"Marx dijo que la religión era el opio de los pueblos, porque el camarada Carlos no tenía ni la menor idea de lo que podía llegar a ser la televisión en manos de los "rectores de actividades culturales". Esto es lo que le escribe Ramón Mercader a su hermano Luis desde la Habana el 31 de julio de 1977. Luis está haciendo gestiones para regresar a España. A Ramón, Carrillo le ha puesto imposible el regreso. Le ha dicho que si quiere volver tiene que confesar por escrito todo lo relacionado con Trotsky.
Un año después, el 13 de abril del 78, Ramón le escribe a Luis, que ya tiene el pasaporte español en el bolsillo, la que será su última carta: "Yo no tengo con qué pagar mi viaje hasta
Barcelona. Ni tengo con qué vivir allá, ni puedo aceptar una proposición como
la que me hizo Carrillo (...). Yo
siempre he sido leal para conmigo y para con quienes he trabajado y no puedo
ahora, ‘para ganar mi vida’, ser desleal. La proposición que me hizo Carrillo
quiere decir que fuera de ella no está dispuesto el Partido a ayudarme en otra
forma… Es difícil saber que tengo que ser un hot potato hasta que termine de
molestar al mundo, tanto para mis amigos como para mis enemigos. Así es el
hombre y para que cambie aún han de pasar muchos años.”
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