El psicoanálisis no hace más que confirmar aquella vieja máxima de Platón: los buenos son aquellos que se contentan con soñar lo que los otros, los malos, hacen en la realidad. Todo lo que se puede esperar de una cura psicoanalítica -y Freud lo sabía bien-, es la transformación de un miserable neurótico en un infeliz banal.
Cuando Freud recibió la visita de uno de los psiquiatras alemanes más célebres, el Profesor Schultz, le preguntó como preámbulo a cualquier posibilidad de conversación seria: "¿Cree usted sinceramente en su capacidad para curar a un paciente?". "¡De ninguna manera!", respondió Schultz. Freud añadió: "En este caso, nos entenderemos".
Cuando la caída es fatal, el único auxilio que podemos reclamar del psicoanálisis es que nos evite suicidarnos por razones equivocadas.
Jaccard
(¿quién, si no?)
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