Buscar este blog

sábado, 2 de marzo de 2013

El retorno de los cosacos


O de la educación comparada.
O de por qué la educación es inevitablemente política... aunque nosotros nos empeñemos en reducirla a psicopedagogía.
O de cómo la relación bueno-malo tiene sentido político cuando los buenos son los fuertes.... y los tenemos como aliados.
O de que el mundo no se acaba en nuestro ombligo.

Foto: La Academia de jóvenes cosacos en Volgogrado, antigua Stalingrado, donde por cierto, están volviendo a sus pedestales las imágenes de Stalin. Más información AQUÍ.

5 comentarios:

  1. Lenin en los pedestales y San Jorge en el dormitorio: El sueño del Garaudy preislamista.

    ResponderEliminar
  2. La serie de fotos es magnífica. Saben coser! Se me ha puesto la piel de gallina, estos críos putineados. Y Me los imagino enamorados de la peluquera..

    ResponderEliminar
  3. Traigo un par de fragmentos que, a mi juicio, permiten plantear estas cuestiones en otros términos. En concreto a partir de una doble articulación sobre el campo social que oscila entre el polo esquizo y el paranoico.

    Dice Deleuze:

    "El paranoico primero delira el campo social. Digo que el paranoico debe ser definido en términos absolutamente no edipianos, debe ser definido por un cierto tipo de investimento del campo social. Ese tipo de investimento del campo social es un investimento que subordina completamente el sistema de las máquinas deseantes, es decir las formaciones moleculares, a los grandes conjuntos molares. Después, por aplicación a su familia, como sub-conjunto molar privilegiado, aplica su reforma, su raza pura y produce un muchacho edipizado; entonces es el resultado del investimento paranoico primero, y en ese sentido edipo es el sentimiento del hijo neurótico que sucede a la gran idea del padre paranoico, pero la gran idea no es edípica: consiste en investir todo el campo social."

    Y un caso de polaridad paranoica que ilustra lo anterior:

    "Schreber padre inventa un sistema pedagógico de valor universal, que no actúa sobre su pequeño, sino mundialmente: Pan-gimnasticón. Si se suprime del delirio del hijo la dimensión político-mundial del sistema pedagógico paterno, no se puede comprender nada. El padre no aporta una función estructural sino un sistema político. Digo que la libido pasa por ahí, no por papá y mamá, sino por el sistema político. En el Pan-gimnasticón hay máquinas. No hay sistema sin máquinas, un sistema en rigor es una unidad estructural de máquinas, aún si hay que hacer estallar al sistema para llegar hasta las máquinas. Y ¿qué son las máquinas de Schreber? Son máquinas Sádico-Paranoicas, un tipo de máquinas delirantes. Son sádico-paranoicas en el sentido en que se aplican a los niños, de preferencia a los niños pequeños.

    Con esas máquinas los niños permanecen tranquilos. En ese delirio la dimensión pedagógica universal aparece claramente: no es un delirio sobre su hijo, es un delirio sobre la formación de una raza mejor. Schreber padre actúa sobre su hijo, no como padre, sino como promotor libidinal de un investimento delirante del campo social. Que el padre esté ahí para hacer pasar algo de delirio, esa ya no es, seguramente, la función paterna, pero el padre actua aquí como agente de trasmisión con relación a un campo que ya no es el familiar, sino que es un campo político e histórico. Una vez más, los nombres de la historia y no el nombre del padre."

    Saludos!

    ResponderEliminar
  4. ¿Padres? Me atrevo a suponer que una gran mayoría de estos peques son huérfanos. Hay unas páginas tremendas en "El imperio" de Kapucinski, explicando el adiestramiento de niños, abandonados, para nutrir el ejército y la guardia personal de Stalin. Y no es un caso único, más bien una constante histórica.

    ResponderEliminar
  5. la foto es terrible, sobre todo la mirada del niño en primer plano. Le he tuneado su escrito, es terrible.

    http://blocfpr.blogspot.com.es/2013/03/el-mon-no-sacaba-al-nostre-melic.html

    ResponderEliminar

El árbol de la ciencia y el árbol de la vida

I Byron, Manfred : «El árbol de la ciencia no es el árbol de la vida».  II Me molesta mucho, cuando un periodista me entrevista, que dé por ...