensal... paso por ellos mirando de reojo, pero me gustaría entrar en todos...
... aunque no siempre tenga claro siempre qué es lo que se come allí.
La capilla de la Virgen del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo (aquí se juntan el de Guzmán y el de Silos) es una de las joyas del barroco hispano. Ciertamente, como insiste Platón, la naturaleza nos puso los ojos en la cabeza para poder elevar la mirada hacia lo alto. El catolicismo es una pulsión ascensional y el católico, un árbol inverso, con las raíces apuntando hacia las estrellas.
Junto al esplendor de lo alto, la humildad de lo aparentemente bajo.
¡Cómo me gustan estas tallas sencillas, elementales, en las que la piedad suple con creces los límites del arte!
Aún se notan, en la iglesia de Santo Domingo, las huellas del último terremoto.
El flâneur viaja sin norte para encontrarse con lo que no busca.
Y el azar amigo suele ser su aliado... a veces.
- Puedo hacerle una foto al escudo de la fachada?
- No le entiendo --me dice el vigilante.
- Si puedo hacerle una foto al escudo de la fachada -le repito despacio y gesticulando.
- ¿Tiene usted algún familiar ingresado?
- No.
- Pues entonces, no.
Las plazas son de verdad plazas cuando tienen una iglesia en un lado que ordena la perspectiva y el espacio del conjunto. Pero para que las iglesias merezcan su nombre deben estar abiertas. Una iglesia cerrada es como un libro cerrado o un amor inédito.
Dice la prensa que el Popocatéplt se ha despertado y que estamos en alerta amarilla. Hoy el cielo se ha aliado con el volcán y le ha mandado al sol ponerse con pompa y circunstancia más allá del Popo y de sus nubes. El resultado ha sido una explosionó estética a la que mis fotos son incapaces de hacer justicia.
Qué bonito lo de las raíces apuntando a las estrellas (o más bien nutriéndose del cielo).
ResponderEliminarDesde que le leí aquello que escribió ante el panteón de los Brufau ("¿Hay algo más contradictorio que un ángel de piedra?") sospecho que anida dentro de usted un místico.
Lo del "indio con un libro" en la puerta de la Biblioteca Palafoxiana me ha llegado...
ResponderEliminarEstoy por enviar la foto a la señora Ada Colau y al señor Willy Toledo..., o mejor no...
José
En un periódico local publican la foto del director delante de la fachada, y en ella se puede ver con cierto detalle el escudo:
ResponderEliminarhttps://pueblados22.mx/los-negocios-centenarios-de-puebla/bene-131/
Si lo que quiere es una foto bonita de la fachada, aunque con menos detalle del escudo, puede verla aquí:
https://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1541576
(Athini Glaucopis)