Cuando George Bush padre contendía por la presidencia de los Estados Unidos se negaba a hablar de sí mismo debido a los valores que le inculcaron en la infancia. Si un redactor incluía la palabra “yo” en sus discursos, él la tachaba automáticamente. Sus colaboradores le decían: “¡Está compitiendo por la presidencia, tiene que hablar de usted mismo!”, y lo forzaron a hacerlo. Al día siguiente, Bush recibió una llamada de su madre. “George, otra vez estás hablando de ti…”, le dijo. Y Bush volvió al redil: no más “yoes” en los discursos.
En Aceprensa: La autoridad en tiempos emotivos.
Buena lección. Un beso
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