En 1867 Joaquín Costa visitó, gracias a una beca de la Diputación de Huesca, la Exposición Universal de París. Los conocimientos que adquirió en la capital francesa se plasmaron en su primer trabajo publicado, Ideas apuntadas en la Esposición de París de 1867, que pretende ser un informe objetivo de lo que ha visto. Pero desde un punto de vista personal, subjetivo y apasionado, lo que a Costa lo dejó de verdad boquiabierto en aquel magno acontecimiento, fue el invento del "biciclo". Tanto es así que envió a sus amigos una carta detallada de semejante hallazgo tecnológico acompañándola de un dibujo sobre sus intríngulis mecánicos que, según algunos, realizó en un papel de fumar. Los amigos no se quedaron menos impresionados que Costa al recibir semejantes novedades, que fueron ampliamente comentadas en el Casino de Huesca, de manera que el empresario Mariano Catalán, que tenía una herrería, decidió jugársela y fabricar aquel artilugio, haciéndolo casi completamente de madera. Lo consiguió y esta fue la primera bicicleta que circuló en España.
Pero al final se quedó en nada. Qué lástima. Si hubiera sido más ambicioso, como la lechera del cuento, podía haber pedido un crédito y montar una fábrica de bicicletas, contratar a un buen ingeniero y hacer mejores bicicletas que las del francés, quitándole el mercado europeo. Que el francés vendiera las suyas en la Cochinchina que los soldados españoles habían ayudado a conquistar para mayor gloria de Francia.
ResponderEliminarLa verdad es que este nunca ha sido un país de bicicletas.
La bicicleta, en cambio, la hemos arrinconado en los parques o en los velódromos. Nos ha faltado verde, humedad, llanuras sin pedrizales, rutas suaves y cuidadas, calles de pavimento sano y pulido. Nos ha faltado latitud para utilizar la bicicleta
E. Giménez Caballero, 1924.
(Esta cita la saqué del blog de Ruiz Quintano, que sé que le cae simpático)
No es que Ruiz Quintano me caiga simpático, es que lo que hace en sus columnas es un milagro diario.
EliminarDecía Azúa que las bicicletas y los paraguas son tan bonitos que parece mentira que, además, sirvan para algo.
ResponderEliminarAzúa tiene un depurado sentido estético. Una tarde, en el Museo del Prado, estuve comparando el Noli me tangere de Corregio, que es mi favorito dentro del tema "crístico", con el Cristo sostenido por un ángel de Antonello da Messina, que es el favorito de Azúa. Al final me decanté por el de Correggio una vez más, pero aprendí a apreciar mejor el de Messina.
EliminarPor si no lo conocen.
Eliminarhttp://youtu.be/oTycgbjWxN4
Precisamente por llamarle "biciclo" la cagó.
ResponderEliminarA veces, la poesía ayuda.
Si hubiera probado de feminizar el monstruoso BiciclO,.......a quién se le ocurriría enamorarse de un ser tan deprimente como él: BiCiclo (da miedo solo nombrarlo)
Me recuerda al Cíclope.
la hubiera transmutado en una seductora BicicletA....
y todo hubiese sido distinto DON GATO!
El poeta de Wittenberg
Corrigiendo a a Azúa, (me lo permito),decir que ¿ no son las Bicicletas y los Parasoles la pareja del Verano? No los paraguas que esos son del Otoño en todo caso. ¿Porqué no habrá paranieves? Y paravientos? como también hay para-rayos que son más violentos....
ResponderEliminarPoeta de Wittenberg
En casa del herrero...
ResponderEliminarM de Secondata