En el Eutifrón, Platón lanza una bomba en medio de la tertulia de los teólogos. ¿Qué es lo piadoso?, se pregunta. ¿Es piadoso aquello que los dioses instituyen como tal o los dioses sólo pueden considerar piadoso aquello que por sí mismo es necesariamente piadoso? Platón que es discreto, habla de piedad, pero el lector de Platón, que ha de ser indiscreto, allá donde lee "piedad", puede entender "bueno", "bello", "verdadero", "justo"...
Si lo piadoso es lo que mandan los dioses, en un acto libérrimo de su voluntad, lo que es piadoso hoy puede no serlo mañana, porque los dioses pueden cambiar de opinión, mientras que si lo piadoso es aquello que los dioses necesariamente reconocen como piadoso, hay principios superiores a los dioses que hasta los mismos dioses se ven obligados a respetar.
Esta cuestión es recogida por Amor Ruibal aplicándola al principio de contradicción.
Si el principio de contradicción fuera una verdad eterna, independiente de los entes a los que se aplica, sería superior a Dios, puesto que al mismo Dios lo sometemos al principio de contradicción. Es decir, si objetivamos el principio de contradicción esta objetivación sería Dios.
Así pues, o bien Dios no está sujeto al principio de contradicción (suponiendo que el principio dependa de ÉL) o bien el principio de contradicción es superior al mismo Dios.
La respuesta de Amor Ruibal, que resumo hasta hacerla formularia, es que, de acuerdo con su teoría relacional, el principio de contradicción no es nada en sí fuera del ser y el ser no es nada si no realiza el principio de contradicción.
Decía Nietzsche que su sabiduría consistió en ser muchas cosas y en distintos sitios para poder transformarse en Uno. Está claro que a Sócrates (tan nominalmente odiado por Nietzsche). En el planteamiento que cita del Eutifrón debía tener metido a Ockham bien adentro. Quizá tanto como usted a "ambos" "tres" :)
ResponderEliminarBendito sea Ruibal que nos trae sus comentarios de Platón
ResponderEliminarAl final, el dilema que plantea Platón es, una vez más, si lo piadoso lo es por ley o por naturaleza. Y no hay pregunta más actual: ¿hay algo que quede fuera de lo que nosotros decidamos?. ¿Es bueno (justo, bello, útil...) lo que decidamos entre todos o hay algo fuera de nosotros a cuyo conocimiento deberíamos aspirar?. Si no lo hay, la filosofía, entre otras varias cosas, no sirve de mucho. De la historia no hace falta hablar: lo que ha ocurrido es lo que decidamos que ha ocurrido, y las leyes pueden convertir en delito contravenir esa verdad oficial. Y lo malo es que mi pregunta es meramente retórica: ya hay una respuesta, es clara y no es la que a mi me gustaría. Lo que nos deja en una situación no tan distinta de la que le tocó vivir a Platón.
ResponderEliminarLa lógica pos moderna, a mi parecer funciona así: 1) yo soy contingente; 2) luego todo es contingente y, en consecuencia, 3) puedo actuar como si yo fuera un ser necesario. Lo curioso es que esta lógica no instituye ningún deber, sino derechos de propiedad absolutos sobre mí mismo y mis pertenencias (mi opinión, mi cuerpo...). Obviamente el supuesto subyacente es que la naturaleza no puede instaurar ningún “eu zen”: la naturaleza es solo lo que nos emociona .
ResponderEliminarAsí parecía ser, en efecto. Sin embargo, desde hace algún tiempo resulta que yo ya no soy tan autónomo.
EliminarLos nuevos dioses de la polis, aunque ahora se escriben con minúscula, me dictan cada día una lista de lo que se puede y no se puede decir. Mi opinión ya ha dejado a ser mía, y por tanto ha dejado de ser libre. Está escrito en las nuevas leyes lo que debo pensar, o al menos, lo que puedo expresar sobre multitud de asuntos, casi todos los importantes. La pena de ostracismo mediático ya ha caído sobre muchos de los que han osado incumplir los dicta de la nueva ciudad, para advertencia de todos.
Admito, subrayo y hago mía la observación, que, por otra parte, muestra una constante del animal político: su incapacidad para vivir sin dioses.
ResponderEliminar"Sin dioses" en el sentido poético que diría Platón y de la religión civil que diría Varrón, sea.
ResponderEliminarEl problema es como reconciliar la "teología natural" , que también es un fenómeno histórico ,con la "teología de los poetas" y la "teología civil", porque esta reconciliación siempre será histórica, ergo..
Esa reconciliación es, precisamente, lo que le preocupa a nuestro amigo Amor.
EliminarSea como sea, lo notable es que ninguna ciudad puede vivir sin sus dioses. No hay ciudades ateas. Y allá donde hay dioses hay liturgias, que es la manera políticamente más eficaz de expresar la fe en nuestros dioses.
Dicho lo anterior, una pregunta que no sé si viene o no al caso: ¿Puede el catolicismo sobrevivir una vez que ha intentado racionalizar sus liturgias?
Esa reconciliación es el problema que tienen todas las grandes religiones que entroncaron con la teología natural helénica, no otras como el budismo,que resuelven el problema por una vía cerrada en Occidente desde Juliano el Apóstata por lo menos: in oblicuo,esto se lo recordó Kojeve a Strauss si no recuerdo mal.
ResponderEliminar"No hay ciudades ateas...", pero sí hay ciudades donde viven ateos que son buenos ciudadanos, luego el ateísmo público no puede ser un mal social "per se". Ateos cuya "asebeía" se refiere a la teología natural, se entiende.
Las ceremonias también tienen historia: la misa de San Agustín en el norte de África no era la misa de Trento y ésta no es la del "Novus ordo missae" digan lo que digan algunos teólogos. Pero grandes y exitosos competidores del catolicismo romano como el pentecostalismo no destacan precisamente por su riqueza litúrgica, luego el problema tiene que estar en otro lado. Yo creo que el problema fundamental, al menos en nuestra Europa, es que las "familias católicas" cada vez tienen menos hijos; ya sé que igualar el declive de algo tan grandioso como la Iglesia católica al declive del catalán o del asturiano puede sonar muy feo, pero creo que el determinante fundamental va por ahí.
Recapitulando:la teología natural surge a partir de la crítica de las metafísicas presocráticas y es un fenómeno occidental, de raíz helénica como he dicho, no universal. No hay sociedad humana sin tabúes, pero sí hay seres humanos que son buenos ciudadanos y que no creen en dioses, en los dioses de los poetas ...o los profetas. Y el declive del catolicismo no puede deberse a los que quieren acercar su liturgia al "henil de la Reforma" porque es fácil encontrar contraejemplos contemporáneos, aunque estéticamente lo del "henil" sea correcto...
Hay ciudades donde viven ateos que son buenos ciudadanos porque entienden (desde su libertad teórica) la importancia política de los dioses y, sobre todo, que toda comunidad que es una, lleva en su núcleo de convicciones un principio represor que no puede ser reprimido. La represión suele ser más eficiente cuando se ejerce por medio de una canción que por medio de un código legal o un razonamiento lógico. Y quizás entiendan también que frente a las virtudes intelectuales, las virtudes políticas son eso, políticas.
EliminarClaro que las liturgias tienen su historia, pero eso no las invalida. Pero aquí me va a permitir usted que me acoja a Mircea Eliade: el mito, sin rito, es un mito muerto. De la misma manera que la fe sin obras y la primera obra de la fe es la genuflexión.Pruebe usted a sustituir esta noche la imagen de la Virgen de Montserrat por la del Rocío y mañana intente convencer a los que se le sublevarán diciéndoles que ambas son teológicamente lo mismo. Acabamos d pasar el 8 de septiembre y media España celebrada sus fiestas, que eran, mayoritariamente, las de SU virgen. Porque así como Dios es de todos, nuestra virgen, nuestra patrona, la de la ermita del pueblo, es sólo nuestra y lo es porque la celebramos nosotros de una manera peculiar.
Sólo nuestros dioses están legitimados para exigirnos sacrificios. Por eso cada pueblo –dice Proclo- se ha de dirigir a los dioses con los nombres que tienen en su lengua, pues los dioses que dominan una región (klimatarkhai) se complacen en ser nombrados en la lengua de su propio país. Y yo añado; y s muestran en la obediencia a la ley que imponen.
Está empañado de melancolía lo que Eunapio nos cuenta sobre el final de los sagrados ritos de Eleusis, que, despojados de su dignidad estaban desapareciendo sin pena ni gloria. Los ciudadanos habían descubierto su arbitrariedad y estaban depositado su fe en otros rituales . Pero no perdieron la fe al descubrirlos arbitrarios, sino que los descubrieron arbitrarios cuando perdieron la fe. Los ritos de Cibeles tienen poco de lógico. No parece que el funcionalismo pueda dar cuenta cabal de las castraciones de sus seguidores y, sin embargo, ofreció al cristianismo una resistencia mucho más contundente que la que ofrecieron otros cultos aparentemente más racionales. El sacrificio ritual se había metamorfoseado entre los seguidores de la diosa en autosacrificio. Nos cuesta entender la automutilación genital, pero parece evidente que quienes la practicaban estaban convencidos de que, como decía el neoplatónico Salustio, sin sacrificios las plegarias son sólo palabras, mientras que con sacrificios son palabras animadas. Creían que su sacrificio daba vida a sus oraciones . Por esta precisa razón el paganismo se apaga cuando a partir de los edictos de Teodosio sólo se les puede rezar a los dioses sin manifestar ningún gesto externo de sumisión. El culto se convierte en una relación personal e íntima con lo divino en el que se pierde el sentido de participación colectiva en un mismo ritual comunitario. Cuando el himno personal recitado en soledad sustituye al ritual colectivo, la religión antigua expira o, como dirán algunos, se queda sin dioses. En este final participó de manera activa, y no del todo inconscientemente, la última hornada de filósofos neoplatónicos, mucho más interesados en respetar “el templo de dios que es el intelecto que hay en nosotros” que a los templos de los dioses de la ciudad. Les podemos añadir todos aquellos filósofos que hicieron de su oposición a la vida política su razón de ser, me refiero al latheîn biôsanta de Epicuro o al supuesto cosmopolitismo de Diógenes el cínico. Juliano nunca fue un genuino restaurador. Sus dioses ya no eran los de Homero, sino los de Plotino.
Perdone usted la larga respuesta.
Estoy de acuerdo con casi todo lo que dice en los tres primeros párrafos don Gregorio : "casi" porque no veo por qué los tabúes tienen que asociarse a númenes . Pero lo que no veo de ninguna manera es como librarnos de , digamos, la dialéctica histórica y sus servidumbres. Y aquí no todo vale.
ResponderEliminarY diré más: quien hoy recuerde que la virgen de Covadonga, la del Rocío y la Moreneta son la misma no es un ingenuo ni pierde el tiempo, le parece eso a los creyentes ensimismados, a los que no levantan la vista más allá de las tierras con santuarios marianos y no ven lo que se nos viene encima ,o como decía Bismarck , el verdadero lugar donde estamos. Creo que mi defensa de la tolerancia para con ateísmo público es el corolario del reconocimiento de esa dialéctica. Usted me entiende perfectamente.
Sobre el paganismo, o mejor el politeísmo antiguo .Ian Buruma cuenta en "La creación del Japón" como se inventó el Shintoismo durante la revolución Meiji, pero condición necesaria fue que la religión
mayoritaria en Japón fuese el budismo, que si se parece a algo es al paganismo antiguo: politeísmo para el vulgo - aquí encajaba el Shinto - y una filosofía atea de hecho - el equivalente al neoplatonismo de Juliano- para los inquietos. Esto es lo que fascinaba a Kojeve de Japón: hay más que Atenas y Jerusalen , en el mundo moderno podía existir un mundo religioso como el paganismo antiguo. Pero en Occidente el sustrato cultural que lo hacía posible había desaparecido hacía mucho tiempo.
¡Claro que lo entiendo! Ambos sabemos quién fue Alfarabi.
ResponderEliminarSólo le añadiré que un pueblo podría vivir con canciones y sin leyes. Pero no con leyes sin canciones.
Un abrazo.