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viernes, 18 de diciembre de 2015

¿Cuántos libros hay en casa?

Llevamos varios años constatando que el índice más fiable para predecir el resultado académico de un niño es el número de libros que hay en casa. Como estamos hablando de seres humanos, una cosa es la estadística y otra muy distinta nuestro caso. A veces surgen como por generación espontánea grandes lectores en familias que son un erial literario y a veces los libros de casa parecen producir alergias lectoras en los hijos. Pero si nos guiamos por los grandes números, esto es lo que tenemos:


De Scholarly Culture and Academic Performance

Cuando uno ve estas cosas inmediatamente se pregunta para qué demonios sirve la escuela, ya que parece que obtiene buenos resultados con los niños de familias cultas y malos resultados con los provenientes de familias incultas. Pero Eva Moskowitz nos ha demostrado que es posible obtener en la escuela excelentes resultados con los niños que no tienen libros en casa. Y es que un buen maestro con las estadísticas hace pajaritas.

Eva Moskowitz y la Success Academy Schools

4 comentarios:

  1. Pues la Ley de los Grandes Números yerra estrepitosamente en mi hogar. Quizás debe ser, que la curva a partir de los 900 o 1000 libros, se desploma como si de un colapso mental o un desmayo repentino se tratase. Debe ser así...supongo.Por mi parte, ya le digo, que confíomás en la Ley de los Grandes Datos, ya que la de los Grandes Números me ha decepcionado una vez más. Y eso que me conformaba con que acertara sólo con un humilde 33%. Pero el fenómeno de la "cola larga" convertido luego en "cola gruesa" impera en mi caso, que es mi casa.
    Esa curva fenoménica, permítame, ya no sirve! Ahora habría que ver, claro, la curva del número de pantallitas y cónsolas de videojuegos ( a solas te consuelas con ellas) que hay en el hogar. Claro que luchar contra esa oleada digital, es como intentar cruzar el estrecho de Messina en medio de Scillar y Caribdis con una tormenta tempestuosa. Más si el propio colegio, le ofrece una máquina infernal miniaturizada (miniordenador portátil) a los jóvenes de 12 años para que sigan en casa sus deberes y lecciones colgadas en el web del colegio, o para que realizen todos los trabajos en powerpoint por ejemplo.
    Heriberto d´ER

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  2. Sobre los libros, cabe preguntarse si las escuelas no deberían dedicar más tiempo lectivo al placer de la lectura en voz alta, incluso a edades más o menos avanzadas. Potenciar el uso de las bibliotecas públicas y escolares también tendría sentido.

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  3. Antes de que esa suerte de aliens, de ultracuerpos neosofistas secuestraran (o dinamitaran)el sistema educativo anterior con un fervor progre que casi hacía pensar en el "damnae memoria" de los romanos, en la escuela se leía bastante. El método que yo conocí era tan simple como efectivo: Leíamos en voz alta y el maestro iba designando al azar a quienes debían proseguir con la lectura, lo que implicaba a toda la clase y evitaba distracciones. Y así durante toda la EGB. En 2º, con siete u ocho años, leíamos hasta fragmentos de El Quijote (con alguno incluso me partí de risa). Me acuerdo de aquellos libros Senda y Sonata de la editorial Santillana. El de 8º era excelente. Gracias a él conocí a Jonathan Swift, supe de la conquista del Everest, de la novela realista del XIX...Y encima estaban los tebeos. Un eslogan de la época sostenía, con toda la razón, que "donde hoy hay un tebeo, mañana habrá un libro". Hoy le das un tebeo a "un niño promedio" y te lo tira a la cara. Ahora está eso del "Plan
    lector", un carpetón lleno de esos libros deplorables, cursis y políticamente correctos de la colección Barco de Vapor, cuyos autores son de 3ª división y con los que quizás ese odioso fascismo mosquitamuerta logsiano pretenda alejar a nuestros niños de las malas influencias de Robert L. Stevenson, Verne o Salgari, autores que, como todo el mundo sabe, eran poco dados a la paridad de género. Igual a estos siniestros zascandiles les da miedo que acaben leyendo a Harold Pinter, a Kafka, a Pirandello o a Becket y haciéndose preguntas incómodas. Y lo más curioso es que en esos textos teóricos y legales, llenos de faramalla cantinflesca que produce esta gentuza, no hacen más que referirse al fomento del "sentido crítico. A mí, la verdad, cada día me resulta más tentador ponerme conspiranoico.

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  4. Camus recuerda varias veces a su maestro y sus lecturas en voz alta. Efectivamente, hay que leer en voz alta porque la entonación y el ritmo de la lectura también se debe aprender.

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