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martes, 23 de diciembre de 2014

¿Se podría cambiar el mundo...

... modificando solamente la manera de oír?

7 comentarios:

  1. ¿No se le habrá ocurrido que podríamos oir a los que piensan de otro modo?. Hasta ahí podríamos llegar...

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  2. ...No estaría mal...no...
    Claro, todo depende de qué forma
    se quiera modificar la manera de oír.

    Y entrando en el desvan (y desvienen) personal,
    un servidor, que ya es anci-ano
    en las volteretas del circo dónde estamos,
    viene tratando de lograr esa ansiada modificación
    hace ya muchísimo tiempo, y por más que lo intento,
    coño,
    siempre oígo lo mismo,
    el mismo cacareo,
    la misma matraca,
    el mismo soniquetE en E major o en E menor,
    depende de los intereses del oyente.

    El aparato auditivo se desarrolló en el hominido
    según los intereses del que lo porta,
    y de aqui el famoso apotegma:
    "No hay peor sordo que el que no quiere oír"

    El conundrum no está ubicado en modificar la manera de oír,
    está centrado en el "interés por ciento" del que escucha.

    Es éste "por ciento" el que tendría que modificarse, ¿no?

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  3. ¿Ah, pero aún existen personas capaces de escuchar?

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  4. Desde luego es el mandato primero, previo a toda otra indicación, descripción o explicación. Sin él no hay cambio posible: "Shemá Israel..."

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  5. El escuchar forma parte, ¡nada menos!, que de los "imperativos de percepcion sensorial"... Lo sustancial es, claro está, el imperativo... Nos aherroja la gramática.
    P.S. Por cierto, un estupendo artículo hoy en El País. Éste:
    http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/12/24/catalunya/1419430238_090824.html

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  6. Estamos condenados a rectificar.
    Y ahora, sum ergo cogito,
    rectifico porque creo ver el tema con claridad:

    Primero,
    es un perínclito desatino insinuar
    si el mundo se podría cambiar
    modificando el oír:
    el mundo sólo se podría cambiar
    si los que lo desean transformar
    (para bien de la colectividad humana, se sobre-entiende)
    tuvieran el dinero y el poder para comprar un arsenal nuclear
    mejor y más mortifero que el que tienen
    los corsarios actuales, y, a la vez, apoderarse
    de todas las cadenas televisivas para convencer a todos
    de que lo que se hace es lo correcto.
    (Esto último sería muy fácil)

    Segundo,
    el problema que tenemos, en todo caso,
    no es el vernos en la necesidad
    de "modificar la manera de oír",
    YA OIMOS DEMASIADO BIEN
    y con perfecta claridad semántica
    sobre lo que ocurre y se impide que ocurra,
    y, como corolario de ésta gnosis
    que nos proporcionan los tímpanos,
    nos damos cuenta de que hemos ido demasiado lejos
    y de que, a éstas Alturas,
    la dirección de éste Titanic dónde navegamos
    NO LA CAMBIA NI EL DIOS DE LOS ATEOS.

    ("Yo no tengo esperanzas,
    pero apoyo a los que las tienen",
    decía León Felipe desde su exilio.
    Seguramente para dormir en paz)

    ...Y todo lo demás son las típicas zarandajas prestidigitacionales
    de los magister ludis dedicados a las divagaciones castalias,
    como describía Hermann Hesse en su novela "Juegos de Abalorios"

    Rectificar es quedarse más tranquilo
    ...hasta que haya que rectificar de nuevo, claro.

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