lunes, 27 de octubre de 2014

Los límites del nihilismo II

De hecho podríamos recoger todas las actividades en las que no se puede ser nihilista para ver lo que queda. Seguramente, un tipo aburrido.

3 comentarios:

  1. Aburrido y probablemente al borde del suicidio.

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  2. Pero Rafael, ¿el nihilista es el que quiere la nada -y, por lo tanto, el suicidio- o el que no quiere nada -y, por lo tanto, ni el suicidio-?

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  3. A mí se me ocurre que quedaría: a) un antropólogo (nunca he decidido del todo si preferiría ser el objeto de estudio, es decir por ejemplo un griego acudiendo a unos Misterios y cree realmente viajar a los infiernos y volver, o ser el estudioso, que entiende qué ocurre "realmente" en ese proceso pero no experimenta las sensaciones del estudiado) en ese sentido de explicárselo todo sin hacer nada espontáneamente o b) Émil Cioran, que con intentar destruir todo lo creíble acaba por admirar a los que no puede dejar a su vez de odiar, como a los místicos, declarando casi por fin más sabios a los borrachos de un bar cutre cualquiera de París que a los catedráticos de la Sorbona.
    Ismael Santana

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