Me acaban de pedir con la mayor urgencia un prólogo para un libro sobre la espera. He dicho que sí, así que tendré que escribir rápido y sin demora. Lo que me ha animado a aceptarlo ha sido, por supuesto, el tema, que me parece apasionante -yo hace tiempo que me veo a mí mismo acometiendo el deber moral de entretener la espera- y la editorial, pero el empujón definitivo me lo ha dado Mark Lilla, que es el autor de la edición inglesa del libro.
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