Siempre se han tomado a chacota mis interlocutores mi deseo de haber podido ser "amo de casa", sin más, haber podido dedicarme a "mis labores". No se trata de llevar la contraria, sino de elevar a su verdadera importancia un oficio para el que, lo digo sin querer ser petulante, no todos (ni todas) están preparados. Como actual jefe de intendencia, cocinero de batalla, conductor habitual, contable, asesor fiscal, chapucillas y otros menesteres habituales, entre los que el cuidado de los hijos es la parte del león, sé de lo que hablo. Y difícilmente me van a poner en un aprieto si se trata de escoger el mejor detergente para la ropa o la vajilla, o el jamón serrano con mejor relación calidad-precio, amén de tener controladas las ofertas más ventajosas para la cesta de la compra, el recibo de los teléfonos o el contrato de la luz. Sé que biológicamente el hombre ha sido siempre el cazador; el que salía, pero yo debo de ser de los de la "covada", como los antiguos vascos, aunque sin el componente de explotación que en ella se manifiesta. ¡Lo que hubiera dado yo por haber podido hacer de mi casa mi oficina de trabajo! Lo peor de esta crisis es que no servirá para que tantos y tantos hombres que se quedan en casa mientras las mujeres trabajan, usualmente en labores domésticas, se reciclen en amos de casa para, después, si echan de menos salir, como antaño, dedicarse a limpiar casas ajenas o cuidar ancianos impedidos, por ejemplo. Los verdaderos juegos de rol aún están sin inventar.
"Tengo todo el instante resumido en un libro
ResponderEliminary me abro de piernas para mentir" de la poeta Concha García
Siempre se han tomado a chacota mis interlocutores mi deseo de haber podido ser "amo de casa", sin más, haber podido dedicarme a "mis labores". No se trata de llevar la contraria, sino de elevar a su verdadera importancia un oficio para el que, lo digo sin querer ser petulante, no todos (ni todas) están preparados. Como actual jefe de intendencia, cocinero de batalla, conductor habitual, contable, asesor fiscal, chapucillas y otros menesteres habituales, entre los que el cuidado de los hijos es la parte del león, sé de lo que hablo. Y difícilmente me van a poner en un aprieto si se trata de escoger el mejor detergente para la ropa o la vajilla, o el jamón serrano con mejor relación calidad-precio, amén de tener controladas las ofertas más ventajosas para la cesta de la compra, el recibo de los teléfonos o el contrato de la luz. Sé que biológicamente el hombre ha sido siempre el cazador; el que salía, pero yo debo de ser de los de la "covada", como los antiguos vascos, aunque sin el componente de explotación que en ella se manifiesta. ¡Lo que hubiera dado yo por haber podido hacer de mi casa mi oficina de trabajo! Lo peor de esta crisis es que no servirá para que tantos y tantos hombres que se quedan en casa mientras las mujeres trabajan, usualmente en labores domésticas, se reciclen en amos de casa para, después, si echan de menos salir, como antaño, dedicarse a limpiar casas ajenas o cuidar ancianos impedidos, por ejemplo. Los verdaderos juegos de rol aún están sin inventar.
ResponderEliminar